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Los Médanos de Coro. Una gandola atraviesa el desvío para ingresar a la carretera que atraviesa el istmo. Una carretera con poca señalización da la bienvenida a Paraguaná. Foto: José Gregorio Meza

Paraguaná agoniza. En la península, donde el presidente Nicolás Maduro anunció que instalaría nuevas bases militares para hacer creer que combate el narcotráfico, el servicio eléctrico falla todos los días, incluso varias veces por incontables horas, y el agua potable llega a las casas de los pobladores con suerte una vez al mes, siempre por menos de una semana.

Los vecinos de la región de 3.405 kilómetros cuadrados situada al norte del estado Falcón, a 600 kilómetros de Caracas, hacen gala de una paciencia extrema, que se confunde muchas veces con la resignación, y nunca falta el buen humor.

La electricidad falla a diario. Hay zonas que pueden quedarse sin el servicio por varios días. Sin luz y sin viento, una situación que ningún habitante quiere que suceda, los zancudos hacen de las suyas. El festín comienza a partir de las 6:00 pm cuando los mosquitos toman el control para cederlo solo parcialmente a la mañana siguiente.

Paraguaná destruido

Casas destruidas, con maleza, con paredes desconchadas, con grietas y la pintura sucia, amarillenta, luchan por mantenerse en pie y no caer ante la embestida del tiempo y de la imposibilidad de hacerles mantenimiento. Los techos tienen goteras, los cableados están defectuosos.  Se envejece. Hace rato que todo está marchito. Muere lentamente. Agoniza.

Los habitantes de Paraguaná se adaptaron a vivir sin electricidad y con racionamiento de agua permanente, le dan la vuelta y buscan alternativas. Los más pudientes compraron plantas eléctricas. La gran mayoría tiene tanques para almacenar el agua.

La Puerta, en Punta Cardón, parece tener un resurgir. “El centro de Punto Fijo se murió. Allí solo funcionan los chinos. Después de las 2:00 pm no hay nada abierto”, dice Eneida, una vecina de la otrora pujante población.

En la urbanización Zarabón, por ejemplo, se palpa la congoja, la tribulación, una otrora zona pujante que ya no puede más. Sus casas fueron de personal que trabajó en Petróleos de Venezuela. Muchos se fueron. Quedaron los viejos o algún amigo o familiar cuidando. Cada trabajo de reparación es costoso, siempre lo fue, porque ya se acumulan años de desgaste.

Punto Fijo, por su parte, se muestra como una ciudad poco agraciada, a la que ya no vale la pena llegar. Un recorrido por los alrededores de la Base Naval, dejan ver un Parque Metropolitano casi en ruinas y un estadio que desde hace rato quedó para poca cosa.

Puerto Guaranao. Funciona el Seniat. Foto: José Gregorio Meza

Nuevas tiendas y bodegones

Sigue funcionando la aduana. También el puerto. Está Mundo Daka, también Multimax Store. Hay nuevas tiendas y abundan los bodegones. Hay asimismo nuevos restaurantes. Está Paraguaná Mall, Las Virtudes y el Centro Comercial Sambil luce remozado: hay aire acondicionado a toda potencia y bastantes tiendas abiertas. Funciona la feria de la comida. En algunos lugares, eso sí, trabajan con limitaciones, no pasa la tarjeta o las máquinas de café, por ejemplo, no expenden todo lo que se oferta. El esfuerzo, sin embargo, hay que enaltecerlo. Muchos de esos trabajadores ganan sueldo mínimo y no cuentan con ningún tipo de beneficio social.

Los pobladores de Paraguaná dependen en gran medida de Pdvsa, muchos trabajan allí o en contratistas que le prestan servicio a la estatal petrolera, a pesar de que se retrasa con los pagos o impone sus condiciones. Otros laboran para los gobiernos regional y local.

Víctor Clark es el gobernador del estado. Pertenece al Partido Socialista Unido de Venezuela. Fue electo por la mayor minoría, ya que ganó los comicios debido a que la oposición presentó tres candidatos distintos, Eliezer Sirit, Daniel Barrios y Aldo Cermeño, en los que se dispersaron los votos.

Clark es conocido por su inacción y por dejar, y quién sabe si beneficiarse, que los negocios turbios en la región sigan adelante: contrabando y narcotráfico. Lo dicen los mismos vecinos.

La agonía de Paraguaná: la electricidad falla todos los días y el agua potable, con suerte, llega una vez al mes
Atardecer en el Club Náutico. Punta Cardón. Foto: José Gregorio Meza

Turismo en Paraguaná

En contraste, Paraguaná sigue siendo una de las zonas más bellas de Venezuela. Su potencial turístico se mantiene intacto. La gastronomía es espectacular, hay ofertas y presupuesto para todos los gustos.

Para llegar a Paraguaná desde Caracas lo mejor es irse por tierra. Al Josefa Camejo, el aeropuerto que sirve a la península, no hay vuelos diarios. Tres líneas mantienen viajes directos: Avior, Venezolana y Conviasa, aunque la oferta es escasa.

Por tierra son poco menos de 600 kilómetros de distancia. La Autopista Regional del Centro, primero, y luego la carretera de Las Trincheras y la vía a Morón, aunque no permiten desarrollar grandes velocidades por la falta de mantenimiento a pesar de que ya se han instalado varios peajes, están decentes en comparación a lo que viene después. Al pasar Tucacas, ya en Falcón, comienza el calvario. De ahí a Tocópero, al menos, hay que ir con mucho cuidado por los huecos, cortes de carretera y falta de señalización. De noche es imposible viajar a menos que se quiera arriesgar la vida.

En el camino hay varias estaciones de servicio que prestan funcionamiento a precios internacionales.

La agonía de Paraguaná: la electricidad falla todos los días y el agua potable, con suerte, llega una vez al mes
Peaje Los Médanos en la vía Coro-Punto Fijo. Foto: José Gregorio Meza

Ya en Coro, antes de tomar hacia Paraguaná, se encuentra el Parque Nacional Los Médanos. La carretera está afectada y, a pesar de que hay algún letrero y en el día hay trabajadores indicando el camino, de noche es a riesgo, sin ninguna luz ni señal que indique por dónde movilizarse. A pocos metros hay otro peaje que, como todos los que hay en el país, cobra un bolívar a los vehículos livianos.

Los Médanos son atrayentes por sí mismos, no necesitan gran cosa. Tampoco el gobierno hace mucho. En esa parada hay una caseta donde se venden algunas franelas y vasos. Hay un letrero que ofrece señal de internet gratis, pero es mentira, no sirve.

La carretera que atraviesa el istmo hace años que no se le hace ningún trabajo. No hay iluminación y la pintura está gastada, donde todavía se ve.

La agonía de Paraguaná: la electricidad falla todos los días y el agua potable, con suerte, llega una vez al mes
Una caseta turística en la parada de Los Médanos de Coro. Foto: José Gregorio Meza

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