Citgo Venezuela
Foto: AFP

La Fundación Simón Bolívar de Citgo organizó un seminario web en el que participaron expertos en desarrollo internacional y ayuda humanitaria, quienes indicaron que aunque la pandemia ha afectado enormemente a toda América Latina, el caso de Venezuela es aun más dramático debido al colapso económico previo.

«En ese contexto, las organizaciones no gubernamentales y otros grupos filantrópicos privados tienen cada vez más importancia para abordar el deterioro de la crisis humanitaria en Venezuela», opinaron los panelistas.

Se refirieron a la hiperinflación, las dificultades del sector privado, la disminución de las reservas de divisas y el desempleo masivo como situaciones que no son responsabilidad de la pandemia en el caso venezolano, pues estaban arraigadas en el país antes del surgimiento y expansión del covid-19.

En la pobreza y sin salarios

«Los hogares venezolanos ahora dependen significativamente de las remesas y no de los salarios para satisfacer sus necesidades  básicas», puntualizó la Fundación Simón Bolívar en el resumen del semanario.

Y agregó: «El covid-19 es una crisis dentro de la emergencia humanitaria compleja de Venezuela. Catorce millones, de los 27 millones de ciudadanos del país luchan ahora por satisfacer necesidades humanitarias básicas como la nutrición, la salud o la subsistencia económica. 95% de la población vive en la pobreza y casi 70% de los venezolanos vive en la pobreza extrema».

Migrantes

También se mencionó la diáspora que ha llevado a más de 5 millones de connacionales a cruzar las fronteras, ocasionando también una crisis migratoria en los países vecinos.

«La pandemia ha golpeado duramente a los refugiados venezolanos, una de las poblaciones más vulnerables del mundo, y ha afectado gravemente su salud, bienestar social y económico. Esta situación ha reducido el envío de remesas a Venezuela, hoy una de las fuentes de ingreso más importantes del país, casi al nivel de los ingresos del petróleo que durante mucho tiempo ha sido la base económica de la nación», precisa el documento.

Crisis de salud

En lo referente a la alimentación y la salud, la Red de Información sobre Seguridad Alimentaria, confirmó que Venezuela sufre la cuarta peor crisis alimentaria del mundo, solo por detrás de Yemen, la República Democrática del Congo y Afganistán. Puesto que ocupa previo a la pandemia.

«De particular preocupación fueron las advertencias de los panelistas sobre la desnutrición severa, particularmente entre las madres y los niños de 5 años o menos, con aumentos preocupantes en las tasas de mortalidad», indica.

Sin vacunas

Asimismo, en el seminario se alertó sobre los riesgos con respecto a retrasos en la vacunación este año en Venezuela, lo cual podría derivar en la proliferación de otras enfermedades infecciosas.

«La crisis de salud se ha visto agravada por el colapso de los hospitales y la infraestructura de atención médica de la nación. Miles de profesionales de la salud se vieron obligados a abandonar el país, y la tasa de mortalidad entre quienes se han quedado son elevadas porque no tienen protecciones mínimas para combatir el aumento de covid-19», se denunció.

Escasa asistencia humanitaria

Los participantes en el foro también señalaron que el nivel de financiamiento humanitario a Venezuela es muy bajo.

«En 2019, el país pudo obtener solo 40% de la financiación humanitaria asignada; con el financiamiento real de 2020 en menos del 20% de lo asignado, incluso cuando las necesidades se han duplicado, o triplicado. De los casi 800 millones de dólares en fondos asignados para 2020 para la respuesta humanitaria de Venezuela, solo 150 millones de dólares se han desembolsado, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas. Si bien las razones de tan baja ejecución son numerosas, los impedimentos burocráticos y obstáculos regulatorios innecesarios dentro de Venezuela también han contribuido a la muy baja ejecución de la ayuda humanitaria», dice el resumen.

Finalmente, se subrayó la importancia fundamental de las ONG humanitarias, los grupos filantrópicos y las organizaciones internacionales para compensar la enorme brecha de financiación y ejecución.

La lista completa de expertos incluyó a Peter Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical y profesor de Pediatría y Virología Molecular y Microbiología en Baylor College of Medicine; Shannon Doocy, del Centro para la Salud Humanitaria de Johns Hopkins University; Norbert Schady, asesora económica principal, Banco Interamericano de Desarrollo; Cynthia Arnson, directora del Programa de Latinoamérica para el Woodrow Wilson Center; Marino Gonzalez, miembro de la Academia Médica de Venezuela y profesor de la Universidad Simón Bolívar; Julio Castro, especialista en Medicina Interna y Enfermedades Infecciosas, profesor del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela y asesor de Asuntos de Salud de la Asamblea Nacional; Susana Raffali, experta Humanitaria y miembro de Caritas de Venezuela; Tamara Herrera, director gerente y economista jefe de Síntesis Financiera; Luis Pedro España, director del Proyecto Pobreza de la Universidad Católica Andres Bello; Emmanuel Abuelafina, coordinador general para Venezuela del Banco Interamericano de Desarrollo; Maria Moreno, jefe de Filantropía y Compromiso del Sector Privado de Estados Unidos para Organización Internacional para Migración y de la Agencia de las Naciones Unidas para las Migraciones; Gloria Mattiuzzi, cofundadora, presidenta y directora del Programa Médico, y Feliciano Reyna, fundador y presidente ejecutivo de Acción Solidaria.


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