Venezuela en el último lugar del ranking de países que luchan contra la corrupción
Foto: YURI CORTEZ / AFP

Nicolás Maduro disfruta estos días de uno de sus mejores momentos al frente del país. Casi todo le sale bien y lo que no es así, lo disfraza a través de la poderosa maquinaría de la propaganda revolucionaria. En pocos días, al «hijo de Chávez» le han ratificado como presidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), lo que conlleva su candidatura presidencial para 2024, y ha impuesto un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) a su medida, con la consiguiente impunidad prorrogada, señaló El Mundo en un artículo publicado este sábado.

En el trabajo, escrito por Daniel Lozano, se indica que hasta de su propia red social, VENapp, disfruta el mandamás revolucionario, quien también se atreve con videos surrealistas en Tik-Tok, como aquel en el que narra que había subido a un taxi en Maracay, algo inverosímil. «El taxista me preguntó en qué iba a pagar: dólares, rublos, yuanes, rupias, petros, bitcoins. Yo hice pim pum pam (sobre el teléfono portátil) y pagué en petros (criptomoneda bolivariana de escaso impacto en Venezuela). Y él (taxista), feliz».

El mandatario olvidó en su ficción incluir la moneda nacional, los bolívares, continúa. Poco importa: el «presidente pueblo» está atornillado como nunca en su trono del Palacio de Miraflores, tanto que se ha impuesto una fecha en el horizonte para seguir al mando: 2030. Al menos, de momento.

Maduro y el bono de 10.000 bolívares

Para celebrar la coyuntura, el líder chavista ha puesto en marcha una nueva campaña «de circo, pero sin pan suficiente», como la define el politólogo Luis Salamanca, ex rector del Consejo Nacional Electoral (CNE). Maduro anunció su medida estrella en la concentración del Primero de mayo, aunque se han necesitado varios días para desmenuzarla. Se trata de un bono de 10.000 bolívares (2.120 euros) «para reparar y compensar en algo a los jubilados», avanzó el jefe chavista, que tradicionalmente aprovechaba este día para ratificar una subida del salario mínimo, que esta vez no llegó.

El impacto inicial fue tremendo: los jubilados y pensionados figuran entre las grandes víctimas del fracaso económico bolivariano, ya que han resistido la gran crisis durante años con pagos que iban desde 1 euro hasta 20, como mucho. El primer cuestionamiento es que los beneficiados serán sólo los jubilados desde 1 de enero de 2018 hasta la actualidad, precisamente los más activos en las protestas que se suceden en este colectivo. Un grupo muy pequeño: 120.000 de los cinco millones que el propio gobierno calcula.

«Jubilados antes del año 2018, el régimen los considera muertos», ironizó de inmediato el escritor Luis Chumaceiro. «Es un bono discriminatorio», abundó el Comité de Derechos Humanos de los Pensionados.

La vicepresidenta Delcy Rodríguez fue la encargada de detallar ante la opinión pública que además sólo percibirán 179 euros de forma mensual durante un año. Y nada para la inmensa mayoría, precisamente los más longevos y con más necesidades, que actualmente reciben alrededor de 27 euros al mes cuando los precios de alimentos y productos básicos en Venezuela son muy parecidos a los españoles.

«Construiremos la máxima felicidad del pueblo e impulsaremos el desarrollo de la economía, nos sobrepondremos a las adversidades. ¡Venceremos!», clamó Maduro, vestido de falso Rey Midas no sólo para sus ciudadanos, también para los aliados del exterior.

Nicolás Maduro
Maduro se dirige a los trabajadores el Primero de Mayo en Caracas. Foto: Yuri CORTEZ / AFP)

Campaña de blanqueamiento

El mandatario, principal aliado de Vladimir Putin en la región, empieza a cobrar los primeros frutos de la campaña de blanqueamiento promovida desde Caracas a través de sus socios y del Grupo de Puebla. El apoyo directo del presidente argentino Alberto Fernández, dispuesto a mirar a otro lado ante los violaciones de derechos humanos en Venezuela, es sólo un anticipo de lo que vendrá a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

El «conductor de victorias» aprovechó la mano tendida desde Buenos Aires para condonar 370 millones en deuda a Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Dominica y San Cristóbal y Nieves, clásicos aliados caribeños en instancias internacionales gracias a PetroCaribe. Todo ello ante el estupor de la oposición y cuando los grandes servicios públicos del país están desmantelados.

La noticia sorprendió porque se trata de un dejá-vù de la época en la que Hugo Chávez levantó un entramado de alianzas gracias al despilfarro de miles de millones a través de la petrodiplomacia y con el precio del barril en torno a los 200 dólares. Algo que parecía olvidado en el país más pobre de la región, junto a Haití.

«Maduro quiere aprovechar el contexto de altos precios petroleros para seguir recuperando su legitimidad internacional en la región, complicando muchísimo la posición del gobierno estadounidense. Hay varios países que están interesados en poder recibir petróleo venezolano y están presionando a Washington para que permita la restitución de esas relaciones comerciales con Maduro y PDVSA a pesar de las sanciones», desveló para El Mundo el internacionalista Mariano de Alba.

En paralelo, también han regresado los envíos de diesel a Cuba, país que depende de las importaciones de combustible y que ha contado durante dos décadas con el apoyo bolivariano. El diesel es fundamental para impedir los apagones en la isla, ya que es el que abastece a su sistema eléctrico.

Un hombre sostiene un afiche de Maduro durante la conmemoración del Día del Trabajador. Foto: Yuri CORTEZ / AFP

Contexto favorable

«La percepción dentro de la facción dominante en el gobierno de Maduro es que el actual contexto de aumento de los precios petroleros y el aumento de la demanda por fuentes energéticas durará un buen tiempo y le permitirá generar un nivel de ingresos inédito en comparación con los últimos seis años. Así que apuestan que la condonación no tendrá un gran impacto en el estado de las arcas venezolanas», añadió De Alba, asesor senior del International Crisis Group, quien no obstante cree que el gobierno peca de excesivo optimismo en sus cálculos.

Regalos con truco dentro y fuera del país, que incluyen festivales de salsa y de merengue para dar la sensación de que el eslogan «Venezuela se arregló» es cierto. «Qué manera de burlarse del sufrimiento de todo un país. Pero hagan lo que hagan no podrán esconder la pobreza, el hambre, la violación de derechos humanos y la ausencia de libertad y democracia», sentenció el dirigente opositor Andrés Velásquez.


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