Elon Musk
Elon Musk. Foto: Reuters

Elon Musk, a través de su empresa X Corp, que engloba a Twitter, amenazó con demandar a un grupo que investiga el discurso de odio en Internet. El grupo recientemente acusó a la red social de no tomar medidas suficientes para frenar ese tipo de contenidos bajo su mando.

El Center for Countering Digital Hate (Centro para la Lucha contra el Odio Digital) indicó este lunes en su cuenta de Twitter -red rebautizada como X- que Musk «declaró ser un absolutista de la libertad de expresión, pero está usando a sus abogados para intentar silenciar» a la organización.

En su página web, el Centro divulga una carta fechada el 20 de julio en la que Alex Spiro, abogado de Musk, argumenta que los investigadores no han seguido una metodología adecuada para elaborar un informe que tilda de «falso» y «engañoso». Además, busca «perjudicar el negocio de Twitter ahuyentando a los anunciantes con denuncias incendiarias».

Se refiere a un informe publicado en junio en el que el Centro acusaba a Twitter de no tomar medidas contra el «99% del odio emitido por los suscriptores de Twitter Blue, lo que sugiere que la plataforma les permite romper sus normas con impunidad e incluso está potenciando mediante algoritmos sus tweets tóxicos».

El estudio del Centro se enfocó en los tweets que contenían discurso de odio de un conjunto de cien suscriptores de Twitter Blue -pago-. Las personas reportaron con las propias herramientas de la red social, y cuyos mensajes seguían activos en su mayoría cuatro días después de ese aviso, indica el resumen del grupo.

Musk silencia la opinión

En declaraciones a The New York Times, el director ejecutivo del grupo, Imran Ahmed, dijo que «las acciones de Elon Musk son un intento flagrante de silenciar una crítica honesta y una investigación independiente». Asimismo, sostuvo que el empresario busca detener su mala prensa «y reconstruir su relación con sus anunciantes».

También respondió a una pregunta del abogado de Musk sobre la financiación del grupo y su posible «agenda ulterior», asegurando que no recibe fondos «de empresas tecnológicas, gobiernos ni sus afiliados».

Desde que Musk adquirió Twitter y se puso a su mando, ha impuesto numerosos cambios para intentar monetizar los servicios de la red social y aumentar sus ingresos al tiempo que recortaba en gastos como los de personal. La decisión no ha tenido una buena acogida entre los anunciantes.


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