Viviana Bautista apuró el paso por la llegada de la Semana Santa. Las estatuas religiosas que vende en Colombia ahora son más pedidas por la festividad católica, pero vive un viacrucis diario debido a la crisis en Venezuela.

Todos los días cruza la frontera desde San Antonio de Táchira hasta Cúcuta. Luego del cierre fronterizo, ordenado Nicolás Maduro el 22 de febrero, debe hacerlo por pasos irregulares.

Tarda hasta una hora por trayecto, que incluye pedir colas en la vía ante la imposibilidad de pagar un pasaje. En sus manos carga una caja de cartón con mercancía: estatuas de ángeles, santos, la Virgen María y el Divino Jesús que se fabrican en San Antonio.

“Con eso me alimento y alimento a mi hija”, dijo la mujer de 39 años de edad, oriunda de San Cristóbal.

Hace ocho meses conoció a Liliana Lombana, la dueña de la fábrica de las estatuillas de yeso, y empezó a venderlas en los alrededores de iglesias cucuteñas, aprovechando la religiosidad de los colombianos.

Bautista a diario vende un promedio de ocho estatuas coloridas, de entre 20 cms y 30 cms, que compra en menos de un dólar y vende al doble, con lo que le queda el dinero justo para alimentarse y pagar la vivienda donde se hospeda con su hija Valentina, de 5 años de edad.

“Es peligroso, porque el río se crece, se forman peleas allí”, advirtió. Pero lo considera un sacrificio para ahorrar y crear una empresa en Cúcuta.

La mujer aseguró que durante la Semana Santa sus ventas han aumentado. “En este y en todos los momentos es importante tener fe, es lo único que te va a dar la fuerza para levantarte todos los días”, afirmó.


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