El director de la ONG Espacio Público, Carlos Correa, es pesimista acerca del grado de consciencia que pueda haber entre los internautas venezolanos sobre los alcances de la censura en los medios digitales. “Muchos de ellos no están al tanto y suelen creer, cuando no pueden tener acceso a un sitio, que el servidor de la página web está caído o que tiene problemas de conexión”, indica.

Una investigación del Instituto Prensa y Sociedad,  publicada en su portal web bajo el título Interconectados, bloqueos intermitentes en Venezuela, consiguió registrar el comportamiento de la estrategia de silenciamiento de los medios digitales. Para el estudio buscaron las mismas 53 páginas web casi 700 veces cada una durante 4 días, lo que equivalió a más de 35.000 pruebas, pero solo fue posible acceder a los contenidos en menos de la mitad de los casos.

La organización, que utiliza en su monitoreo herramientas técnicas suministradas por el Observatorio Abierto de Interferencia en Red y que ha aplicado en otras oportunidades, detectó una variación en el patrón de las interferencias en 2018, que en lugar de ser continuas, como en 2016 y 2017, mutaron “hacia bloqueos intermitentes que, durante el operativo, variaron según la ubicación geográfica, las horas y las conexiones de los usuarios”. La diversidad de modalidades que han aparecido “hacen más difícil sortear la censura”, puntualizan.

La investigación de IPYS es enfática en apuntar la responsabilidad de las empresas proveedoras de servicios de Internet, tanto públicas como privadas. Correa observa que, en todo caso, no es posible soslayar la responsabilidad del Estado, pues aunque no pueda determinarse su vinculación directa con los bloqueos tampoco se ve que haga algo por solucionar la irregularidad.

La investigadora en comunicación Raisa Urribarri considera que los ciudadanos, incluso aquellos más informados sobre los mecanismos para burlar la censura digital, se encuentran a la intemperie.  “Las herramientas disponibles también han sido bloqueadas, como la red TOR (siglas de The Onion Router) que permite una navegación anónima. Organizaciones dedicadas al estudio de estos mecanismos consiguieron evidencias del bloqueo de esa red por parte de Cantv. Es decir, ¡el bloqueo de una herramienta que se usa para evadir el bloqueo! Doble candado, doble llave”.

Alerta que la situación empeorará en los próximos meses. “El desmantelamiento de la industria de las telecomunicaciones es –de facto– un mecanismo de censura. Invisible y muy efectivo. Del lado del ciudadano, suma el costo de los dispositivos, como PC, laptops o celulares, así como los costos de los servicios de conectividad que muchos no pueden pagar. Porque, aunque en comparación con los costos internacionales estos resulten económicos (debido a la distorsión cambiaria), no lo son en relación con el ingreso de los venezolanos. Ya las mismas estadísticas oficiales de Conatel dan cuenta de la merma en el número de usuarios”.


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