covid-19
Foto: EFE/ Miguel Gutiérrez

Cuatro familiares con covid-19, cero ahorros y un sistema de salud colapsado: a Gabriela Rodríguez no le quedó más opción que pedir dinero por GoFundMe, una práctica cada vez más común en este país en crisis y golpeado por las sanciones.

«Esto ha sido una pesadilla, un horror. Tuve que empeñar mi carro (…), que recurrir al GoFundMe», contó a la AFP Rodríguez, de 31 años de edad. De no ser por estas ayudas, estaría «enterrando a mi mamá ahorita», logró articular antes de que se le quebrara la voz.

Venezuela atraviesa una segunda ola del covid-19, que las autoridades del régimen de Nicolás Maduro aseguran es más virulenta y vinculan con variantes brasileñas.

El régimen reconoce unos 165.000 casos y casi 1.700 muertos, números que organizaciones no gubernamentales como Human Rights Watch han cuestionado al considerar que existe un elevado subregistro.

Conseguir cupo en un hospital público es cada vez más difícil y los precios en las clínicas privadas, de 1.000 a 3.000 dólares diarios, son inalcanzables para la mayoría en el país, que está en recesión y donde el sueldo mínimo no llega a un dólar.

Hay quienes piden directamente en redes sociales insumos como bombonas de oxígeno, medicamentos, ampollas, disponibles en dólares, la moneda de facto ante la brutal depreciación del bolívar local y al que no todos tienen acceso.

Ya antes de la pandemia, muchos venezolanos pedían contribuciones por Internet para un sinfín de causas, pero desde que despuntó la pandemia las redes se han inundado de pedidos de ayuda.

«No hay otro mecanismo sino ese. Es GoFundMe o morirse«, dijo María Angelina Castillo, que abrió su campaña al inicio del confinamiento por la pandemia, pero para tratar un cáncer de piel que le diagnosticaron en febrero de 2020 y que hizo metástasis en su nariz, ganglios e hígado.

«Pura caridad»

Una cantante famosa y hasta un político han solicitado ayuda para costear gastos hospitalarios por el virus. Un animador de televisión, que acudió también a la plataforma, perdió la batalla en el camino.

Basta con escribir «Venezuela covid-19» en el buscador de GoFundMe para que una avalancha de más de 2.300 campañas cubran la pantalla. Muchas son abiertas por familiares en el exterior porque se necesita una cuenta bancaria en moneda extranjera.

«Ayúdame a salvarle la vida a mi mamá», «Luchando caso severo de covid-19 en Venezuela», «Ayuda a mi abuelita a superar el covid-19», se titulan algunas.

«Sé que a nadie le sobra el dinero (…) estaría muy agradecida si pudieses apoyar con un donativo, no importa si es lo más mínimo«, escribió Rodríguez en la suya.

Ha capitalizado ya 1.075 dólares de una meta de 5.000, gracias a la pura caridad de amigos y conocidos.

Con la pandemia perdió su trabajo en una agencia de viajes y se sostenía administrando redes sociales por 80 dólares mensuales, que se diluyen frente a los 300 dólares que necesita a diario para el tratamiento de su mamá de 59 años de edad, la primera en enfermarse, de sus abuelos de 80 y 67 años y de un primo de 52 años.

Rodríguez los atiende en su casa en Caracas, al no poder hospitalizarlos. «Cuando empezó la crisis con mi mamá no me la recibieron en ningún lado, fue la desesperación más grande que he tenido en mi vida«, recuerda.

«Colapso grande»

Datos del régimen indican que hay 23.500 camas disponibles en todo el país, pero la demanda está superando ostensiblemente la oferta, explicó a la AFP el doctor Jaime Lorenzo, de la ONG Médicos Unidos  Venezuela.

«El colapso es muy grande. Las consecuencias que están ocurriendo las estamos viendo en las redes».

Nicolás Maduro reconoció por estos días que ha aumentado la ocupación en las camas hospitalarias, sin ahondar en detalles.

Mauro Zambrano, dirigente sindical de hospitales y clínicas de Caracas, aseguró que en la capital las clínicas están copadas totalmente, igual que los hospitales.

Venezuela tiene la meta de inocular a 70% de sus 30 millones de habitantes antes de que termine el año, pero hasta ahora ha recibido menos de 1 millón de dosis de la vacuna rusa Sputnik V y de la china Sinopharm, que se han aplicado a trabajadores de la salud, educadores y políticos.


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