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El pasado 3 de diciembre, la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) hizo el lanzamiento del Centro para el Tercer Sector (CTS-UCAB), una plataforma que tiene como objetivo fortalecer las capacidades de gestión de las organizaciones no gubernamentales que operan en el país para que junto a la sociedad civil puedan llenar los espacios vacíos que ha dejado el Estado en cuanto a la prestación de servicios como la educación, la salud o la alimentación. Así lo explicó a El Nacional el director de esta iniciativa, el sociólogo Luis Pedro España.

“El Estado siempre ha sido el monopolizador de la prestación de servicio social, pero eso está cambiando y nosotros estamos tratando de adelantarnos a ese futuro. Por eso es necesario que la sociedad aprenda a prestar servicios de educación, salud, atención a las minorías, defensa de los derechos humanos, diversidad, el inmenso mundo de intereses diversos que están desprotegidos”, señaló España en referencia a la misión a largo plazo que espera conseguir el CTS-UCAB.

El sociólogo resaltó la importancia de incentivar a la población para que se involucre mucho más en la problemática que afecta al país, para que de la mano de organizaciones civiles puedan brindar soluciones a esos espacios que el Estado no ha podido abarcar.

“La sociedad civil no va a sustituir al Estado, eso no existe, esto es imposible. Pero la sociedad civil organizada tiene que ser un complemento del Estado”, manifestó.

«El Estado no puede abarcarlo todo»

—¿De qué va el proyecto? ¿Cuál es su objetivo?

—El centro ya tenemos un poco más de un año poniéndolo en marcha. Tenemos 18 organizaciones que nos han estado acompañando en este proceso de creación, algunas como Fe y Alegría, Acción Solidaria, las Damas Salesianas, otra organización de Guayana, en fin, están regadas por todo el país.

Tiene como misión el fortalecimiento de las organizaciones no gubernamentales del país, desde el punto de vista de su capacidad de gestión. Esto tanto en la parte interna en todo lo que tiene que ver con la administración, recursos humanos, búsqueda de proyectos, búsqueda de fondos y rendición de cuentas, como también en garantizar la calidad de sus servicios y medir el impacto que tiene en la comunidad.

El centro también pretende crear un espacio para que estas organizaciones se encuentren, que tengan la oportunidad de tener un intercambio.

La universidad tiene un ejército anual de estudiantes que tienen que hacer memoria de grado y muchos de ellos no tienen tema. Entonces es un área donde nuestros estudiantes pueden trabajar para desarrollar proyectos en conjunto con estas organizaciones.

—¿Qué programa ofrece el Centro para el Tercer Sector a las ONG?

—El centro tiene una oferta de entre 12 y 14 cursos que van desde formulación de proyectos hasta gestión y evaluación de impacto, pasando por la gestión de voluntariado, gestión de recursos humanos, entre otros.

También tenemos un conjunto de consultores que están adscritos al centro que prestan servicios de consultoría a las organizaciones. No solamente les damos capacitación, también tenemos la posibilidad de que consultores de la universidad vayan a estas organizaciones y les brinden herramientas en el área de capacitación, de cultura, de asesoría o consultoría.

Cada una de las organizaciones que entra en este proceso de fortalecimiento podrá identificar cuáles son las áreas en las que son fuertes y en cuáles áreas necesitan apoyo. Tendrán la oportunidad de obtener una especie de sello de calidad que les es útil para buscar alianzas, aportes, financiamiento, entre otros.

Tenemos 45 organizaciones que entrarán el próximo año en el programa de fortalecimiento, pero nada más en términos de base hay unas 1.800 en todo el país. Son de cualquier calibre, unas más pequeñas que otras.

Actualmente tenemos más que todo organizaciones de tipo social, prestadoras de servicios de educación, salud y alimentación. En las próximas tandas de alianzas vamos a incorporar organizaciones de defensa de derechos humanos, de minorías vulnerables como tercera edad, enfermedades crónicas, entre otras.

—¿Cómo beneficiará este nuevo proyecto a la sociedad venezolana?

—Estamos actualmente frente a un escenario en el que el Estado se está retirando, no porque quiere, sino porque ya no es el Estado petrolero que tiene un ingreso del pesado, sino que es un Estado que cada vez se está haciendo más pequeño.

Hay muchos espacios vacíos actualmente que el Estado no puede cubrir en su totalidad, y estos espacios deben ser llenados por estas organizaciones sociales junto a la sociedad venezolana. No estamos diciendo que el Estado va a abandonar todo lo que tenga que ver con educación, salud o servicio social, pero sí tiene que ceder espacios en beneficio del pueblo.

Esto no es nuevo. Hay países de Europa, por ejemplo, en donde se obliga al Estado a fortalecer las organizaciones, justamente con el fin de prestar un mejor servicio para la sociedad. El Estado no puede con todo, no puede abarcarlo todo.

En Venezuela esto no se ha vivido nunca. El Estado siempre ha sido el monopolizador de la prestación de servicio social, pero eso está cambiando y nosotros estamos tratando de adelantarnos a ese futuro. Por eso es necesario que la sociedad aprenda a prestar servicios de educación, salud, atención a las minorías, defensa de los derechos humanos, diversidad, todo el mundo inmenso de intereses diversos que están desprotegidos.

—Mencionaba que es hora de que la sociedad venezolana aprenda a prestar algunos servicios. Sin embargo, actualmente la sociedad parece estar un poco desconectada de los problemas del país e incluso se ha visto cierta apatía hacia algunos conflictos.

—Yo no lo llamaría apatía. Más bien diría que la sociedad venezolana se puso fofa en estos temas porque nunca fue al gimnasio, nunca se vio con la obligación de hacerlo. El Estado ocupó todos esos espacios y la sociedad se acostumbró a que esto fuera así.

La sociedad civil no va a sustituir al Estado, eso no existe, esto es imposible. Pero la sociedad civil organizada tiene que ser un complemento del Estado. Eso el Estado lo va a entender tarde o temprano, así como entendió que tenía que dejar de pretender cubrir todos los ámbitos de la producción nacional. Tenemos que pasar a una Venezuela de cooperación.

—¿Cómo lograr que la sociedad se involucre más?

—Con incentivos. No solamente es un tema de conciencia o evaluación, sino también de incentivos. Por ejemplo, la inmensa cantidad de maestros que hoy no están trabajando: estoy seguro de que si se les ofrecen buenos incentivos ellos van a volver a las aulas.

Los humanos se movilizan en 50% por las cosas que les gustan, las cosas que les dan sentido. Pero el otro 50% es porque les pagan. Ambas son igualmente válidas.

La pobreza podría caer el próximo año

—En el último año se ha visto en el país una percepción de mejoría, sin embargo, la Encovi 2021 recoge datos alarmantes como que más de 90% de la población está en pobreza. ¿Cómo se puede interpretar esto? ¿De verdad hay una mejoría o es una percepción falsa?

—Las personas en general perciben mejoría o empeoramiento en función de su nivel de privación relativa. Es decir, nadie va a comparar la situación que tiene hoy con la que tenía en 2008. Usted se compara con la de marzo de 2019, cuando los apagones. Eso en primer lugar.

En segundo lugar, el nivel de pobreza al que se refiere la Encovi es a nivel de ingresos, pero desde el punto de vista de todas las demás variables, la pobreza se ubica en 60%.

Si nosotros pudiéramos medir hoy nuevamente, el nivel de pobreza sería de al menos 10 puntos menos. En los últimos seis meses la economía del país ha crecido, y si esta tendencia se mantiene el próximo año podríamos crecer de 5 a 10 puntos. Esto va a sacar de la pobreza a muchas personas.

Si se da un crecimiento económico sostenido, la pobreza a nivel de ingresos el año que viene podría caer de forma espectacular, me atrevería a decir que a 65%.

Esa sensación de cierta mejora en el segundo semestre del año es real. Sin embargo, hay que destacar que es algo que tiene las patas muy cortas. Si el gobierno quiere que el crecimiento económico persista, va a tener que obtener reconocimiento internacional. Para dar el salto de crecimiento sostenido se necesita financiamiento internacional que solo se va a dar si este es un país serio, creíble y democrático.

«Mover a la población desde la razón»

—En el ámbito político, ¿cómo afecta a la sociedad venezolana la evidente división que existe actualmente en los partidos?

—No sé hasta qué medida las divisiones dentro de la oposición puedan ser algo bueno o malo para lo que el país necesita. ¿Qué es lo que el país necesita? Un contrapeso al poder del Estado para que pueda volver a ser democrático. En ese sentido es una mala noticia porque un contrapeso dividido no va a lograr los objetivos. Más aún cuando al parecer esas divisiones tienen más que ver con ambiciones personales que con un proyecto político.

Yo sí creo que la oposición tiene un proyecto político, pero las ambiciones particulares nublan lo que debería ser el centro de la oposición, que es brindar una oferta política. Mientras la mezquindad, el egoísmo y la no percepción de la gravedad del país siga siendo subsidiaria de los intereses particulares entonces creo que ese contrapeso está muy menguado.

Por su parte, el gobierno ha cambiado. Desde 2019 se ha dado un cambio en las políticas públicas de manera importante. Pasamos de una política paternalista a una política de transferencias monetarias. No hay una política más liberal. Y todo esto con el mismo discurso de los últimos 20 o 25 años. Eso en gran medida ha sido bueno para el país.

Lo malo es que tenemos una oposición que no sabe leer lo que pasa, y mientras estemos así, las posibilidades de tener un contrapeso para recuperar la democracia nos va a costar más.

—La sociedad ante los conflictos políticos ha mostrado falta de interés. ¿Cómo recuperar la confianza?, ¿cómo hacer que el venezolano se interese nuevamente en algo que al final del día entra en sus deberes como ciudadano?

—Los movimientos sociales de 2014 o 2017 eran de carácter pasional, movieron fibra porque venían a denunciar acontecimientos que despertaban las emociones. Sin embargo, la oposición no puede seguir anclándose en este tipo de acontecimientos porque, como ya vimos, terminan en desgracia.

El problema es que hemos apostado todo siempre a lo afectivo. Es necesario tratar de movilizar a la gente desde lo racional. Hay que empezar a trabajar con la razón, la gente también tiene cabeza, no solo corazón. Y hay que trabajar con ese aspecto.

La oposición tiene que empezar a aprender un poquito de lo que ha hecho el gobierno: se ha convertido en un instrumento de políticas públicas pragmático. La oposición tiene que empezar a mover a la población desde la razón y no solamente desde el lado de la pasión. Si usted logra montar un buen argumento basado en la razón, después le metemos pasión. Hemos sufrido tanto, en todos los aspectos, que lo que las personas quieren actualmente son soluciones, quieren paz. Eso lo entendió el gobierno, pero la oposición no. Ellos siguen tratando de descubrir un nuevo tema de movilización afectiva, y no es así, deben descubrir las fallas del gobierno en las que ellos puedan brindar una alternativa y jugar con eso.

—¿Qué panorama podemos esperar para el año que viene en el ámbito político y social?

—Creo que el gobierno va a seguir tratando de construir una nueva gobernabilidad, que necesita. Sin embargo, requieren indispensablemente reconocimiento internacional y para lograr eso van a tener que conceder ciertas cosas que hasta el momento no han concedido, que son básicamente garantías democráticas.

Creo que el año que viene se van a recuperar las conversaciones entre el gobierno y la oposición, porque es parte de lo que necesita el Estado para lograr reconocimiento internacional.

Este crecimiento económico que estamos viendo tiene las patas muy corticas porque está basado en consumo esencial. El gobierno necesita estabilizarse y para ello debe llegar a algunos acuerdos con la oposición. Eso es una oportunidad para reconstruir el país desde el punto de vista económico y social, para que de aquí a dos años vayamos a una elección. Una democracia es verdadera solo si el gobierno deja de ser gobierno, y eso es lo que tenemos que lograr. Si esto se logra podemos ver una luz al final del túnel. También es importante que los venezolanos se saquen de la cabeza, sobre todo los de oposición, que las fórmulas mágicas existen. No se puede ir a dormir un día y despertar en un país democrático. Cuando se entienda esto, será posible avanzar.

@ErikaHDelaR


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