El curioso caso de la paramédica británica de 23 años, Natalie Kunicki, que sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) por un desgarro de su arteria vertebral tras estirarse el cuello mientras miraba televisión, no es tan sorprendente como podría pensarse: «Dentro de las causas de ACV, la disección arterial, como se la conoce, es una de las más vistas en personas jóvenes -explica Matías Alet, neurólogo de Fleni-.

Se la caracteriza como un accidente, porque suele haber desencadenantes bruscos, como hiperflexión del cuello, a veces realizada repetidamente, manipulaciones quiroprácticas o el movimiento de latigazo que se produce en ciertos choques automovilísticos».

Hace cuatro años, Francisco Mayol, alto ejecutivo de una compañía periodística local, pasó por un trance similar. A los 44, se encontraba en su mejor estado físico, pero probablemente por el stress laboral comenzó a sufrir un insoportable dolor de espalda. Al borde de la desesperación y para tratar de calmarlo, recurrió a una sesión de masajes.

Dos días más tarde, a las cinco de la mañana, se despertó sin poder parar de vomitar. «Perdía el equilibro y no podía ponerme en pie -cuenta, ahora totalmente recuperado y por suerte sin secuelas de ese episodio-. Todavía trato de entender por qué me ocurrió a mí. Hacía ejercicio, yoga. Según los neurólogos, se me rompió la tercera capa de la arteria vertebral».

Natalie Kunicki sufrió un ACV tras estirar el cuello mientras miraba televisión

Aunque es infrecuente, y se calcula que ocurre en alrededor de dos casos cada 100.000 personas por año, la disección de las arterias cervicales es una de las causas más comunes de stroke en menores de 50.

 »A lo largo de las últimas dos décadas, la conciencia acerca de este cuadro creció enormemente, tal vez en parte porque las tasas de ACV en jóvenes parecen estar creciendo», afirma en una comunicación de la Escuela de Medicina de Harvard Natalia Rost, profesora asociada de Neurología.

La explicación

Dos pares de vasos sanguíneos (las carótidas y las arterias vertebrales) llevan sangre al cerebro. El desgarro en alguna de ellas es lo que se conoce como «disección de una arteria cervical».

La sangre se derrama entre las capas de la pared arterial y forma un coágulo que puede bloquearla, o desprenderse y taponar una arteria en el interior del cerebro. En cualquiera de ambos casos, el resultado es un ataque cerebral.

«Los pacientes llegan después de ciertas maniobras quiroprácticas, o de rotaciones violentas del cuello -afirma Cristina Zurru, jefa del área cerebrovascular del Hospital Italiano de Buenos Aires-.

A veces las arterias chocan contra las estructuras óseas y se produce un hematoma en la pared. Se da más en los jóvenes, entre otras cosas, porque son los que hacen más actividad deportiva: es un cuadro que puede asociarse con deportes de contacto, como el rugby. Pero no se trata de no hacer deporte, porque esto ocurre en un porcentaje muy pequeño de personas, tiene que haber alguna predisposición, una debilidad en la pared del vaso».

Tanto Alet como Zurru comentan que, en sus consultorios, ellos ven alrededor de uno de estos casos por mes.

«A veces los síntomas aparecen tiempo después -destaca Zurru-. La gravedad depende del lugar en el que ocurre la disección; y la predisposición tiene que ver también con el tipo de anatomía del cuello: los más largos, hiperlaxos podrían ser más vulnerables».

Alet tuvo como pacientes a dos rugbiers que lo padecieron. «Antes no estaba tan controlado, pero ahora hay más cuidado sobre el scrum y no se espera tanto para interrumpirlo -comenta-. Es importante que el grupo esté bien ‘empaquetado’ justamente para prevenir las lesiones cervicales, y no solo las vasculares, sino también las óseas y las articulares».

En un trabajo publicado en la Revista Neurológica Argentina sobre disección cervical espontánea, firmado por Juan Ignacio Rojas, Marina Romano, Liliana Patrucco, Diego Giunta, Edgardo Cristiano y la propia Zurru, se estima que este cuadro es responsable del 2% del total de los ACV isquémicos (por oclusión de un vaso sanguíneo) en general, pero del 20 al 25% de estos eventos en pacientes jóvenes.

La tasa de muerte reportada es menor al 5% y el 75% tiene una buena recuperación funcional. Aunque la disección fue descripta en arterias de todo el cuerpo, afirman, el segmento extracraneal de las carótidas y vertebrales tiene mayor probabilidad de sufrirla, comparado con el segmento intracraneal, por la mayor movilidad y el contacto con estructuras óseas.

Lo que no se puede establecer con absoluta certeza es si existe un vínculo causal entre las manipulaciones quiroprácticas y las disecciones arteriales cervicales. En un consenso de las asociaciones norteamericanas del Corazón y de Stroke, se afirma que la evidencia biomecánica actual es insuficiente para establecerlos. Los especialistas aconsejan informar a los pacientes de este vínculo estadístico antes de someterlos a manipulación de la espina cervical.

Para Enrique Gobbi, cirujano espinal de Cemic, «No hay que hacer movimientos bruscos con el cuello, pero no se trata de desaconsejar la quiropraxia. Hay que tener en cuenta que ésta se aplica en miles y miles de pacientes, y estos cuadros son excepcionales.

Son más frecuentes las cuadriparesias transitorias (disminución de la fuerza o parálisis parcial en los cuatro miembros) por movimientos osteopáticos (manipulación de las articulaciones) que esto. Lo importante es que los tratamientos los apliquen personas bien entrenadas; es decir, kinesiólogos u osteópatas diplomados».

Como estos eventos son imprevisibles, lo importante es reconocer los signos y síntomas del accidente cerebrovascular y consultar sin demora. «Algunas personas tienen debilidades focales en las arterias, pero no hay forma de saberlo de antemano -concluye Alet-.

La disección de las arterias cervicales puede darse incluso por desencadenantes banales: por ejemplo, después de estar en una montaña rusa. Hasta tuvimos un caso después de un estornudo. Son cuadros muy, muy puntuales».


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