La violencia se cebó con Latinoamérica de nuevo en 2017. América Central y América del Sur registraron las tasas de homicidios intencionales más altas del planeta, con 25,9 y 24,2 asesinatos por cada 100.000 habitantes, según la Organización de las Naciones Unidas.

El Caribe cerró el podio mundial de homicidios con 15,1, de acuerdo con el informe anual sobre homicidios de la ONU, el cual fue divulgado este lunes.

Los datos de Latinoamérica se destacan sobre la media mundial, de 6,1 homicidios, y son excepcionalmente más altos que los registrados en otras zonas del mundo, como el sur, el oeste y el norte de Europa, así como el este asiático y Oceanía, donde se contabilizaron alrededor de una muerte violenta por cada 100.000 habitantes.

El Salvador, con más de 62 homicidios, y Honduras, con 41,7, encabezaron la lista de los países más peligrosos de Centroamérica, de donde miles de ciudadanos emigran cada año hacia Estados Unidos huyendo de la violencia y la pobreza.

América Latina ha visto cómo su tasa de homicidios voluntarios aumentaba desde principios de la década de los años noventa del siglo pasado, una tendencia inversa de la media mundial, que desde entonces ha caído 15%.

Venezuela, inmersa en una profunda crisis económica y social, ha sufrido un incremento drástico de las muertes violentas en las últimas 3 décadas, cuando se pasó de 13 a 56,8 homicidios voluntarios, un incremento de cerca de 350% que sitúa a la república bolivariana como la más violenta de Suramérica, a mucha distancia de la segunda, Brasil, con 30,5.

Colombia registró una tendencia contraria a su vecino, y pasó de 80 homicidios a 30 en las últimas 3 décadas. Una reducción parcialmente atribuida a la intensificación de las acciones del Estado contra el tráfico de drogas. Chile y Argentina cerraron la lista de Suramérica con 3,5 y 5,1 muertes intencionales, respectivamente.

La tasa de muertes violentas en Latinoamérica es de entre 8 y 11 veces mayor entre los hombres que entre las mujeres.


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