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Mario Bonucci, rector de la ULA | Foto Prensa ULA

Quince años tiene Mario Bonucci como rector de la Universidad de Los Andes (ULA). No por una decisión propia, recalca, sino por una histórica sentencia del Tribunal Supremo de Justicia que dejó atrapados en sus cargos a las autoridades de las principales casas de estudio del país.

Esa situación se destrabó el año pasado con las elecciones en la Universidad Central de Venezuela que pusieron al frente de la institución al antropólogo Víctor Rago luego de que Cecilia García Arocha permaneciera 15 años como rectora.

En la ULA habrá elecciones el 30 de abril. El padrón electoral se publicó el 30 de enero y el período para impugnar listas comenzó al 31 de enero y culminó el 16 de febrero. 32.000 personas están registradas para elegir a las nuevas autoridades de la institución andina de 239 años de historia, según informó recientemente a Radio Fe y Alegría la profesora Ceres Boada, presidenta de la comisión electoral de la universidad. El proceso será manual y presencial.

Sin embargo, Bonucci, ingeniero mecánico y abogado con 43 años de antigüedad en la ULA, apunta diferencias entre las elecciones de la universidad andina y la UCV. Principalmente subrayó que estos comicios se realizarán tomando en cuenta el artículo 109 de la Constitución, que establece el respeto a la autonomía universitaria, y no bajo la sentencia 0324 del Tribunal Supremo de Justicia, la cual impuso un proceso de acuerdo con los parámetros del artículo 34 numeral 3 de la Ley Orgánica de Educación, que establece que las elecciones deben organizarse «con base en la democracia participativa, protagónica y de mandato irrevocable».

La ONG Acceso a la Justicia, en un artículo publicado en 2020, señaló que la sentencia 0324 supuso un golpe de la Sala Constitucional a la autonomía universitaria, pues vulnera el artículo 109 de la Constitución.

Bonucci explicó que en la ULA decidieron tomar en cuenta la Carta Magna y conformaron la Comisión de Factibilidad Electoral, integrada por juristas y académicos, para que indicara en qué ordenamientos jurídicos podían organizar un proceso electoral apegado al derecho. «Este informe de factibilidad, que es bien denso, sustentado en el 109, básicamente expresa que las universidades autónomas tenemos competencia para dictar nuestro propio reglamento», dijo el profesor.

Recordó que esa es una atribución que concede la misma Constitución, la cual, subrayó, está incluso por encima de la Ley Orgánica de Educación.

En cuanto a la situación de la universidad, el rector dijo que se encuentra en «cuidados intensivos» pero, a pesar de eso, se ha mantenido activa y realizando investigaciones. No con el mismo nivel de antes. Por eso Bonucci consideró que es un logro importante el que siga abierta en un momento tan complicado.

Para evidenciar la resiliencia de la ULA, puso como ejemplo un paper científico publicado recientemente por la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. Titulado Producción de conocimiento en Venezuela 1970 – 2022 y firmado por Ismardo Bonalde y Bárbara Montañes, tiene entre sus conclusiones que en los últimos siete años la universidad andina estuvo por encima de la UCV en cuanto a producción de conocimiento.

«No hemos cerrado ni una sola carrera, no hemos cerrado ni un solo programa. Es cierto, tenemos una diáspora, una merma sensible en todos los sectores de la universidad, sin embargo, esta universidad sigue cumpliéndole al país», expresó Bonucci.

Foto cortesía ULA

—¿Qué expectativas tiene con las elecciones de abril?

—Nosotros hemos promovido un proceso electoral en nuestra universidad por la oportunidad que nos dio la Universidad Central de Venezuela. Para nadie es un secreto que ellos lograron un acuerdo político que destrabó el juego y permitió nuevamente un proceso electoral. Nosotros convocamos elecciones en el año 2012 y fueron suspendidas por el TSJ. De allí en adelante siguieron siendo suspendidas. Esta universidad, aprovechando la oportunidad de la UCV, pensó que debíamos sustentar todo este proceso electoral en el artículo 109 constitucional. No en la sentencia 0324, como lo sustentó la Universidad Central de Venezuela. Decidimos irnos por la Constitución y conformamos una comisión de juristas y académicos, llamada Comisión de Factibilidad Electoral, para que nos dijera en qué términos jurídicos estábamos en condiciones de hacer un proceso electoral ajustado a derecho. Es decir, ajustado a las decisiones  que tomara el Consejo Universitario en cuanto a la autonomía universitaria. Este informe de factibilidad, que es bien denso, básicamente expresa que las universidades autónomas tenemos competencia para dictar nuestro propio reglamento. Eso lo establece la Constitución, que está por encima de la ley e incluso por encima de la Ley Orgánica de Educación. Ese mismo informe nos dice que nosotros, en términos de la autonomía, podemos ampliar los padrones electorales o los sectores electorales, con lo que estoy totalmente de acuerdo porque esta universidad, con todos los problemas que tiene, sigue abierta gracias a los profesores, empleados, obreros y por supuesto gracias a la comprensión de los estudiantes. Creo que los empleados y obreros se han ganado con su propio pulso el derecho a participar. En este sentido, a partir de este informe el Consejo Universitario decidió consultar al claustro originario: aquel que está establecido en la Ley de Universidades, que sigue vigente. Hicimos esa consulta y cerca de 70% opinó que nosotros debíamos incrementar los sectores electorales. En este sentido el Consejo Universitario acordó incorporar a obreros y empleados en la misma proporción que lo había logrado la Universidad Central de Venezuela. Luego destinamos una comisión que elaborara el reglamento electoral y esta comisión trabajó incluso durante todo el receso docente para obtener una respuesta lo más inmediata posible. Personalmente, como rector, opino que es necesario tener un cambio generacional dentro de la universidad. Porque, después de 15 años sin que nos hayan permitido hacer elecciones, hacen falta otras visiones ante la situación problemática que tenemos. Lo más importante es incorporar todas esas nuevas generaciones que han ingresado a la Universidad de Los Andes y que también necesitan un espacio político para expresarse.

—Me llama la atención que la exposición de motivos se sustente en el artículo 109 de la Constitución y no en la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia. ¿Es esta una forma de no ceder a imposiciones judiciales?

—No lo vería de esa manera. La defensa del artículo 109 la hemos sostenido a lo largo de todos estos años. Aquí hay un jurista muy destacado, que incluso fue miembro del TSJ y tribunales internacionales, el profesor Moisés Troconis, que nos elaboró hace unos años lo que se deriva del artículo 109 constitucional, en el sentido de que nosotros podemos hacer nuestro propio estatuto universitario. Eso tiene rango de ley orgánica porque es dictado por la misma Constitución. Nosotros hemos mantenido siempre que debe prevalecer el artículo 109 de la Constitución.

—¿Cuál es su balance luego de más de 15 años como rector en medio de tensiones judiciales y políticas?

—Debo señalar que hemos estado acá no por deseo personal sino por una decisión judicial. Una decisión judicial que incluso, en el paso de estos 15 años, produjo acciones punitivas en contra de algunas universidades y consejeros, como fue el caso de la imposición de una multa a todos los consejeros universitarios y la Universidad Central de Venezuela. Ha habido acciones punitivas en contra de las universidades. Quisiera leerte rápidamente el contenido de un paper científico escrito por Ismardo Bonalde y Bárbara Montañes y titulado Producción de conocimiento en Venezuela 1970 – 2022. Hay dos cosas importantes en este paper, la primera es que ellos analizaron ocho instituciones, la UCV, la ULA, USB, la UC, UDO, UCLA, LUZ y el IVIC. Si excluimos al IVIC, analizaron universidades. Lo primero que concluyen en este lapso de tiempo es que 75% del total de la investigación científica que se hace en el país proviene de estas universidades. Ya eso nos dice que el papel de la Asociación Venezolana de Rectores en sus universidades es, ha sido y sigue siendo determinante en la generación de conocimiento. Pero dentro de estos 15 años se han producido movimientos y dentro del mismo paper dicen un hecho sobresaliente: en los últimos siete años la ULA ha sido el ente dominante por encima de la UCV. Dice el texto: «Lideró con holgura la producción de conocimiento en Venezuela las dos décadas y media previas». Ahí tienes un logro. El otro logro que me parece uno de los más importantes es que hemos mantenido la universidad de puertas abiertas. Con presupuesto deficitario, con salario de miseria, sin poder atender a los estudiantes, sin HCM para profesores, empleados, obreros y los mismos estudiantes, la universidad sigue de puertas abiertas porque somos la conciencia crítica del país. Ese es nuestro mayor acto de rebeldía. Hemos mantenido la universidad abierta y hemos seguido desarrollando investigación. Se hicieron públicos los resultados del Ranking Web of Universities 2023, en el cual la ULA aparece de número dos, más bajo cada vez más en el concierto latinoamericano, pero en el concierto nacional siempre aparecemos entre las principales cinco universidades que figuran. Seguimos publicando revistas científicas, tenemos varias revistas en Scopus (base de datos de resúmenes y citas de revistas científicas). ¿Cómo se logra entrar a la base de datos de Scopus? O pagas o tu revista es de calidad. Nuestras revistas por su calidad han logrado escalar Scopus. Hemos mantenido la universidad no solo abierta sino que ha habido muchas presiones, muchas amenazas de intervención, y sin embargo esta universidad no ha sido intervenida y más bien ha sido reconocida por su calidad y por su tenacidad.

—¿Utilizaría la palabra asedio para referirse a la situación que está describiendo?

—Totalmente. Te asignan 40% del dinero que necesitas. Para el año 2024, nosotros solicitamos 4.400 millones de bolívares y nos asignaron apenas 763 millones. O sea, este año nos asignaron el 17,55% del presupuesto, a veces nos han asignado el 30%, a veces el 40%, eso es para gastos de funcionamiento. Esto ha sido repetitivo a lo largo de los años. Pero ese dinero que te asignan no te lo envían completo. Por ejemplo, al 9 de enero del año 2023 recibimos el 22,21%, o sea que lo que nos asignan es deficitario. En 2022 fue 9,73%, en 2021, 4,11%, en 2020, 50%. Por eso digo que hay una política de Estado no escrita que está disminuyendo los recursos de las universidades. Siempre utilizo una metáfora que para mí sigue teniendo vigencia. La escribió el padre Ugalde. Él decía que nosotros parecemos un castillo asediado. Cierran el portón, la gente no puede acceder al castillo y simplemente esperan a que dentro del castillo se mueran de inanición, de hambre. Por eso digo que uno de los logros es que hemos mantenido la universidad de puertas abiertas. Pero no solo no hemos cerrado ningún programa, hemos abierto nuevos. Por ejemplo, el programa de Comunicación Social tanto en Trujillo como en Mérida es producto de esta gestión. Así como el programa de Psicología, de Derecho en Trujillo, y a nivel de posgrado y especialidades tenemos cualquier cantidad. Hoy (6 de febrero) se acaba de hacer un Consejo Nacional de Universidades (CNU) donde se está aprobando una especialidad en cirugía del tórax. Seguimos avanzando a pesar de las dificultades. Con mucha precariedad. ¿Hasta dónde se puede llegar? No lo sabemos. Por eso nos autodefinimos como una institución en cuidados intensivos que requiere con urgencia un tratamiento diferente. Por eso hoy planteábamos en el CNU que debería haber estrategias compartidas entre el Ministerio de Educación y las universidades, como por ejemplo una modificación de la Locti (Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación de Venezuela) que le permita al sector privado aportarnos recursos, como era antes. O que se modifique el régimen tributario de tal manera que las empresas que donan recursos a las universidades tengan un desgravamen superior, es decir, que haya un estímulo, o que dentro de ese régimen tributario se contemple que nosotros no paguemos el IVA cuando compramos cualquier producto, o que podamos ofrecerle un portafolio a las empresas del Estado que nos den preferencia en la contratación de igual manera que con las empresas del sector privado.

—Para la UCV se creó una comisión presidencial para su recuperación. ¿Sería esta una posibilidad para la ULA?

—Cuando la gente se está ahogando tú no miras quién te lanza el salvavidas. Por supuesto que tenemos una postura crítica con respecto a la (Misión) Venezuela Bella. La resumimos en una metáfora un poco vulgar para un rector, pero creo que es la apropiada: de qué te vale que te pinten el rancho si la nevera está vacía. Te pueden arreglar la infraestructura, pero el tema de las telecomunicaciones es fundamental porque el mundo avanza hacia la multimodalidad, avanza la educación virtual y nosotros necesitamos plataformas tecnológicas de avanzada. En segundo lugar, necesitamos dotación de equipos de última generación, tecnología de punta que nos permita formar adecuadamente a nuestros estudiantes. Además, necesitamos un presupuesto adecuado para poder comprar reactivos, insumos para funcionamiento, que podamos poner a funcionar el autobús con el que se hacen prácticas de campo. Tenemos una postura crítica con respecto a la Venezuela Bella, pero no por ello vamos a rechazarla. De hecho, ya ha habido contactos de personas de este programa con la Universidad de Los Andes.

Mario Bonucci, rector de la ULA | Foto cortesía ULA

—¿En qué condiciones están facultades como las de Medicina o Ciencias, así como las de Humanidades y Ciencias Jurídicas? ¿Hay unas más afectadas que otras?

—Creo que dentro del concierto universitario una de las universidades menos afectadas es la ULA porque ha habido presencia en sus instalaciones. Pero, por ejemplo, tenemos un instituto de investigaciones agropecuarias que queda retirado de la ciudad, a un vigilante le es imposible pagar el pasaje para llegar allí. En esas instalaciones han robado hasta techos. Logramos sacar a tiempo los equipos, biblioteca y todo el material que se utilizaba allí, pero eso es un centro de investigación importante. La Finca Judibana, dedicada a la docencia en El Vigía, está tomada. Le hemos dicho al fiscal superior por cualquiera de las vías, por los medios de comunicación, con cartas, con oficios, con denuncias, para que saquen a los invasores. No hemos podido lograrlo. Ahí se ha perdido un gran trabajo de investigación. Allí había un trabajo muy importante sobre el bambú como elemento constructivo para prevención de desastres, lo perdimos con la invasión. Tenemos una situación precaria en algunas instituciones, pero en otras tenemos una situación más o menos holgada, básicamente gracias al esfuerzo de los decanos, los directores de dependencia central, el mismo rector.

—¿En qué condiciones se realizan las investigaciones en la Universidad de Los Andes? ¿Se puede hablar, en estas circunstancias, de investigaciones vanguardistas o conectadas con lo que ocurre en el mundo?

—Estoy totalmente de acuerdo con que mucha de la investigación que hacemos tiene que ver con todas estas corrientes de última generación, sobre todo lo que tiene que ver con el área tecnológica y la inteligencia artificial. Por ejemplo, uno de los especialistas mundiales en inteligencia artificial es Franklin Rivas, que es profesor jubilado nuestro. Sigue trabajando en otras instituciones en Estados Unidos, Ecuador, Chile, pero sigue trabajando con nosotros. Muchos de ellos consiguen financiamiento para la investigación a través de organismos multilaterales, a través de otras instituciones en áreas del conocimiento, pero obviamente la investigación se hace con las uñas. No es que tenemos holgura, no, no, no, tenemos una gran precariedad. Lo meritorio es que a pesar de la precariedad seguimos en los primeros lugares a nivel nacional, como te dije, bien alejados del concierto latinoamericano. Por ejemplo, en Venezuela se hacía mucha más investigación que en Colombia. Ahorita no. La reforma de la Locti afectó sensiblemente a las universidades, porque era una fuente de financiamiento importante. Por eso le decíamos a la ministra en un CNU que tiene que haber nuevas estrategias que permitan destrancar el juego. No estamos pensando ni en cobrar matrículas ni nada de eso. Un dato importante. La deserción estudiantil de 2016 a 2021 fue del 65%. Algo pasó en 2016, que fue cuando tuvimos la mayor cantidad de estudiantes. A partir de ahí ha habido una baja sensible que nos llevó en el año 2021 a 15.162 estudiantes. Pero en 2022 crecimos 2,15%, en 2023, 5,8%, y en 2024 tenemos una proyección de 16,29%. El crecimiento es muy lento con respecto a esa pérdida, pero también tenemos una perdida sensible en cuanto a docentes. Entre 2016 y 2022 hemos perdido 25,45% de los docentes. Esa cifra puede resultar un tanto engañosa. Por eso preferimos mirar qué sucede con los grados o títulos que tiene la gente. ¿Quiénes se han ido? Los que no tienen nada que perder y los que tienen mucho que ganar. Si miramos entre 2017 y 2022, de los profesores que se nos han ido el 25,26% tenía doctorado, el 1,72% tenía maestría, pero el 35,38% tenía licenciatura, vale decir, eran nuevos ingresos. ¿Se fue quién? El que no tiene nada que perder, el que está joven, el que puede irse no solo a otro país sino fuera de la universidad, aquí mismo en Mérida o aquí en Venezuela. Y los otros que se han ido son los que tienen mucho que ganar porque tienen doctorado, maestría, pertenecen a un grupo de investigación, tienen un currículo con publicaciones científicas, entonces te pueden ofrecer un buen salario en otros horizontes. Y a nivel de empleados, entre 2016 y 2022, hemos perdido aproximadamente el 33,97%, ahí se nos ha ido bastante gente.

—A pesar de las circunstancias, ha habido un crecimiento de estudiantes, quizás no tan grande en comparación con la caída, pero sí constante cada año.

—Sí. De hecho, en uno de los informes que hizo la ministra en el CNU hace aproximadamente seis meses, una de las cosas que me llamó la atención es que nosotros somos la tercera universidad en el país con mayor número de nuevos ingresos. Y somos la primera universidad autónoma con el mayor número de ingresos, eso me pareció curioso, extraño, porque hay universidades que tienen una mayor capacidad instalada, como la UCV, LUZ, pero bueno, me pareció curioso. Aún estoy esperando los resultados oficiales de cómo se movió el año 2023 para poder opinar abiertamente.

—¿Cuántos estudiantes y profesores forman parte de la ULA actualmente?

—En cuanto a estudiantes, cerramos el año 2023 con 16.338. Tuvimos una caída en la que llegamos a 15.000. En cuanto a docentes, y hablo de docentes activos, tenemos 2.152. Llegamos a tener 2.887. En cuanto a personal ATO (administrativo, técnico y obrero), en 2016 llegamos a tener 5.696 y bajamos a 3.761.

—¿La cantidad de profesores cubre la demanda?

—No. Tenemos una gran cantidad de cargos que son necesarios. Lamentablemente las mismas políticas que ha establecido el Ministerio de Educación Universitaria y la OPSU nos impiden la utilización apropiada de estos cargos. De hecho, nos han estado tratando de quitar aproximadamente unos 2.000 cargos entre empleados, obreros y profesores entre los años 23 y 24, estamos luchando por recuperarlos. Sí hay una realidad: en el último concurso que tuvimos para personal administrativo se ofrecieron 300 cargos. Se inscribieron apenas 95. Eso te muestra que los salarios y las condiciones de trabajo no son atractivos. Lo que es atractivo es pertenecer a una universidad de prestigio como la ULA, por eso es que mucha gente sigue apostando, quiere ser profesor, quiere ser empleado, pero por supuesto piden que se les respete la condición de doble empleo. Son personas que fuera de su horario de trabajo en la universidad tienen otro empleo. Pero el prestigio que le produce ser miembro de una universidad de 239 años de historia es importante.

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Foto Prensa ULA

—¿Cuál es el salario básico de un profesor en la ULA? ¿Aún existen las becas?

—Las becas estudiantiles son equivalentes a 5 dólares. Prefiero hablar del salario del rector. El rector de esta universidad, que es profesor titular, con dos carreras, maestría, doctorado, tiene un salario básico de 525 bolívares (unos 15 dólares). Tengo ese salario desde hace dos años porque no lo han incrementado. Con la antigüedad y los títulos el salario puede llegar a otros 15 dólares. El rector de esta universidad gana menos de 100 dólares. Vivo gracias a las remesas que me manda mi familia desde el exterior, si no no podría vivir. Pero tengo casa, tengo carro, tengo una formación académica. Tengo 43 años de antigüedad en la universidad. Creo que todo lo que soy se lo debo a la universidad y este es el momento de retribuirle lo más que pueda.

—¿Qué significa ser rector de la ULA en la Venezuela de hoy?

—Un reto. ¿Por qué? Sin presupuesto, con salarios de miseria, sin tener cómo atender estudiantes, sin un HCM decente para la gente, la universidad está abierta. El reto es cómo estimular a toda una comunidad de miles de personas para que sigan trabajando, para que sigan apostando no solo por una universidad sino por un país. Creo que eso ha sido un reto y creo que eso es lo que hace más estimulante el cargo.

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Foto Prensa ULA

—¿Avizora el profesor Mario Bonucci un buen futuro para la ULA?

—Soy una persona con mente positiva. Siempre pienso que lo que vendrá será mejor y que todo va a depender de los pasos que demos los que estamos hoy en la universidad. Tengo un discurso que he usado a lo largo de 15 años en actos de grado: esta es una universidad de 239 años de historia que ha visto pasar una Guerra Federal, la Guerra de Independencia, ha visto desastres naturales, y sigue en pie. No ha habido manera de acabar con la universidad. Esta universidad nos va a sobrevivir a todos nosotros. Vamos a morir y la universidad seguirá de pie, pero depende de la postura de lo que hagamos nosotros en beneficio de nuestros hijos, de las próximas generaciones.

—¿Qué piensa hacer luego de las elecciones?

—Lo que me depare el destino. Soy una persona totalmente abierta a cualquier posibilidad que me depare el destino. Soy un venezolano a carta cabal. He hecho sacrificios a lo largo de estos 15 años. Cada vez que iba a promocionar nuestra universidad en el exterior siempre me ofrecían empleo bien remunerado. Siempre dije que no. Mi universidad no la voy a dejar. Cuando salga de la universidad con un cambio de autoridades de acuerdo con un proceso democrático, veré qué hacer.


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