desechos hospitalarios
Un cormorán neotrópico (Phalacrocorax brasilianus) permanece en el tronco de un árbol seco entre la basura, incluidos los desechos plásticos, en las playas de Paparo en el estado Miranda, Venezuela, el 6 de junio de 2023. Foto: Yuri CORTEZ / AFP

Jeringas, agujas, catéteres, tubos para tomar muestras… desechos hospitalarios, algunos con restos de sangre, sobresalen en una montaña de basura que desemboca al mar tras recorrer el muy contaminado río Guaire que atraviesa Caracas.

Están esparcidos en la arena entre una pestilente alfombra de envases plásticos.

La desembocadura se abre en las playas de Paparo, pueblo con cerca de 3.000 habitantes en el estado Miranda, aproximadamente a 130 kilómetros de Caracas. Un pequeño árbol de mangle trata de abrirse paso entre los desechos. Otros han muerto al no lograr sobrepasar la espesa capa de plásticos que asfixia la arena.

«Mantener limpia la playa es quererla», se lee en una vieja valla metálica.

Pero allí llegan las aguas del río Tuy, que recibe las contaminadas corrientes del Guaire, un caudal de aguas servidas que atraviesa la capital de Venezuela.

Los desechos hospitalarios, cuya manipulación debe regirse por estrictos protocolos que incluyen separación en recipientes según su grado de riesgo, no son nuevos en la playa de Paparo donde agujas sobresalen de la arena.

Llegan al mar en garrafas de agua mineral llenas de esos materiales descartados, asegura Héctor Manuel Blanco, quien a los 61 años de edad camina entre la alfombra de desechos en busca de trozos de bambú para venderlos.

En esos envases hay «mangueritas, agujas, jeringas», sigue Blanco. Y «los muchachitos empiezan a romper esas perolas para sacar eso, sacan las agujas» para jugar.

Los desechos médicos con rastros de sangre se ven junto a la orilla de las playas de Paparo en el estado Miranda, Venezuela, el 6 de junio de 2023. Foto: Yuri CORTEZ / AFP

Desechos hospitalarios: potencial de infección

Las agujas por ejemplo, «se consideran la categoría de desechos hospitalarios más peligrosa debido al riesgo de lesiones por pinchazos, que entrañan un alto potencial de infección», según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El sistema público de salud de Venezuela está colapsado desde hace décadas. Muchos incineradores no funcionan o lo hacen a medias, además de que la falta de políticas para la clasificación y manejo de desechos en general agrava la situación.

Aunque pocos, voluntarios han recolectado algunos materiales hospitalarios en las costas, apunta Luisa Escobar, al frente de la ONG Fudena, que recolecta y clasifica desechos en playas desde hace más de 30 años.

En octubre de 2022, por ejemplo, hallaron desechos hospitalarios, incluidas hojillas quirúrgicas, en una botella plástica de refresco en un cayo del paradisíaco Parque Nacional Morrocoy.

La ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) impulsa un programa para la gestión de esos desechos.

En un hospital en Puerto Ayacucho «hemos instalado un incinerador de alta potencia para apoyar el manejo de desechos médicos que se producen en el hospital y en los centros de salud urbanos ubicados alrededor de la ciudad», explicó a la AFP Héctor Blanco, supervisor de Agua y Saneamiento de MSF en el estado.

«Vemos una disposición por fortalecer los procesos y sistemas necesarios para una gestión segura de desechos médicos», agregó.

Un pescador arroja su red de pie a orillas de un canal de drenaje que lleva desechos plásticos y basura. Foto: Yuri CORTEZ / AFP

Promesa incumplida

El Guaire es la principal vía de desagüe de las aguas residuales de Caracas y por más de un siglo ha estado contaminado, pero aún más desde inicios del siglo XXI. El presidente Hugo Chávez llegó a prometer su limpieza en 2005, pero nunca se concretó.

Mientras, en Paparo se acumula la basura, que aumenta en la época de lluvia.

Habitantes locales pescan cerca de los desechos, mientras bandadas de aves marinas buscan presas entre el caos.

«Esta basura viene bajando de Caracas» formando «una cama de plástico», señaló Luis Hernández, pescador de 53 años de edead.

«Antes era una belleza, limpiecita, con matas de coco por todos lados», lamentó.


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