Los trabajadores de Petróleos de Venezuela pasan penurias para comer debido a que sus salarios son muy bajos y no alcanzan para comprar todos los alimentos necesarios.

Pablo Ruiz, un trabajador de la empresa, indicó que en el desayuno solo tomó agua de harina de maíz para calmar el hambre. «No he comido carne durante dos meses», dijo. «La última vez que lo hice gasté el sueldo de toda mi semana en una comida de pollo», explicó a Bloomberg.

La falta de nutrientes en los trabajadores incrementa aún más el deterioro de la petrolera. Sin embargo, los trabajadores no pueden renunciar en masa porque son perseguidos y corren el riesgo de perder sus pensiones. Solo se permiten cinco renuncias por día.

Esta situación obliga a aquellos que se presentan a trabajar horas extras. La falta de inversión y equipos aumenta las fallas técnicas. El cansancio de los trabajadores por hambre no les permite actuar con rapidez y hay muchos accidentes.

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