venezolana muere por neumonía
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Isamar Rengifo, venezolana de 27 años de edad, murió recientemente de neumonía, aseguró Melissa Evaristo, su concuñada. Denunció en Twitter que a la mujer no quisieron atenderla en los hospitales centinelas por miedo a que estuviera contagiada de coronavirus.

Evaristo aclaró inicialmente que Rengifo no murió por covid-19, como se había rumoreado en las redes sociales y a través de WhatsApp. Aseguró que la prueba de despistaje que le hicieron a la víctima dio negativo.

Narró que la situación de su concuñada comenzó el martes 24 de marzo, cuando comenzó a vomitar y sentía debilidad y dolor en la espalda. Ante esos síntomas, se dirigió a Salud Chacao para recibir atención médica, pero estaban fumigando.

«Esperaron y cuando la atendieron le dijeron que eso era por estrés de la cuarentena. Le pusieron suero y la mandaron a su casa», expresó Evaristo.

Al día siguiente, miércoles, Rengifo seguía con el malestar. Acudió entonces a un centro de salud donde le hicieron exámenes hematológicos, de orina y de embarazo.

Le diagnosticaron gastritis, le aplicaron un medicamento para las náuseas y suero, y la mandaron para su hogar.

«Dentro del tratamiento había varias pastillas para los síntomas, menos protector gástrico. Eventualmente, un doctor amigo se lo recetó. Ella apenas comía por las náuseas que no se iban, la migraña que la aturdía y tenía mucha debilidad», agregó.

La paciente se mantuvo así hasta el viernes 27 de marzo, cuando se dirigió al ambulatorio de El Hatillo. Según la concuñada, la auscultaron y le hicieron pruebas pulmonares, pero le dijeron que todo se encontraba bien y la mandaron para su casa.

«Todos los médicos decían que ella no tenía covid-19, que se quedara tranquila», dijo.

El sábado comenzó a sentir ardor al orinar y acudió nuevamente a practicarse un examen de laboratorio, pero no salió nada. Desde temprano, prosiguió Evaristo, la mujer comenzó a toser incansablemente. Pensaron incluso que era alérgica al tapaboca.

«El sábado en la noche la llevaron a Salud Chacao. No la querían recibir por temor a que fuera coronavirus. La recibió un doctor que la revisó y dijo que eso era tos alérgica, y la despachó. Mi concuñada nunca dejó de toser y no pudo dormir. Mis suegros y cuñado, desesperados, le dieron jarabes, antialérgicos y hasta la nebulizaron, y nada funcionó», contó.

El domingo no podía caminar ni respirar. Sus familiares la llevaron al ambulatorio de El Hatillo nuevamente y fue cuando, según afirmó, Evaristo, comenzó la pesadilla.

Rengifo no podía estar sin oxígeno y tuvo que ser reanimada. Los médicos del ambulatorio la mandaron a hacerse rayos X de tórax. Los familiares llamaron a cuatro clínicas de la zona y solo una respondió.

«Para allá fue. Recibieron a los familiares con regaños y maltratos, que ellos no tenían la capacidad de atenderla en ese estado tan grave. Le hicieron los rayos X y lo que se vio es que tenía una neumonía muy grave y avanzada. Que ella solo podía respirar con oxígeno. Si daba 10 pasos respirando por sí misma le iba a dar un paro», expresó.

Los familiares tuvieron que buscar una ambulancia con oxígeno. Dos, según Evaristo, colgaron el teléfono pensando que tenía coronavirus, hasta que finalmente pudieron conseguir una para trasladarla. La llevaron al Hospital Clínico Universitario.

«Aunque no tenían camas disponibles, la recibieron. La examinaron y notificaron que ella solo tenía 20% de capacidad pulmonar, que requería de unidad de cuidados intensivos y ellos no disponían de eso», afirmó.

Luego fue trasladada al Hospital Pérez de León. Tenían orden, pero no la quisieron recibir, a pesar de que los familiares estaban llorando. Tuvieron que llevarla entonces al Hospital Domingo Luciani, donde tampoco la aceptaron, ni en el Hospital Pérez Carreño.

«El tiempo se acababa. Tenía tres horas con oxígeno, pero sin estabilizarse. Acudimos a un familiar militar, quien dio la orden de que la aceptaran en el Pérez de León mientras una ambulancia la buscaba para llevarla a Los Teques. Otra vez en el Pérez de León, con ordenes superiores, no pusieron ninguna protesta. La recibieron y la examinaron y dijeron que ella estaba muy delicada para trasladarla. Mi concuñada empezó a tener paros respiratorios, la reanimaron tres veces y la tuvieron que intubar».

A las 4:00 am del lunes 30 de marzo, Rengifo sufrió cinco paros más y no aguantó. Falleció.

«Le extrajeron cinco litros de agua de los pulmones. El doctor no se explicaba que pasó, ni él mismo estaba seguro si había sido por coronavirus. Ninguno de los hospitales la quiso admitir hasta que el tráfico de influencias pudo lograr algo. Perdimos valioso tiempo que pudo haber servido si hubieran dejado a un lado el miedo al covid-19, ya que son hospitales centinelas», lamentó.

Evaristo dijo que en un intento de los familiares, mientras ocurría todo, llamaron a una clínica privada que solo por una noche en cuidados intensivos les estaba cobrando 5.000 dólares.

Continuó la pesadilla

La pesadilla continuó después de la muerte de Rengifo. La concuñada manifestó que para entregarle el cuerpo a los familiares debían someterse al despistaje todas las personas que habían tenido contacto directo con ella.

«Nos aseguraron que había arrojado positivo. Cuando llegaron las enfermeras a hacernos el despistaje nos dijeron que todavía no se sabía nada. De esta forma, ocho personas terminamos haciéndonos el despistaje sin saber siquiera si ella había dado positivo»,. añadió.

El martes 31 de marzo, les informaron que los resultados habían arrojado negativo.

«La negligencia médica fue la culpable por la muerte de mi querida concuñada. No solo por mal diagnóstico, sino por todos los sitios que nos quisieron admitir. En medio de todo el dolor, familiares y conocidos empezaron a difundir que ella tenía coronavirus y que no la habían contabilizado, con fotos y audios de mi cuñado, quien esta desconsolado. No habían esperado el resultado del examen. Querían lo mediático», dijo.


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