máquinas captahuellas
Máquina de votación y una máquina captahuellas, mayo 2018. Foto: Luis ROBAYO / AFP

En una comunicación que dirigimos la pasada semana a Ming Hsieh, CEO de Cogent Systems, le hacemos referencia al viaje que en 2004 hiciera desde Los Ángeles a México para encontrarse con Jorge Rodríguez, entonces rector del CNE y negociar las máquinas captahuellas. El referendo revocatorio estaba previsto para el 15 de agosto, dos meses más tarde. De regreso de ese encuentro, con maliciosa intención, Rodríguez trató de hacerle creer a los opositores que Ming Hsieh era el dueño de una misteriosa empresa de la China, con el deliberado propósito de sembrar temor al electorado opositor.

El caso es que Ming Hsieh es un estadounidense con nombre y ancestros chinos, cuyas máquinas captahuellas gozan de la más absoluta confianza de la CIA, del FBI y la seguridad doméstica del “imperialismo yanqui”.

A su regreso de México, Rodríguez firmó el Memo ORP-101/2004 que aprobaba el Sistema Automático de Identificación de Huellas Dactilares para Autenticación de Votantes Vía Satélite. Horas más tarde, Cogent Systems informó en Estados Unidos que «el presidente del CNE de Venezuela, Jorge Rodríguez» (en realidad era Carrasquero), había anunciado la selección de Cogent Systems para la verificación de huellas dactilares en el próximo referendo revocatorio presidencial.

Considerando que el CNE no contaba siquiera con el presupuesto millonario para financiar aquella improvisada ocurrencia, se acudió a Pdvsa como financiadora.

Ni el CNE ni Cogent Systems aclararon que este complejo sistema no había sido usado en otro país del mundo con un propósito electoral o de identificar votantes. Estados Unidos y la Unión Europea lo utilizan exclusivamente para identificar criminales y terroristas. En Venezuela fueron adquiridas con la condescendencia de líderes opositores arrogantes que, como ahora, aseguraban que con máquinas captahuellas o sin ellas ganaban.

El gobierno, algunos opositores y el CNE le han atribuido al sistema, arbitrariamente, una jerarquía constitucional, pues se condiciona su uso al de ejercer el derecho de votar.

Las máquinas captahuellas

Estas trapisondas de Rodríguez, con la anuencia de cierta dirigencia opositora, ha convencido al psiquiatra que su especialidad le ofrece una ventaja sobre opositores que, después de tantas elecciones perdidas, aún aseguran que con máquinas captahuellas o sin ellas, se gana cualquier elección.

Con las máquinas de votación Rodríguez intentó generar zozobra. En los inicios inventó que Smartmatic era una empresa italiana, pese a que sabía que estaba registrada en Boca Raton, Florida. Smartmatic operaba en una oficinita arrendada con dos cubículos que personalmente visitamos y sus máquinas eran originalmente de loterías fabricadas por Olivetti de Italia, transformadas en máquinas de votación para ser vendidas al CNE y desde allí esquilmar los votos de los opositores.

¿De dónde sacó el psiquiatra la idea de las máquinas captahuellas? En 2002, un francotirador oculto paralizó de miedo a Washington durante 22 días después de haber asesinado a varias personas seleccionadas aleatoriamente. Una huella dactilar que dejó su acompañante, un adolescente nacido en Jamaica apareció en una base de datos de los Servicios de Inmigración. La empresa fabricante del equipo era Cogent Systems, fundada por un ingeniero eléctrico estadounidense de origen chino llamado Ming Hsieh.

La fabricante de las máquinas captahuellas llamó la atención de Rodríguez y es la firma que finalmente se instaló en Venezuela, no para capturar algunos de los autores de los 10.000 y tantos  homicidios que ocurren anualmente en Venezuela, sino para capturar las huellas digitales de votantes opositores y con ellas dejar correr el hecho incontestable de conocer sus identidades y de esta forma atemorizarlos e inhibirlos a votar, con justa razón, para evitar las famosas represalias de este gobierno.

El sistema de Cogent System consiste en proporcionar al CNE servidores con un software que utiliza algoritmos para identificar unos 110 puntos únicos en una huella digital típica.

La idea de un servicio con estas características es tan absurda y difícil de aceptar que el liderazgo de la oposición de Venezuela es el único del planeta que la ha aprobado pese a que les han demostrado hasta la saciedad que nunca han podido ganar una elección y nunca lo harán.

Después de este gran negocio con Rodríguez, Cogent Systems aterrizó sólidamente como la número 1 en la lista de BusinessWeek, como una de las empresas de más rápido crecimiento. El reporte en los registros mercantiles de Los Ángeles, firmado en 2005 por Ming Hsieh, CEO de Cogent Systems, no deja dudas: “Tenemos el placer de reportar ingresos récord, reforzados por los incrementos en la demanda de dos de nuestros más importantes clientes: el Consejo Nacional Electoral de Venezuela (tres contratos) y la Seguridad Interna de Estados Unidos”.

Ambos, Seguridad Nacional de Estados Unidos y el gobierno bolivariano, agregó Ming Hsieh “representaron en 2005 más de 60% de los ingresos operativos de Cogent Systems”.

¿Quién es Ming Hsieh?

Ming Hsieh es un multimillonario y un filántropo que ayuda con millones en la educación de californianos. Pero es indiferente a un pobre país ubicado en estas latitudes donde sobreviven millones de pobres susceptibles de ser obligados a abstenerse a votar por miedo al gobierno e intimidados con un producto tecnológico avanzado.

Cuando estas máquinas, que sirven a la CIA, al FBI y a la seguridad doméstica de Estados Unidos, fueron adquiridas por el psiquiatra, con quien Ming Hsieh negoció en México, el comandante Hugo Chávez advertía cada semana a ese mismo pueblo cautivo de sus encantos sobre planes de invasión imperialista.

¿Cómo es que ese gobierno, histéricamente antiimperialista, canceló millones de dólares por los servicios de Cogent Systems, proveedor de seguridad de la CIA y el FBI? La explicación es que, en toda ecuación de este gobierno, están siempre presentes dos factores, una estridencia patriótica y dólares, millones de dólares.

Luis Panizo, de la Universidad de León, en España, y Mario Torre, GST de Caracas, realizaron en 2007 una amplia investigación sobre las máquinas captahuellas que titularon Technological Solutions for Electronic Voting and Guarantees of the Integrity of the Electoral Process. A Case Study. Una de sus conclusiones traducida literalmente reza: “El SVA (Voter Authentication System), tal y como está diseñado en la actualidad, realiza tareas para las que fue creado de una manera incompleta e ineficiente. Además, proporciona información privilegiada y confidencial sobre la presencia de electores en los Centros de Votación durante la votación. Esto corre el riesgo de ser utilizado como un arma política para obtener ventajas para el partido político en el poder controlando y atemorizando a la población de electores”.

Como indicamos antes, la antepasada semana nos dirigimos por escrito a Ming Hsieh, CEO de Cogent Systems, en Los Ángeles. En la comunicación le resumimos parte de lo que hemos plasmado en este reporte y, con natural preocupación y amabilidad, le requerimos que nos diera seguridades, para publicarlas en El Nacional, de que Cogent Systems no comparte o no firmó el contrato con el propósito de que el gobierno lo utilizara para intimidar al electorado opositor de Venezuela o identificar la selección del votante.

Igualmente, que nos indicara sobre la factibilidad de que el gobierno bolivariano, a través de las autoridades del CNE y el sistema de Fingerprint Scanners de Cogent Systems pudiera verificar la identidad del elector y de su selección a través del sistema que les vendió.

Después de todo este tiempo de espera Ming Hsieh no responde, lo cual nos hace pensar que el CEO de Cogent Systems, no quiere o no puede responder por el secreto del voto venezolano compelido por alguna cláusula del contrato celebrado con el CNE y negociado con Jorge Rodríguez.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!