desnutrición
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Ariadna se ha recuperado de la desnutrición severa con la que nació en Venezuela hace menos de un año. Una gran noticia para su madre, Diana, quien tiene temor a que su sexto hijo, al que parirá en cuatro meses, nazca con el mismo problema, debido a la mala y escasa alimentación durante su embarazo.

La mujer, de 32 años de edad, es una de los 7 millones de personas que según la Organización de Naciones Unidas requieren asistencia humanitaria urgente en Venezuela. Diana también forma parte de los casi 3 millones de ciudadanos que en el último año recibieron algún tipo de ayuda.

Cada jueves acude a un albergue que la organización Cáritas Venezuela tiene en la parroquia El Valle, en el sur de Caracas. Allí su hija Ariadna recibe las barras nutritivas que en el pasado ayudaron a paliar las hambrunas de África.

Como Ariadna, miles

Decenas de niños son pesados y medidos en este centro que pregona la misericordia religiosa. Mientras que los más grandes de entre los pequeños se alegran cuando llega la hora de ingerir el chupi, como llaman a este alimento que sabe a maní. El mismo ha ayudado a cientos de niños a recuperar peso y a ganar fuerzs, para sacarlos de la desnutrición.

Diana, que sin más detalles dice trabajar en la calle, recuerda que su pequeña estaba muy apagada y le faltaba fuerza. Esta condición la tuvo hasta que en octubre pasado comenzó a recibir estos nutrientes que nunca necesitaron sus primeros cuatro hijos.

En el caso de Ariadna, cree, se impuso la mala alimentación que tuvo durante el embarazo y la carencia de vitaminas. Una situación similar está viviendo ahora mismo, con casi ningún acceso a proteínas, por lo que se dice un poquito asustada conforme el vientre le crece.

«Lo más duro de vivir en Venezuela yo digo que es la alimentación; la verdad, nos estamos alimentando muy mal», resume la joven.

Con la misma conclusión, el albañil Juan Carlos Martínez, de 50 años de edad, no es capaz de promediar cada cuánto tiempo su familia, integrada por siete hijos menores de edad, puede comer un filete de carne o una pieza de pollo.

Desempleado desde hace cinco años, este padre de siete muchachos lleva a sus dos más pequeños al centro para que sigan recuperándose de la desnutrición. Ahora, dice, ambos han desarrollado una fuerza descomunal.

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La ayuda crece, como las necesidades

«No permitimos, en medio de tanta tristeza, que la ayuda no sea otra tristeza sino que sea una alegría», sentencia al final de una entrevista con EFE la directora nacional de Cáritas Venezuela, Janeth Márquez.

Está convencida de que se ha hecho mucho, tanto como queda por hacer en materia de asistencia humanitaria en el país.

E 2019 la organización llegó a 20 de las 24 entidades federales para atender la desnutrición infantil severa.

En 2016 Cáritas empezó a alertar sobre el incremento del hambre entre los más pobres. Conforme recibe donaciones sobre todo en el contexto del Plan de Respuesta Humanitaria aprobado por la ONU, ha ido implementando programas de asistencia en 127 comunidades.

En el último trienio, explica Márquez, pasaron de administrar de 1 millón de dólares a 4 millones. Dinero que se traduce en entrega de alimentos, medicinas, transferencias bancarias a familias en pobreza extrema. También, ayudar a los venezolanos que abandonan su país huyendo de la crisis y otras formas de asistencia.

La cooperación de la ONU ha mejorado su capacidad de ayuda como la de las otras 80 organizaciones humanitarias que operan en el país.

Por ejemplo, cada cuatro meses, Cáritas recuperaba 42% de los niños desnutridos que atendía. Luego, con la llegada de los chupis, traídos por Unicef, han logrado sacar de la desnutrición a 72% de los menores de edad en la mitad del tiempo.

Márquez destaca la labor de 20.000 voluntarios de Cáritas en todo el país. Asegura que son «pobres ayudando a pobres» y sorteando dificultades para hacer llegar la ayuda a territorios alejados de Caracas.

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2020, continúa la crisis

«Este año es probable que continúe la situación humanitaria y estamos preparados para seguir respondiendo a las necesidades más apremiantes», dice a EFE Samir Elhawary, coordinador humanitario adjunto y jefe de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en Venezuela.

Explicó que hasta ahora el deterioro de las carreteras o de los servicios públicos no les ha permitido llegar a las comunidades afectadas en zonas más aisladas donde las necesidades son altas. Por ello, cree necesario facilitar aún más el acceso de las organizaciones humanitarias.

Entre las prioridades de la ONU están fortalecer la seguridad alimentaria a las personas más vulnerables, aumentar la prestación de servicios críticos como el agua y ayudar a aumentar la retención escolar.

La falta de fondos, dice Elhawary, sigue siendo el desafío principal para aliviar las necesidades de la población.

Aunque el último año recibieron 180 millones de dólares en donaciones, la OCHA planea ser más ambiciosa en su intención de ayudar en 2020. Por lo que pedirá alrededor de 750 millones de dólares para llegar aproximadamente a 3,5 millones de personas afectadas.


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