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Desde hace ocho años, Maritza Herrera padece de un prolapso uterino que no ha podido ser operado. Ante la falta de insumos en los hospitales, esta mujer de 53 años de edad debe costear todo el equipo necesario para que los médicos le realicen la cirugía, algo que con su sueldo de docente no puede pagar. Al igual que la mayoría de los trabajadores públicos, esta maestra de una escuela rural del estado Miranda gana alrededor de 30 dólares al mes, lo que no le alcanza siquiera para costear una consulta ginecológica, que en los centros de salud más económicos de Caracas tiene un costo de entre 20 y 30 dólares. «Ni dejando de comer un mes entero puedo pagar una visita al médico», señala. Esta es la realidad que golpea a una gran mayoría de las mujeres venezolanas que, ante el alto costo de los servicios médicos, evitan acudir a chequeos de rutina, lo que las deja más propensas a padecer enfermedades ginecológicas y de transmisión sexual.

«Una de las principales razones por las que las mujeres venezolanas no acuden a chequeos médicos de rutina es por el factor económico. Incluso, si logran chequearse en el sistema de salud público, el hecho de tener que trasladarse hasta un centro de salud ya es un gasto importante si no tiene los ingresos necesarios», indicó el ginecobstetra Jairo Fuenmayor, presidente de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Venezuela (SOGV).

Una consulta ginecológica, que incluya eco pélvico y citología, puede costar entre 100 y 150 dólares en reconocidas clínicas privadas de Caracas. En otros centros de salud y organizaciones, tales como la Asociación Civil de Planificación Familiar (Plafam), el Centro de Salud Santa Inés UCAB o el Complejo Social Don Bosco de las Damas Salesianas, solo la consulta, sin exámenes, tiene un precio de entre 20 y 30 dólares.

Optar por chequearse, incluso, en uno de los centros más económicos puede ser un reto para la mayoría de las mujeres venezolanas, tomando en cuenta que el sueldo mínimo en el país está establecido en 130 bolívares, lo representa poco más de 5 dólares, de acuerdo con la tasa establecida por el Banco Central de Venezuela para la fecha en que se redactó este artículo.

Además, en Venezuela las mujeres suelen ocupar un mayor número de cargos en la administración pública, por lo que son las principales afectadas por los bajos salarios que desde hace años perjudican a este sector.

Como docente, Herrera tiene un sueldo que ronda los 30 dólares mensuales. «No alcanza para ni para comer, mucho menos para ir al médico. Sobrevivo gracias a mis dos hijos, que colaboran en la casa y se ocupan de la mayoría de los gastos. Pero sus sueldos tampoco son suficientes como para cubrir todos los exámenes y chequeos que debo hacerme constantemente», contó.

Otro de los principales motivos por el que las pacientes no acuden a una consulta médica de rutina tiene que ver con el costo de los medicamentos y el tratamiento que el profesional de la salud les asigne.

«La paciente no va a una consulta de planificación familiar porque no tiene cómo costear los anticonceptivos orales, o no tiene para costear los medicamentos de terapia hormonal para la menopausia. No va a un chequeo ginecológico porque incluso el tratamiento para una infección vaginal es muy costoso», señaló Fuenmayor.

La salud pública no es una opción

La grave crisis que padece el sistema de salud público venezolano no permite que las mujeres, tampoco el resto de los ciudadanos, tengan acceso a una atención médica adecuada, con todos los recursos tecnológicos y humanos necesarios para que sea de calidad, tales como laboratorios, servicios de radiología, ultrasonidos, ecografías… Es decir, las pacientes quedan vulnerables si no tienen los recursos para acudir a centros de salud privados.

El prolapso uterino que padece Herrera es una patología que ocurre cuando los músculos y los ligamentos del suelo pélvico se estiran y se debilitan, haciendo que el útero caiga hacia la vía del parto. Esto requiere supervisión constante y, en su caso, le fue indicada una cirugía. Sin embargo, no acude a un chequeo médico desde hace más de tres años por falta de recursos.

«O comes o vas al médico, y a veces ni siquiera así es suficiente. Yo he ido llevando esta condición lo mejor que puedo. Es molesta, pero no tengo cómo cubrir una operación en estos momentos. Y en los hospitales es casi imposible. Primero, cuando solicitas una cita te la otorgan para dentro de 6 meses a un año después. Segundo, te piden que lleves todos los insumos médicos necesarios para la operación. Y tercero, tienes que pasar meses en el hospital esperando un cupo para la cirugía, pues las emergencias siempre son prioridad por encima de este tipo de procedimientos», relató Herrera.

La grave crisis que padece el sistema de salud público venezolano no permite que las mujeres tengan acceso a una atención médica adecuada

Fuenmayor señaló que, dependiendo de la patología, en muchas de las cirugías de prolapso se requiere colocar una malla, un producto que hay que comprar fuera del país y que los hospitales no disponen de manera rutinaria. «Los pacientes también requieren de otros artículos que el centro de salud casi nunca posee, como suturas, antibióticos, y otros que permiten realizar una cirugía de buena calidad», añadió.

«Todo el sistema de salud pública tiene deficiencias muy importantes. Vemos que hay pacientes que necesitan cirugías de alta complejidad, pero no pueden acceder a ellas por medio de la salud pública. En los hospitales se ofrece por lo general cirugías de baja complejidad, donde no requieren de todos los recursos tecnológicos que otras operaciones necesitan. Entonces, tenemos centros de salud donde se trata de resolver el problema de manera paliativa», dijo el presidente de la SOGV.

Los chequeos de rutina varían según la edad

El ginecobstetra explicó que las necesidades y requerimientos médicos de las mujeres varían de acuerdo a su momento, edad, o etapa reproductiva.

En el caso de las niñas menores de 14 años de edad, el único requisito que debería ser indispensable es aplicarse la vacuna del virus del papiloma humano. Sin embargo, la misma no está disponible actualmente en el plan de vacunación nacional emitido por el Ministerio para la Salud.

Aunque la vacuna para el VPH se puede conseguir en Venezuela a través de centros de salud privados, su costo puede ser de hasta 270 dólares por dosis, en el caso de la que cubre 9 serotipos, o 150 dólares por dosis, para la que cubre solo 4 serotivos. En Plafam, una opción más económica, el precio es de 85 dólares por dosis. Las mujeres de más de 18 años de edad requieren tres dosis.

«La vacuna del VPH adquirida de forma privada es bastante costosa. Entonces si la paciente no puede siquiera viajar al hospital, obviamente no va a adquirir una vacuna de alto costo. Insistimos en que es necesario que se incluya en el plan de vacunación nacional, pues en algunos países su uso ha bajado hasta 70% los casos de cáncer de cuello uterino», señaló Fuenmayor.

La vacuna del VPH ayuda a reducir los indices de cáncer de cuello uterino 

Una vez que las mujeres inician su vida sexual, que en Venezuela generalmente ocurre entre los 15 y 16 años de edad, es conveniente que acudan a una consulta ginecológica para realizarse un chequeo general, con citología, y recomendaciones de anticoncepción. Esto puede ir acompañado de exámenes laboratorios, como los de transmisión sexual (HIV y VDRL) y un eco pélvico.

En cuanto a los precios de los exámenes de laboratorio de enfermedades de transmisión sexual, estos varían de acuerdo al sitio. Uno de los lugares más económicos en la gran Caracas es Plafam, donde tienen un precio de entre 4 y 20 dólares, dependiendo del que se solicite. Por otra parte, el eco en este mismo lugar cuesta 12 dólares, y en otros centros de salud puede llevar a los 25 dólares.

Cuando la mujer llega a una edad reproductiva, la recomendación de los especialistas es que se realice una citología anual. En el país, este es el único método disponible para realizar un despistaje de cáncer de cuello uterino, la principal causa de mortalidad en las mujeres menores a 40 años de edad. Esto debe ir acompañado de un exámen general y de ultrasonido pélvico.

Tras pasar los 40 años de edad, el cáncer de mama se convierte en la principal causa de mortalidad para las mujeres venezolanas, por lo que es importante realizarse anualmente una mamografía y un eco mamario como complemento. También se puede solicitar una densitometría ósea, para ver si hay riesgo de osteoporosis u otros padecimientos. Se mantiene la solicitud de citología, que en esta etapa también sirve para saber si la paciente está cercana a la menopausia.

El precio de una mamografía en la ciudad de Caracas varía según el lugar. En las clínicas el costo va de 70 a 120 dólares, mientras que en centros de salud privados más pequeños, su costo disminuye a 40 o 30 dólares. En otros lugares como Plafam, la clínica de Prevención del Cáncer de Mama, Senos Salud, y el Centro de Salud Santa Inés UCAB, este examen tiene un costo de 20 dólares.

En cuanto al eco mamario, su costo en centros de salud privados va de los 58 a los 100 dólares. En clínicas más pequeñas tiene un precio de entre 40 y 30 dólares, y en lugares auspiciados por organizaciones el costo es de entre 20 y 13 dólares. La densitometría va de los 45 en los centros más caros, a los 18 en los más económicos.

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Plafam es uno de los lugares de atención médica en Caracas de bajo costo

En algunos lugares ofertan combos de estos exámenes a precios mucho más accesibles, por ejemplo, en la Clínica de Prevención del Cáncer cuentan con una oferta de mamografía y eco mamario por 35 dólares. Mientras que una consulta ginecológica con eco pélvico tiene un precio de 44 dólares. En Plafam, solo en la clínica de Las Acacias, disponen de una promoción de consulta con citología, econosograma transvaginal, densitometría ósea y mamografía por 69,30 dólares. Y, en el Grupo Médico Santa Paula, el combo de eco mamario y mamografía cuesta 40 dólares.

Fuenmayor explicó que cuando las mujeres entran en la etapa de la menopausia, debe seguir chequeando las mamas, y el especialista puede pedir un perfil hormonal. La citología en este punto podría pasar a hacerse cada tres años, siempre dependiendo de cada paciente.

Falta de chequeos, diagnósticos tardíos

Raquel Ariza comenzó a sufrir dolores intensos en el vientre y descontrol en su menstruación hace unos dos años. Aunque la molestía en ocasiones le impedía hacer su día a día con normalidad, evitó asistir al médico durante meses. Su sueldo como secretaria en una Alcaldía del estado Miranda no le era suficiente para costear los gastos de la consulta y un posible tratamiento. Algunos meses después sufrió un fuerte sangrado, por lo que tuvo que ser trasladada de emergencia a un hospital en Caracas.

«Comencé con un sangrado abundante, pero pensé que se trataba de la menstruación, que desde hace meses me venía de forma irregular. Unas horas después el dolor en el vientre era muy fuerte, y el sangrado continuaba. Me empecé a sentir débil, mareada, y ya casi no me podía levantar de la cama. Mi esposo, al verme en esas condiciones, pidió ayuda a un vecino para llevarme a un hospital. Recorrimos varios centros en Caracas, pero ninguno quería atenderme. Finalmente, me aceptaron en uno cuando ya estaba bastante descompensada», contó la mujer de 35 años de edad.

Los médicos le indicaron que presentó la ruptura de un quiste ovárico, por lo que tuvo que ser intervenida de emergencia. «En el hospital a mi esposo le pidieron un montón de cosas para poder operarme. Gracias a Dios, varios familiares colaboraron y pudieron comprar todo lo necesario. Casi no la cuento», agregó.

Aunque por lo general los quistes ováricos pueden desaparecer sin tratamiento, algunos necesitan ser tratados para evitar que sucedan este tipo de emergencias.

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La falta de chequeos médicos ocasiona un diagnostico tardía en enfermedades como el cáncer de mama»

 

«Una mujer que tiene un acceso precario a la cadena de salud preventiva, la cuel en Venezuela tiene muy poca inversión porque se le da prioridad a la salud curativa, probablemente no va a acudir en los lapsos esperados para realizarse sus chequeos de rutina. Esto genera un retraso en el diagnóstico de enfermedades como el cáncer de mama, cáncer de cuello uterino, enfermedades de transmisión sexual, enfermedades ginecológicas», explicó el también profesor de la Universidad Central de Venezuela.

Fuenmayor afirmó que están aumentando los casos de infecciones de transmisión sexual en el país, especialmente de aquellas que en un momento estuvieron relativamente bajas como el herpes genital. También hay un repunte en los casos por virus de papiloma humano, así como de candidiasis.

El presidente de la SOGV señaló que deben tomarse medidas en Venezuela para concientizar a la población de la importancia de realizarse chequeos rutinarios. Esto, siempre y cuando esté acompañado de políticas para mejorar el sistema de salud público, de forma que las personas tengan acceso de calidad a la salud preventiva.

«Lo primero que debería hacerse es incluir la salud sexual y reproductiva en el pensum de los alumnos en los planteles. Los segundo es que todas las instituciones educativas deberían contar con un consultorio de atención primaria que también sirva para prestar, dirigir y encaminar a los adolescentes o estudiantes universitarios que requieran alguna guía. Tercero, establecer sistemas de campaña de salud en zonas populares. Por ejemplo, el Metro de Caracas es un buen lugar para promover la salud, en todos las áreas. Y, por último, colocar oficinas o sitios móviles donde se promocione material informativo», concluyó.

@ErikaHDelaR


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