El cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Caracas, espera que la canonización del doctor José Gregorio Hernández se realice el próximo año.
Desde el estado Guárico, Porras detalló la necesidad crucial de obtener la confirmación del segundo milagro atribuido al beato venezolano.
Resaltó además la expectación de la Iglesia venezolana por recibir noticias sobre la canonización en el transcurso de este o el próximo año.
El cardenal Baltazar Porras precisó desde el estado #Guárico que esperan la canonización del Dr. José Gregorio Hernández para el 2025.
Apuntó que aún se encuentra en evaluación el reconocimiento de un segundo milagro del beato, por el que posiblemente el año que viene el papa… pic.twitter.com/5aCfbKvGOg
— VPItv (@VPITV) February 9, 2024
El arzobispo, en entrevista a VPITV, dijo que el papa Francisco ha desarrollado un especial afecto por el «Médico de los pobres», designándolo copatrono de la Cátedra de la paz.
La Iglesia venezolana le acredita Hernández varios milagros, pero el Vaticano lo declaró como beato por la intercesión milagrosa de la niña Yauxy Solórzano, quien sobrevivió a una herida en la cabeza por un arma de fuego.
El segundo milagro
En cuanto al segundo milagro, se trata de la conmovedora historia del empresario venezolano Gonzalo Morales Divo, la cual se presenta como un testimonio impactante que allana el camino hacia la posible santidad del Beato José Gregorio Hernández.
Morales Divo, residente en Miami, experimentó una falla multiorgánica que amenazaba su vida. Pero su recuperación milagrosa tras ver la imagen del doctor Hernández en dos ocasiones refleja un acontecimiento extraordinario.
Después de semanas en coma inducido, Morales Divo, contra todo pronóstico médico, logró una recuperación sorprendente.
Este episodio, lleno de fe y esperanza, destaca la vigencia y relevancia del Beato José Gregorio Hernández, no solo como un médico ejemplar sino también como un símbolo de compasión y humildad.
La posible canonización del Beato Hernández no solo resonaría en Venezuela sino también en toda Latinoamérica, simbolizando un reconocimiento a la santidad vivida más allá de los confines clericales tradicionales.