Cuarentena

«Se le exhorta a la ciudadanía a irse a sus casas, evite el contagio del covid-19», pasa diciendo un funcionario de la Guardia Nacional Bolivariana por los alrededores del Mercado Municipal de Quinta Crespo. Es cuarentena. Son las 11:30 am.

Aunque la avenida Baralt, donde está ubicado el principal mercado caraqueño, se encuentra despejada debido a que está prohibido el acceso de vehículos en las calles aledañas. El escenario es otro.

Una gran cantidad de ciudadanos transita los alrededores del mercado, espacio que está ocupado por los buhoneros, que rematan a buen precio verduras, frutas, legumbres y hortalizas.

También ofrecen variedad de productos de la canasta básica, como arroz, harina, granos, sal y hasta pan.

«Nos estaban dejando trabajar hasta las 12:00 del mediodía, pero ahora nos empiezan a correr más temprano», dijo David, un joven buhonero de 30 años de edad.

Se encuentra en la calle asignada para los vendedores ambulantes, con un bulto de sal y varios paquetes por kilo. En medio del bullicio, ofrece el producto a los clientes.

Después de un acuerdo con la GNB, indicó, los trabajadores informales tienen permiso de permanecer en la calle lateral al mercado municipal. Sin embargo, dijo, deben estar pendiente de los oficiales de la Policía de Caracas.

«Ahora no tenemos punto porque los comercios no nos lo quieren alquilar. Mira las colas, ahorita más bien están cortas», dijo, señalando uno de los locales de la zona.

Cuarentena

Afuera de la tienda de unos ciudadanos de origen chino, cerca de 15 personas hacen cola para ingresar. Allí encontrarán víveres, además de productos de limpieza y aseo personal.

«Si no trabajamos, no comemos»

David es padre de dos niños pequeños. Como cabeza de familia dijo que tiene la obligación de proveer a su hogar.

Aun cuando Nicolás Maduro ofreció un bono de 550.000 bolívares como incentivo para que los trabajadores de la economía informal acaten la cuarentena, aseguró que este es insuficiente. De acuerdo con el cierre de la tasa de cambio de este viernes, el monto estipulado equivale a 4,6 dólares.

«Eso no alcanza para nada. Tenemos que trabajar porque si no trabajamos, no comemos», afirmó.

Mientras el joven atiende a una cliente, una niña de alrededor de siete años grita: «Ahí viene la policía».

En ese momento, el desorden se apodera del lugar, los vendedores recogen sus mercancías y corren a los callejones cercanos. En tanto, los ciudadanos se hacen a un lado, con incertidumbre.

En los locales, la dinámica es más apaciguada. En algunos comercios, un empleado rocía un líquido a los clientes cuando ingresan. «Es agua con jabón para desinfectar», explica cuando la gente se le queda viendo.

Cuarentena

Pese a que el miedo a contagiarse existe, los venezolanos tratan de mantener el ánimo mientras trabajan para llevar comida a sus hogares.

«Todo es culpa del coronavirus. Tenemos que reírnos, aunque sea un poco», indicó Daniel, otro buhonero, en tanto atendía a varios clientes.

El hombre de 50 años de edad trabaja en una tienda de víveres y confitería. «¿Quién no va a tener miedo? En Ecuador cae la gente con tapabocas y todo, pero tenemos que trabajar, no queda de otra, uno tiene comer», señaló.

Cuarentena negociada

En la entrada de una charcutería en la avenida Baralt, el dueño del local y otro comerciante conversan que es escaso el tiempo para trabajar.

Aun cuando empiezan a atender a las 8:00 am, consideran que hasta las 12:00 m es muy poco para atender a los clientes.

Ambos se plantean la posibilidad de hablar con los funcionarios militares para que les extienda el horario hasta las 2:00 pm.

«Negociamos con ellos (los militares), les ofrecemos unas arepas o pan con jamón y queso», dijo uno de los hombres.

Mientras, el otro mencionó que el domingo lo mandaron a cerrar a las 10:00 am, por lo que optará por no vender esos días.

«Deberían dejarnos trabajar a las 2:00 pm como antes, o aunque sea hasta la 1:00 pm. Hasta esa hora es suficiente, si no quieren que la gente esté en la calle», enfatizó el dueño de la charcutería.

@ebritop22


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