—¿60, 70, 80, 90 o los 2000?

—Ahora, el momento es ya.

—¿Qué de vueltas ha dado Caracas?

—Son vueltas acaso gatopardianas, del borrón y cuenta nueva, que derivan en las muchas Caracas que somos siempre; la inacabada, con su modernidad y sus reliquias, amada por muchos, odiada por tantos, una ciudad arisca pero con mucha gracia.

—¿Se autocensura?

—Más bien intento ponerme en los zapatos del otro, pero en las botas me cuesta.

—En la radio, ¿el pez muere por la boca?

—La palabra es un compromiso y entre las cadenas y el silencio, mejor no callar. Y sí, cadenas mediante, que cuando las palabras salgan de la boca de los dictadores en horma de embustes produzcan ardor.  

—¿Incursionaría en la política?

—Hay que tener no solo vocación de servicio sino mucho guáramo para esa fantástica responsabilidad, que sin duda ejercemos a diario como ciudadanos; tener consciencia es incursionar en política.

—¿Un militar demócrata?

—Pienso, sin dudarlo, en Wolfgang Enrique Larrazábal Ugueto, Taique.

—¿Qué heredó de ese tío?

—El amor por las cartas, nos escribíamos muchísimo, cartas dulces e ingeniosas. Su amor por la democracia y por Venezuela. Hablaba de la importancia de remar en equipo, al mismo compás. Ah, mi primer cuatro.

—¿Qué piensa de la estampida del 4 de agosto?

— Dron que le roba escena a otro ladrón tiene cien años de perdón… dron quiera que veamos en vivo cuando de la escena salgan vivos los rolo ‘e vivos. 

—¿Emulaba –o emula– a Mafalda?

—Es fascinante su inteligente discurrir. Yo tengo amigas que son mi libertad, pero adoro la sopa.

—¿Feminista?

—Mientras haya machismo el péndulo defensivo y mejor el propositivo se acciona. Y por favor, que el coraje no se asocie a pantalones. Amo los vestidos.

—¿Ha sido reivindicada la mujer por esta “revolución”?

—Todas las palabras que empiezan con erre en tu pregunta me parecen sospechosas. Digo la humanidad por el genérico el hombre, pero inventarle un femenino a miembro, miembra, no es mayor cosa; tan triste como que de pene fuera pena.

—¿Una recomendación a las féminas de los poderes?

—Que se desembaracen como Luisa Ortega Díaz de esto. Que se liberen del fraude aunque sea en memoria de la gotica de Brisol.

—¿Erótica?

—Estar vivo erotiza. No hay otra opción: tanática jamás. Aun en este momento anticlimático ¿no es maravilloso pensar que llegaremos? ¿Y además juntos?

—¿Una opositora sensual?

—Ser opositora te hace sensual, como lo es la independencia, la dignidad, la creatividad.

—¿Una oficialista con garbo?

—No sé todavía de ninguna que se llame Greta.

—¿Una alegría?

—Siempre mi hijo. También un libro, una palabra. Un beso en la boca.

—¿Un llanto?

—La lejana piel de mi hijo, mis yemas en una pantalla. El país. Un no beso en la boca.

—¿Por qué Franklin Brito para su próximo libro?

—¡Es el primer venezolano en morir por una huelga de hambre! Su coraje fue inmensurable, un hombre sencillo convertido en titán. Es nuestro Gandhi. Controversial además.

—¿Escribiría sobre el “intento de magnicidio”?

—Escribiría sobre cómo ser incapaz, malintencionado, fatuo, y no morir en el intento; porque, en tu escenario de provocación, la gente es buena. Escribiría de mi país. Magnicidio, por cierto, es una palabra ampulosa.

—¿El error de la democracia?

—La democracia es lo que es, libertad y pluralidad, y dejaría de serlo cambiando; el error, creo más bien, ha sido nuestro al instrumentarla. Tenemos que prepararnos más para hacer de ella el andamiaje de lo posible.

—¿Una nostalgia?

—La magia del Teresa Carreño y alrededores, espacio que imantaba y del que manaba gracia. Ahora territorio cartelizado, ¿no podría decírsele así a la reiteración de ojos rojos? También echo en falta ciertos placeres ahora a buen resguardo.

—¿Extraña la revista Exceso?

—Trabajé 20 años en ese laboratorio de ideas, emociones, contrastes, discusiones, demandas, libertad, verbo, vino, amistad, solidaridad, psicoanálisis, carcajadas, y no me repongo.

—¿Su exceso?

—Creo que tengo los poros muy abiertos, soy medio pararrayos, siento al ciento por ciento.

—¿El exceso del régimen?

—El tiempo que ha durado asido al coroto, ¡y destruyendo!  Excesivo también el resentimiento,  su resorte. Asimismo, la exorbitada narración de la realidad. No ven lo malo (que son).

—¿El de la oposición?

—Desafinar. Se necesitan todas las voces en un coro, pero tienen que armonizar; a veces entrar todos a la vez, a veces solo susurrar mientras otro parafrasea.

—¿Emigraría?

—No, creo que no; me tendrán que empujar.

—¿Perro o gato?

—Soy Katty Perry, viva el mestizaje, tan curiosa como apegada. Mi canción sería no nos andemos como perros y gatos.  

—¿Euro o dólar?

—Que sane el bolívar. Un gobierno que sea en lo posible monedita de oro, no que busque la gallina de los huevos de…

—¿Izquierda o derecha?

—De centro, democracia, justicia social que articule la abismal brecha; libertad, organización con todos. Me encantaba el MAS de los inicios, el primer partido en hablar de la importancia del mercado.

—¿Botox o resignación?

—Voto y dignificación.

—¿Putin o Trump?

—¿Rasputín patán o el entrompado tramposo? ¡No hay dilema, hay susto!

—¿Carnet de la patria o dignidad?

—No cuestionaré a quien lo obtenga, pero me parece indigno. ¿No basta la cédula de identidad? Si antes decían “cédula y contra la pared”, ahora el carnet de la patria te pone entre la espada y la pared.

—¿Clap o dieta?

—Ha sido dieta, pero tenemos que romper ese dilema infame.

—De ser un animal…

—Amo las amigables guacamayas, una fiesta en el horror, también las cuelludas jirafas, el nervio de los caballos, el erotismo de los leones que follan a diario y a pasto… Soy de Santiago de León, y Leo; pero ¿quién cree en el horóscopo?

—¿Apoyaría una intervención armada?

—Depende del arma, la protesta pacífica, la persistencia en el decir, la creatividad en el responder, el juego político siempre. Que vengan a salvarnos puede ser muy solidario pero peligroso, tenemos que poder sin propiciar terremotos.

—¿Un líder?

—Mandela el sabio, Obama el vital, Churchill el de never surrender, Capriles el que dejó el pellejo, Miguel Pizarro el esperanzado, Juan Requesens el torturado… Pero la verdad es que entre todos podemos.

—¿Un regalo para Caracas?

—Le diría a Onofre Frías o a Campos Biscardi que pintaran el Ávila en el bloque infinito de edificios de Los Ruices, sobre la Francisco de Miranda, que tapan la montaña. Una ley que prohibiera edificios que la taparan. Ciudadanía. Que la Caracas informal tuviera conectividad y espacio vital interno y sus calles accesibles y embellecidas, como por ejemplo aquella zona mágica de Filadelfia. La vuelta del festival de la lectura y la de la alcaldía metropolitana. Cien plazas de Los Palos Grandes. Proseguir el Metro. Vías para bicis. Señalización para no perdernos más.

—¿Para Maduro?

—Ha tenido demasiado; ojalá, de recibirlo, le diera uso al sentido común. Mejor un pasaje a Nunca Jamás, donde entrará con un apellido más cónsono.

—¿Para la MUD o el Frente Amplio?

—Apoyo.

—De ser usted un personaje histórico…

—Teresa Carreño y su genio, sor Juana Inés de la Cruz y su intensidad, Luisa Cáceres de Arismendi y su compromiso y su amor, Malala y su coraje, Lolita Aniyar y su bonhomía…

—¿Lo ruin de la capital?

—Lo parchada que está, vivimos atrincherados tras muros que corolan púas y vidrios rotos; no nos vemos, nos tememos. Nos repelemos.

—¿Un lugar de Venezuela para soñar?

—Sobran maravillas que son ya un sueño: el milagroso relámpago del Catatumbo que reconstituye la capa de ozono, las playas todas, el camino no de ladrillos sino de araguaneyes amarillos en la vía a Barcelona, las siembras cacaoteras de toda la costa, la selva que es la palma de la mano de Charles Brewer Carías, el Orinoco a cuyas orillas Soto soñó…

—¿Lo invariable caraqueño?

—La panadería. Somos panas, y el pan es rico.

—Y usted, ¿seguirá dando vueltas por los medios?

—Siempre, no me gustan mucho los extremos.

—Entre vuelta y vuelta, ¿consigue los productos básicos?

—Soy paciente, menos para buscar productos básicos. Como soy caminadora, voy a un abasto y regreso con lo que consigo, siempre atacada por el monto imposible de la factura.

—Como lo sugiere Jacqueline Faría, ¿es usted feliz en las colas?

—Hago colas para entrar al cine, me desquician todas las demás. Puedes intentar la felicidad donde sea, eso sí. Por cierto, Jacqueline Faría es ella una sugerencia del poder omnímodo contra la decisión de la mayoría.

—¿Será el Guaire un balneario?

—… Y un refrescante paisaje, riberas hermosas con bancos para sentarse a la vera.

—¿Volverá la ciudad que se divierte?

—Recuperar la noche es fundamental, la ciudad es más vital y más sustentable. Un anhelo compartido, creo, es que los restaurantes cierren tarde y las galerías y las librerías, y el teatro tenga funciones de medianoche. Pero debe volver antes la confianza y ordenarse la economía, que a su vez se retroalimentará con el dinamismo de la ciudad de neón. Por cierto, Corpoelec no apaga los bombillos ¡de día!; qué horror ecológico y de todo tipo.

—¿La pérdida más lamentable de Caracas?

—El goce de movernos libremente y ocupar el espacio público es una pérdida, aunque no cejamos.  

—¿Un aporte de la “revolución”?

—El maestro dibuja un punto en una hoja de papel blanco y le pregunta al aprendiz qué ve. Le responde: un punto. El maestro le dice que ¡es una hoja en blanco y el punto un apenas! La pensión al ama de casa es un buen punto, pero ¿y el desdén por la democracia, la constituyente paralela, el Arco Minero, la no rendición de cuentas, la corrupción, la muerte de los manifestantes, los presos políticos?

—¿Cómo sobrellevarla?

— Como nos sobrelleva ella, con amor aunque mal paguemos. Amarla sin ambages, cuidarla, acicalarla, revitalizarla. ¡Tiene tanta belleza y potencial, Dios!

—De no ser periodista…

—El periodismo me acerca a todo, a la palabra que amo y a la realidad que busco. ¿Quizá bailarina?

—¿Qué le sobra al periodismo?

—Dramáticas noticias, difíciles de digerir.

—¿Qué le falta?

—Libertad para ejercerlo y tiempo, siempre tiempo; no basta contar, hay que interpretar, y hacer tejido.

—¿Una pérdida mediática?

—Al cabo de casi 100 emisoras de radio y casi 50 periódicos cerrados, el emisor.

—¿Una innovación?

—La imprenta, el Bus TV, el teléfono… Internet no tengo, me falla siempre.

—¿Domina usted a las redes sociales, o viceversa?

—Digamos que nos hacemos compañía. Pueden ser una forma de ayuda noble y de alegría, sin duda; una ilusión de superación de la distancia.

—¿Tradicional?

—Si tradición es saber bailar joropo y adorar las hallacas, y participar en la paradura del niño (hablo de Navidad), soy. Pero me gusta cuando una nueva idea te responde a las tantas interrogantes, las epifanías diarias; cambiar es estar vivo.

—¿Revolucionaria?

—Los cambios no siempre son sutiles, pero la imposición de una idea, incluso si interesante, es un despropósito. Le temo al temor.

—¿Rumbera?

— Conversar es un arte; bailar, otro. Alegrarse es una maravilla. Pues sí.

—¿Cocinera?

—Me gusta sacarle el jugo, compartir suspiros, el negro en camisa… No, cocino lo básico, pero aprenderé. Uno siempre cocina sueños.

—¿Qué cocina el régimen?

—La sopa de piedras del coronel.

—¿Y la resistencia?

—Mejores tiempos con enjundia. Multisápidos como somos y como decía Betancourt.

—¿Qué pasaría en Venezuela si entre vuelta y vuelta la población no se reencontrase con la democracia?

—Daremos con el camino, con más o menos vueltas, siempre las damos, de rotación y de traslación. Confiemos en el eje.


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