Kervin y Carmen caminan por las calles de Caracas con los zapatos rotos o desgastados; una imagen que hace juego con el agrietado y viejo asfalto de las calles de Venezuela, donde cada calzado deteriorado es la cruda expresión de la crisis del país con las mayores reservas petroleras del mundo.

Ellos, al igual que miles de venezolanos, se enfrentan a la difícil situación de no tener cómo comprar un par de zapatos de baja calidad, cuyos precios oscilan entre los 700 y 3.000 bolívares soberanos.

Para los venezolanos se hace cada vez más complicado comprar cualquier tipo de zapato, incluso el más barato. Los de alta gama tienen precios que pueden superar los BsS 20.000 y el promedio de los venezolanos percibe salario mínimo de BsS 1.800.

Sin embargo, el valor de los zapatos es solo una referencia debido a que el mismo puede aumentar en cuestión de días o semanas debido a una inflación diaria de 4%, y porque este es un negocio que se rige por el dólar del mercado negro, hoy dos veces superior al oficial.

Cada vez son más los ciudadanos que acuden a sus lugares de trabajo o estudio con zapatos rotos y desgastados; tal es el caso de Kervin Martínez de 21 años de edad, un joven estudiante de posgrado de Pediatría que aseguró que lleva dos años sin comprar zapatos.

Martínez, que portaba unas zapatillas con suelas casi inexistentes, indicó que durante este tiempo ha conseguido zapatos «regalados» o porque su papá le envía desde el extranjero.

Con zapatos regalados, usados y desgastados también camina Carmen Rosa Ruda mientras observa los precios de una zapatería en el este de Caracas.

La mujer de 69 años dijo que no paga por un par de zapatos «desde que empezó la crisis hace cuatro años”.

Ruda, dedicada al servicio doméstico por el que percibe sueldo mínimo, contó que tiene varios nietos y que para el inicio del año escolar los integrantes de su familia juntaron dinero entre todos para poder comprar algunos de los calzados de los niños.

Otros debieron conformarse con zapatos regalados, pero ya usados.


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