río Táchira

«Las escasas posibilidades de conseguir trabajo al menos para sobrevivir en Colombia y la crecida del río Táchira producto de las fuertes lluvias en la cabecera del afluente han truncado los sueños de muchos migrantes venezolanos, que junto con sus hijos se les ve regresar caminando hacia las ciudades de origen».

Así lo señala La Prensa del Táchira en un reportaje sobre venezolanos que deben regresar a sus sitios de origen al encontrarse impedidos de cruzar el río Táchira.

Indica que es común observar diariamente a migrantes, tanto de ida como de regreso, en la carretera que comunica San Cristóbal con San Antonio del Táchira. Ellos descansan por ratos en las orillas de la ruta y duermen «donde los agarra la noche», en corredores de viviendas o locales que están al lado de la vía.

«Así encontramos a un hombre joven que se identificó como Johan Jesús, junto a su mamá, esposa, dos hijos y dos sobrinos, todos menores. Pasaron la noche durmiendo en el piso, en el corredor de una vivienda cercana al punto de control de Peracal», señala el periódico regional.

Fueron desde Caracas caminando y llegaron hasta la raya limítrofe. Se devolvieron porque les dio miedo cruzar el caudaloso río Táchira.

Contó que en uno de los tantos cruces ilegales les ofrecieron pasarlos en una balsa improvisada; pero no tenían pesos para pagar y les dio miedo poner en peligro la vida de los cuatro menores de edad, temieron que la corriente del río se llevara la balsa y arrastrara a los pequeños.

«Venimos de Caracas, tenemos ocho días de viaje, caminando, sufriendo, pidiendo cola y comida. Aquí vamos otra vez de regreso. Llegamos a San Antonio, pero vamos otra vez para la casa porque no pudimos cruzar, el río está muy crecido y hay personas que se han ahogado por tratar de cruzar; unas señoras se han caído, también hay mercancía que se ha perdido; y bueno, no quisimos correr el riesgo de que un niño o alguno de nosotros se nos fuera a morir cruzando el río, es mejor regresarnos otra vez, así sea a pasar hambre», dijo el desilusionado migrante.

También narró que aspiraban a pasar la frontera y seguir caminando hacia Cali, Colombia, porque no tienen dinero para pagar pasaje en transporte.

Allá los esperaba un compañero de Caracas. Pero ahora piensa regresar a la capital, de donde salió hace algo más de una semana.

«Estoy agobiado por la situación económica, el gobierno, el hambre. El gobierno ve que uno no puede comer las tres comidas, los niños no pueden usar pañal, al que le gusta no puede tomar café porque no hay para comprar, pero eso no le importa», expresó Johan Jesús.

Su madre, de más de 60 años de edad, manifestó: «Uno aguanta el hambre, los adultos, pero los niños no. Uno tiene que darle a los niños lo que uno tiene para que puedan comer algo; así estamos, lamentablemente».


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