Apure
Féretros con los cuerpos de Ehiner Anzola Villamizar (20), Emilio Ramírez Villamizar (41), Jefferson Uriel Remolina Ramírez (20) y Luzdey Remolina (40), asesinados en Apure en presunto enfrentamiento entre la FANB y disidentes de las FARC. Foto: @javiertarazona

Las informaciones en Arauquita, desde donde se escucha y casi se puede sentir en el propio techo el fragor de los combates que libran en Apure las fuerzas militares chavistas y una facción de la guerrilla de las FARC, se detuvieron de súbito hace casi una semana, cuando la reducida prensa colombiana de la zona empezó a recibir amenazas de elementos armados.

«No informes más sobre lo que pasa o venimos por ti y los tuyos.  No puedes sacar nada, absolutamente nada», fueron parte de las contundentes palabras proferidas por un hombre contra comunicadores comunitarios, de las cuales ha conocido de manera exclusiva la alianza informativa entre The Latam Post, Cima News 360 y El Nacional.

De inmediato una cortina de hierro informativa se impuso. El impresionante trueno de los RPG disparados, el sostenido y continuo crepitar de las ametralladoras, el boom de las minas antipersonales, el ruido de los aviones militares sobrevolando la zona, el ladrido desesperado de los perros en la otra orilla del río, eran suficientes para saber que la amenaza no se trataba de una simple broma, sino una clara sentencia.

Hay miedo en Arauquita… también en Apure

Aunque no se admita en público, el miedo se ha apoderado de todos, que saben que aunque las balas no les llegan la zona no es completamente segura.

En ella también hay presencia de elementos armados, algunas piezas clave de los grupos que del otro lado de la frontera, en suelo venezolano, se enfrentan por el poder, el territorio y el control del negocio de la droga, la verdadera razón para el conflicto armado que ha transformado en un infierno un territorio en el que la vida transcurría sin la guerra tan cercana.

Pero no solo elementos de esos grupos, también en el lugar hacen vida los trabajadores de los «mandos» que tradicionalmente han estado involucrados en actividades ilegales en la movida frontera araucana.

«Hay compañeros que ya han sido advertidos. A mí no me hablaron así de frente, pero me hicieron saber que están pendiente de lo que estamos sacando», confesó otro de los comunicadores que prefirió el anonimato.

Sus labores informativas también han tenido un receso. Para poder informar, primero es necesario preservar la seguridad.

Periodistas amenazados

Aunque las autoridades de la zona habrían manifestado que colaborarían en el resguardo, no ha sido fácil para los periodistas amenazados dejar constancia de lo que pasa en las instituciones.

«El proceso informativo sigue normal. En los últimos cinco días ya no se han vuelto a escuchar detonaciones ni bombas. Las personas venezolanas siguen en Arauquita. El gobierno local ha estado pendiente de lo que necesitan. Todo sigue igual, por eso ya no se ha puesto nada más, porque todo sigue igual que hace varios días», explicó otro de los periodistas, quien asegura que no ha recibido amenazas y que tampoco se ha enterado de que otros medios hayan sido advertidos.

El argumento del comunicador, que como los otros prefirió que su nombre se mantuviera en reserva, es que faltan hechos novedosos para poder seguir informando de lo que ocurre en la zona.

«Todo sigue, entre comillas, normal. Es decir, no se ha escuchado nada raro a lo que ya se ha informado, de pronto es por eso que no ha habido mucho movimiento desde hace ocho días para acá», explicó el periodista este jueves.

Nada está pasando en Apure, todo está pasando

Cuando se revisan las páginas y las redes sociales de los medios locales hay un factor común desde hace  días: todos dejaron de informar sobre el conflicto.

Dos páginas cesaron de informar, otras cuatro han seguido colocando noticias pero de temas domésticos.

Los hechos que hoy destacan en los espacios informativos de los medios araucanos son sobre un violento robo a una ciudadana, el suicidio de un joven, una niña desaparecida, los mensajes de un pastor de una iglesia evangélica, el hurto de cableado eléctrico en algunas localidades, un accidente de tránsito, las consecuencias de las lluvias, la ayuda humanitaria para 859 colombianos que están refugiados en Arauquita o la despedida del notario público.

Ya no hay videos ni de la llegada o salida de los venezolanos desplazados, tampoco cómo está la situación de esas personas en los albergues ni de cómo sobreviven, menos aún hay detalles sobre el incremento de la fuerza pública colombiana en la zona y muchísimo menos sobre los sonidos  de la guerra.

Es como si no  pasara nada más, como si todo hubiese ocurrido en un mundo paralelo del que ya nadie habla. Todos debieron autoimponerse prudencia casi al  mismo tiempo, dejar de reportar. El miedo es real.

«No es sencillo; lo que podemos decir es que no hay nada nuevo», comentó otro periodista consultado para este trabajo.

La labor informativa de los reporteros era la misma que realizaría cualquier otro periodista en el mundo: informar sobre los más de 6.000 desplazados venezolanos, el inicio de combates, los testimonios de las víctimas de un complejo conflicto en el que hay denuncias de violaciones de derechos humanos, bombardeos a casas de campesinos, ajusticiamiento de inocentes y destrucción de propiedades.

Una guerra entre las fuerzas chavistas y grupos guerrilleros  con los que ahora presentan diferencia y que no tiene un desenlace claro. Los escenarios posibles son múltiples, pero  en casi ninguno se contempla que habrá una tregua sostenida.

Y aunque la verdad deba mantenerse en silencio, ya desde organizaciones defensoras de la prensa admiten que han sido contactados para denuncias sobre la difícil situación que enfrentan los comunicadores de Arauquita con esta coyuntura.

Esas organizaciones estarían tramitando ante las instancias respectivas los procedimientos correspondientes e informarán en los próximos días de los pasos dados.

Las amenazas pueden venir de cualquier grupo

Arauquita es una población pequeña, donde casi todos se conocen y si no se conocen se distinguen. Tener identificado dónde vive alguien es relativamente fácil y rápido, cualquiera lo puede decir.

Hasta ahora no está claro quiénes son los responsables de las amenazas, pero lo que sí hay es un hecho que coincide con la acción contra los periodistas: la difusión de los videos de aviones militares venezolanos que sobrevolaron la zona.

«No sabemos si tiene relación con eso, pero sí fue a partir de ese momento», confió una de las fuentes consultadas.

Tras ese hecho llegó el silencio.

Más amenazas

La noche de este miércoles también hubo amenazas contra los periodistas que cubren el conflicto de Apure. Estas fueron realizadas de manera directa y abierta por Diosdado Cabello.

«Quien entre ahí a hacerle el juego al enemigo debe ser considerado enemigo. Están esperando que asesinen a unos venezolanos (en Apure) para hacer fiesta los palangristas», expresó Cabello en su programa de televisión transmitido por Venezolana de Televisión.

Aunque la amenaza de Cabello fue en suelo venezolano, quedó claro que fue dirigida contra todos los periodistas que puedan informar sobre el conflicto de Apure.

La semana pasada, dos  periodistas venezolanos y dos activistas de derechos humanos fueron detenidos por los militares chavistas cuando los comunicadores trataban de documentar las consecuencias del conflicto.

Rafael Hernández y Luis Gonzalo Pérez, y los activistas Juan Carlos Salazar y Diógenes Tirado estuvieron más de 24 horas en manos del chavismo, que aparte de privarles ilegalmente de la libertad, también les quitaron sus equipos de trabajo y de comunicación personal.

No solo en Arauquita, también en Apure el silencio informativo ha sido impuesto y es poco lo que logra trascender sobre el conflicto armado que se desarrolla en esa región fronteriza.

Por Beatriz Galindo y Carola Briceño para la alianza informativa de The Latam Post, Cima News Digital y el diario El Nacional.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!