Ledezma, Guaidó
EFE

Antonio Ledezma se dirige a Juan Guaidó con la confianza puesta en el líder que es capaz de mirar más allá de sus limitaciones. El alcalde metropolitano en el exilio espera que el presidente interino deje de ser una figura virtual y trate de hacer realidad las expectativas de cambio que pide el pueblo venezolano.

Afirma que la alianza de partidos conocida como G4, en la que participan Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, le ha colocado una camisa de fuerza que le quita independencia a la hora de tomar decisiones. Le insta a no jugar con la buena fe de los venezolanos y a no dar al traste con la solidaridad internacional.

“Las operaciones políticas se siguen haciendo con sectarismo”, señala.

“No hay mejor camino para la lucha de la resistencia que la autocrítica como mecanismo de rectificación. Este es un momento en el que hay que rectificar”, agrega.

Ledezma tiene 65 años de edad. Nació en San Juan de los Morros. Abogado de profesión. Desde 1979 tuvo experiencia parlamentaria, primero como diputado y después como senador. Fue alcalde de Caracas en varios períodos y gobernador del Distrito Federal. Fue elegido alcalde metropolitano en dos períodos. Desde 2000 encabeza Alianza Bravo Pueblo. Está en el exilio desde noviembre de 2017.

─¿En qué momento se encuentra Venezuela?

─Es un país que padece una grave escasez de alimentos, ahora de gasolina, con un deterioro progresivo de los servicios públicos, con una de las mayores tasas de criminalidad del mundo; con una economía desplomada, que tiene la hiperinflación más alta del mundo, con salarios paupérrimos; con un régimen que ha trastocado nuestro Estado de Derecho. Además, con unos altos niveles de frustración en la gente, que sobrevive sin comida, sin medicinas, sin gas ni agua.

─¿La pandemia ayudó al régimen de Maduro?

─Este es un régimen perverso que es capaz de convertir la desgracia humana en un escudo protector en su despropósito de prorrogarse en el poder. Ya estábamos en preaviso de que esta calamidad la iban a aprovechar para consolidar el secuestro de la población.

─¿El confinamiento le ha dado fortaleza?

─La brutalidad no es una fortaleza. La represión no lo es. Eso lo que devela es la profundidad de la herida que tiene el régimen. Lo que hace Maduro es apelar a esas herramientas que son repudiadas por la comunidad internacional: más represión, haciendo de Venezuela el país con más presos políticos, civiles y militares, del mundo.

─Pero mientras se mantiene en el poder…

─Se mantiene en el poder por obra y gracia de los errores. Este es un régimen que ha debido derrumbarse hace tiempo. Lamentablemente ellos han aprovechado algunas muletas para mantenerse de pie sobre las ruinas de Venezuela.

─¿Muletas cómo cuáles?

─Fueron muletas, por ejemplo, no haber dado el puntillazo en las elecciones de abril de 2013, que ganó Henrique Capriles. Yo creo que el actuó de buena fe cuando suspendió las movilizaciones, pero este tipo de regímenes está comprobado que se vencen es con la resistencia. El drama nuestro es que hemos adulterado la estrategia. Tenemos que retomar la estrategia original del 23 de enero de 2019, todos los factores políticos, más allá de nuestras diferencias y nuestros desencuentros, debemos nuclearnos en torno a Juan Guaidó. ¿Qué ha pasado?, que se han cometido errores. El proceso para hacer posible el ingreso de ayuda humanitaria desde Cúcuta en febrero del año pasado tuvo una falla de origen que fue el sectarismo de cómo se implementó eso. No se permitió que esa operación la manejaran expertos para que se entendiera que no era un simple trasvase de alimentos de Colombia a Venezuela, sino que era una batalla que tenía que terminar con una victoria temprana y ocurrió todo lo contrario.

─¿Qué otros errores destaca?

─La gente, a pesar de todo, se movilizó en febrero y marzo. Estaba en la calle, no solo en Caracas sino en toda Venezuela. Entonces surgió una fallida negociación con el régimen. Yo no digo que no se hagan esfuerzos para quebrar definitivamente esta tiranía, pero cómo íbamos a poner todos nuestros activos en una cesta que iba a terminar en las manos de Maikel Moreno o de Vladimir Padrino, que son dos comisarios políticos que le sirven a este régimen corrompido. Esa negociación nos hizo mucho daño y dio pie para que se cometiera un tercer dislate, que fue que se cambiara la movilización de calle por una negociación en una mesa en Oslo y en Barbados. Ese falso diálogo fue un anestesiante que terminó durmiendo a un pueblo que no encontraba explicación a lo sucedido. Después terminamos poniéndonos la soga al cuello facilitando la reincorporación a la Asamblea Nacional de los diputados del Partido Socialista Unido de Venezuela, que habían abandonado su función de parlamentarios. Cuando regresaron lo hicieron para socavar las bases del Parlamento. Ahí tenemos a los picados de alacranes dando un espectáculo. La falla está en el cambio de estrategia. Eso lo tenemos que evitar.

Ledezma, Guaidó
EFE «En esta coyuntura lo que cabe es una dirección muy bien acoplada, con grandeza de alma y sentido de trascendencia», señaló Ledezma

─¿Esos errores a qué se deben? ¿Se privilegian intereses de partidos o es ingenuidad?

─Cuando se lucha contra una corporación criminal no es permisible el lujo de la ingenuidad. En esta coyuntura lo que cabe es una dirección muy bien acoplada, con grandeza de alma y sentido de trascendencia. Una dirigencia que entienda que no hay lugar para privilegiar proyectos personales. Una dirigencia comprometida con una causa luminosa como es la libertad. Es un momento para líderes que estén en condiciones de enfrentar las dificultades en medio de la catástrofe. Por lo tanto, llama poderosamente la atención esta seguidilla de errores. Hay errores que terminan siendo sospechosos.

─¿Quiere decir eso que hay los que se han aprovechado para mantener vigencia política a pesar de que no haya una solución a los problemas de los venezolanos?

─Guaidó terminó siendo cabeza de un gobierno interino parlamentario, por lo tanto, ese gobierno de hecho es la versión del cogollo en tiempos de dictadura. El G4 le ha colocado una camisa de fuerza a Guaidó. Todas las decisiones son responsabilidad del G4, tanto lo bueno como lo malo. Los errores los está facturando la gente. Un gobierno no solo puede ser bueno para designar embajadores o funcionarios. Hay que compartir la factura.

─¿Ese gobierno interino parlamentario del que habla, debe cambiar?

─En un papel de trabajo, Alianza Bravo Pueblo estableció los términos para un gobierno de salvación nacional. Esos son los trazos que más adelante propusimos desde Soy Venezuela, María Corina Machado, Diego Arria y yo. Esa idea sigue latente.

Ledezma, Guaidó
EFE «Guaidó es cabeza de un gobierno de transición, pero tiene que ejercer a plenitud su misión de presidente interino», afirmó el alcalde metropolitano en el exilio

─¿Guaidó sigue siendo una opción en estos momentos?

─Tenemos el reconocimiento de 60 países. Él es cabeza de un gobierno de transición, pero tiene que ejercer a plenitud su misión de presidente interino. Guaidó ha tenido el respaldo de los venezolanos y el reconocimiento internacional. Ese capital no se puede tirar por el barranco. Aún hay tiempo de rectificar.

─¿Se está tirando por el barranco el capital conseguido?

─Cuando tú privilegias factores que quieren desembocar en unas elecciones parlamentarias eso es terminar de sepultar la esperanza y darle el palo a la lámpara. Meternos en una elección parlamentaria con Maduro usurpando los poderes es dejar de lado finalmente el cese de la usurpación, porque le daría legitimidad. El que va a cesar es Guaidó. No podemos jugar con la buena fe de los venezolanos ni abusar de la solidaridad internacional.

─¿Es incoherente el acuerdo entre el régimen y el gobierno interino sobre la pandemia?

─Es que en Venezuela hay un solo gobierno que es el que encabeza Guaidó. No puedo avalar, con el argumento humanitario de que vamos a salvar vidas, que tenemos que suscribir este tipo de pergaminos con el régimen. Pensar que esta gente no va a manipular este tipo de acuerdos es no estar con los pies sobre la tierra. Así actúan ellos. Cuando manipulan lo que intentan es desmoralizar a la ciudadanía. Todo lo que se ponga en manos de esta tiranía termina en los bolsillos de los corruptos. Esta gente es capaz de robarle el tetero al Niño Jesús.

─¿Cuáles entonces deberían ser los próximos pasos?

─En primer lugar, Guaidó debería despejar las dudas y decirle a Venezuela que no avala ningún proceso de elecciones parlamentarias mientras Maduro siga usurpando los poderes públicos. Ese sería un buen punto de partida. En segundo lugar, creo que Guaidó debe dar demostraciones de que preserva una buena dosis de auctoritas, asumiendo la presidencia de manera absoluta. Que vea más allá del G4 y rompa con el sectarismo político que ha hecho mucho daño. En tercer lugar, que termine de consolidar la tesis del gobierno de salvación nacional, de la que hemos venido hablando en las últimas semanas. Lo otro es que pueda apalancar la solicitud de responsabilidad de proteger que tiene la comunidad internacional, que es un mecanismo legítimo que tiene la Organización de las Naciones Unidas. Es una obligación de proteger no solo los intereses de Venezuela. Están en juego los intereses de la paz de Colombia, de Brasil, de Estados Unidos y de los pueblos del hemisferio. En Venezuela hay gente de Hamas, de Al Qaeda, de Hezbolá, capitaneados por la meca del terrorismo que es Irán. Este cuento de que la operación con Irán es para mejorar la refinería de El Palito se lo podrán creer los ingenuos. Hay informaciones de que lo que están es tratando de instalar una base misilística en Paraguaná y consolidar una base militar en La Orchila. Guaidó tiene allí un abanico de opciones.

─En síntesis, ¿a Guaidó se le pide que gobierne?

­─Eso es lo que le está pidiendo la gente. Que pase de lo virtual a lo real. Para eso se requiere un gran apoyo, como el que tuvo el 23 de enero del año pasado.

─¿Y usted cree que en este momento cuenta con ese apoyo?

─Hay mucha incertidumbre. Solo tratamos de hacer sonar campanas para que se consideren los distintos puntos de vista. A mí en lo personal me anima la buena fe.

─¿Desde cuándo no habla personalmente con Guaidó?

─Desde finales de febrero. Hace más de tres meses.


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