La crisis eléctrica que desde hace 10 meses azota al estado Zulia continúa haciendo estragos. Villa del Rosario, en Perijá, uno de los municipios que produce la mayor cantidad de leche y carne del país, pierde 300.000 litros de leche diarios por los cortes eléctricos “programados”, que en este caso duran entre 10 y 12 horas cada día. La llamada despensa de Venezuela, otrora responsable del abastecimiento de más de 60% de leche y carne en Venezuela, está vaciándose debido a la crisis generalizada que impide mantener la producción ganadera nacional.

La Unión de Ganaderos de La Villa del Rosario (Ugavi) denunció la asfixia económica de sus agremiados ante el colapso de los servicios por falta de energía eléctrica, que desde hace un mes se agudizó en la zona. Al menos 500 fincas en las carreteras La Culebra y Aquí me quedo pierden diariamente 90% de su producción láctea por no tener cómo refrigerar la leche.

Actualmente 70% de la producción láctea de Venezuela se concentra en esa zona que colinda con Colombia. Ugavi calcula que este mes se perdieron 9 millones de litros de leche, que se generan en aproximadamente 500 materas.

 Omar Márquez, presidente de la organización gremial, considera que la situación es insostenible. “Después de que la leche rebasa cierto porcentaje de acidez, ni siquiera sirve para hacer queso; es más, ni para consumo animal. Esto nos afecta de distinta manera, pues aquí se ordeña dos veces al día. Cuando en la madrugada no hay electricidad, así sea con lámparas logramos ordeñar; pero después no podemos almacenar la leche debido a que cuando no hay luz nos vemos obligados a dejar en el tanque la de la tarde anterior, que ya está fría. No le podemos agregar la caliente porque se nos dañan las dos”, explica.

Villa del Rosario está dividida en dos circuitos para efectos de Corpoelec: Circuito Aurora y Circuito La Villa. El primero, que comprende el casco central de la localidad, alimenta las telecomunicaciones, bancos y negocios, mientras que el segundo, que abarca las carreteras Aquí me quedo y La Culebra, donde se concentra la mayor cantidad de propiedades, afecta directamente la producción.

La falta de combustible también causa problemas en el suministro lácteo. A las estaciones de servicio del pueblo –igualmente golpeadas por el racionamiento– les resulta imposible surtir los camiones que trasportan la leche cruda de las materas a las receptoras, y la  procesada a Maracaibo u otras zonas.

Sin embargo, Márquez afirma que el problema va más allá: “Obviamente, dentro de la finca pernocta personal y no tener electricidad afecta su rendimiento y su calidad de vida. No solo se pierde la leche, sino también la comida que está en la nevera de los obreros. Las plantas pasteurizadoras y queseras no tienen cómo operar en caso de que no haya electricidad porque no pueden procesar. No todas poseen plantas. De esta forma las fallas eléctricas afectan toda la cadena de producción”.

La Unión de Ganaderos confía en la perseverancia de sus agremiados, que han dedicado su vida a esas tierras, para seguir adelante. Pero Márquez, siendo realista, considera inminente que se aproximen “al llegadero” a finales de septiembre.

Pérdidas imparables. Solo 5% de las fincas de la subregión cuenta con plantas eléctricas para subsistir durante los apagones, que no tienen horario fijo. Estos pueden ocurrir en la mañana, en la tarde o en la noche. Las plantas queseras y receptoras de leche tienen sus propias limitaciones para el almacenamiento, pues la inseguridad en la carretera que conduce al municipio limítrofe con Colombia es tal que los fletes han subido al doble. Por eso les han dado facilidades a los ganaderos para que no dejen perder el producto, como agregarle tiras de hielo con el fin de prolongar el enfriamiento mientras logran llevarlo a Maracaibo.

El ganadero Gerardo Ferrantes, de 59 años de edad, dijo que esta semana sus pérdidas fueron grotescas. “En tres días he botado 1.500 litros de leche por el problema de la luz. Yo no tengo planta. Intenté hacer queso, pero no consigo cuajo; y menos sal, una cosa tan elemental para los ganaderos. El dolor de ver cómo la leche se corta y se pone ácida es terrible porque no se puede hacer nada cuando eso pasa, y las receptoras no te la quieren aceptar. Una finca vecina perdió38.000 litros porque se confiaron en que la planta había encendido, y resulta que el motor falló porque había estado mucho tiempo prendido durante el apagón pasado y se les dañó”.

La situación tiene graves consecuencias para el productor agropecuario, destaca Ángel Rincón, directivo de la Federación de Ganaderos de Venezuela. “Es muy duro, nosotros no podemos aguantar esto por mucho tiempo, por múltiples razones. Primero las fallas eléctricas, la falta de efectivo para pagarles a los trabajadores, la inseguridad; en fin, antes era por un tiempo, ahora es el caos permanente. Estamos llegando al punto de no retorno y, aunque siempre he sido muy optimista, ya prevemos un colapso porque no aguantamos; el que no venda su finca tendrá que dejarla botada”.

La producción de carne no escapa de esa situación. Los ganaderos se abstienen de beneficiar un animal para evitar que se les pudra en las cavas. José Ocando, de 73 años de edad, dijo frente a una entidad bancaria –donde acababan de negarle el pago de su nómina en efectivo– que esta semana su vecino de finca sacrificó 8 reses, que equivalen a 4 toneladas de carne, pero se pudrieron por la falta de frío después de 12 horas sin servicio eléctrico.

Sin efectivo no hay producción. La falta del papel moneda en las pocas calles de Villa del Rosario agrava el caos en el que vive todo ganadero de la región.

Históricamente los trabajadores del campo –jornaleros, ordeñadores, cocineras y encargados de fincas– han cobrado su salario en efectivo debido a que en esas zonas la compra y venta de alimentos y otros productos de primera necesidad es al contado.

Sin embargo, desde la entrada en vigencia del nuevo cono monetario, en agosto, conseguir efectivo en las entidades bancarias para pagar la nómina de los empleados es simplemente imposible.

Márquez señala que el problema es más grave de lo que parece. “Si no tenemos electricidad para el punto de venta, mucho menos para transferencias. El personal obrero siempre se manejó con efectivo y ha ganado históricamente más que el de la ciudad. Antes del aumento ganaban 5 millones de bolívares, más las 3 comidas que se daban en la finca. Ahora su jornada semanal debe ser cancelada de la misma manera, pero de dónde vamos a sacar 45 millones de los viejos si los bancos solo dan 10 bolívares soberanos semanales”.

La mayoría de los productores agropecuarios confiesan que han subsistido comprando efectivo en el mercado a los buhoneros para poder cumplir con sus empleados, pero eso se ha vuelto insostenible porque quien maneja efectivo lo vende con dos porcentajes: si alguien desea comprarlo con el cono monetario nuevo, le costará 700% más, mientras que si prefiere el cono anterior le costará 500%. Además, si desea pagar algún producto o servicio por transferencia deberá cancelar 1.000%.

La mayor preocupación recae nuevamente en el sector productor, pues si no se cuenta con qué pagarles a los trabajadores –se calcula que hay 10.800 obreros en labores en las fincas–, la mayoría abandonará sus puestos.

“Los obreros solo quieren recibir efectivo porque estamos en una zona rural. Cuando no hay luz –o sea, 10 horas al día– no llega Internet ni señal del celular, no hay punto, entonces los negocios en esta zona todo lo manejan con efectivo. Al no tenerlo, la gente no puede comprar sus cosas. Los productores del campo nunca nos hemos negado a pagar; más bien consideramos que ahora el sueldo es justo, pero se nos ha hecho imposible. Los obreros, simplemente, han tomado la decisión de irse de las fincas porque no están bancarizados. Si esto no se soluciona antes de fin de mes, pudiéramos perder la mitad del personal; estaríamos hablando de más de 4.000 personas que dejarían sus empleos”.

Esa situación haría que los ganaderos recorten la producción aún más por falta de mano de obra. También se vería afectada la producción de carne.

“De verdad sería lamentable. En este municipio se producen alrededor de 300.000 litros de leche al día. Ahora, por el problema eléctrico y por la estación del año, bajó la producción en 157.000 litrosdurante la última semana, pero en octubre volverá a incrementarse porque van a parir los animales. Todo esto se perdería porque cómo hacemos si no tenemos obreros para ordeñar y para hacer las labores del campo. Con el problema de la gasolina no tenemos tractores y nos estamos ayudando de manera manual, pero ahora será mucho más difícil”, advirtió Márquez.

Ocando dice que lleva toda una vida en esas tierras, pero para él es un hecho inédito la situación. “Si vamos temprano para el banco, no hay luz, no hay línea, no hay efectivo; cualquier excusa es buena. No sé cómo voy a hacer para pagarles este fin de semana a los trabajadores. Tengo tres días con dolor de cabeza de tanto pensar. En mi finca la producción irá a bajar porque seguro se me van los obreros. Estamos pasando algo que nunca en mi vida, ni cuando empecé con hacha, machete y garabato había ocurrido. Pienso en el futuro de mis nietos y lo veo negro, no sé qué ira a pasar; pero lo más seguro es que se acabe, porque esto no lo aguanta nadie”.

De los 50 obreros con los que contaba Ocando, le quedan 3, y lo único que puede hacer es poner los becerros a mamar de sus madres para evitar que se le pierda mayor cantidad de leche y prevenir la mastitis en las vacas, medida con la que intenta sobrevivir un día más. 


Inseguridad en el sur de Perijá

Diosvis Martínez vicepresidente de la Unión de Ganaderos del municipio Rosario de Perijá, fue secuestrado hace ocho años cuando iba a su finca en la carretera La Culebra, en La Villa. Desdeentonces su vida no volvió a ser la misma. Hoy cuenta con pesar que muchos de sus compañeros sienten escalofríos al pensar que pueden correr con la misma suerte.

La troncal 6, conocida como La Machiques-Colón, es uno de los trayectos más peligrosos del estado Zulia. La presencia de paramilitares, el mal estado de la vía, la falta de alumbrado público y los cierres arbitrarios de la carretera forman parte de las amenazas a las que ganaderos, familiares e incluso turistas están expuestos con solo pasar a menos de 100 kilómetros por hora.

Omar Márquez, ganadero de la región, manifestó que  diariamente se roban aproximadamente seis carros en esa zona. “Vivimos alarmados y pidiéndole a Dios que nos cuide porque no es fácil estar pasando por aquí, no tenemos garantía de nada”, expresa.

El robo de animales es una de las prácticas más comunes en esa zona. Martínez contó que hace un mes, cuando se inauguró la feria ganadera de Machiques, desconocidos le robaron 37 animales de exhibición de su finca La Solita y hasta ahora no han aparecido. “Esta es una cosa increíble. Cuando se pierden animales uno siempre sigue las huellas, pero casualmente ese día llovió. Puse la denuncia, pero nadie hace nada”.

Para el ganadero, que forma parte de la tercera generación de su familia que se ha dedicado al cuidado y producción de las tierras del Rosario de Perijá, quedarse aun después de ser secuestrado es la muestra de amor más grande por sus raíces. “Me quedé porque esto es lo único que sé hacer”.

Los ganaderos culpan a integrantes de las comunidades yukpa de irrumpir armados en las haciendas para exigir animales, comida e incluso un pedazo de tierra para establecerse, y de quemar y desalojar propiedades enteras para quedarse ellas, sin que intervenga la Guardia Nacional Bolivariana. Ante la acusación se pidió una respuesta de representantes del pueblo indígena, pero declinaron hacer comentarios.

Los ladrones ya están adiestrados, saben cuándo es el mejor momento para los robos: una vez que los animales están formados y listos para producir. “Cada cuatro años me roban las escoletas (ejemplares jóvenes). Lo que hago es dejarlas revueltas con las demás para que no me roben tanto”, dijo otro productor, que prefirió no ser identificado.

Al menos 12 alcabalas móviles hay en la vía que conduce a Villa del Rosario. La primera está en el kilómetro 18, y así hasta llegar al pueblo. Sin embargo, eso no es garantía de nada, pues a pocos metros de varias de ellas se encuentran alcabalas paralelas, donde piden una especie de peaje a quien transite por allí, bajo la amenaza de romper los vehículos con tubos y resorteras.

Otros problemas son las fallas de alumbrado público y el mal estado de la vía. El productor agropecuario Levi Amaya dice que no baja de 150 kilómetros por hora cuando va a su finca. “Antes nos tardábamos menos porque la vía estaba buena; ahora es un caos, pero por el riesgo igual uno anda rápido porque si no le puede pasar algo, esta carretera es muy insegura”.

El ELN mete miedo

El miedo y la desesperación cunden en las fincas de la subregión Perijá, pues el Ejército de Liberación Nacional opera desde hace más de 15 años en el eje fronterizo del estado Zulia, tanto en la parte sur como en la norte.

Uno de los ganaderos, de 65 años de edad, es tajante, aun cuando se niega a dar su nombre y apellido: “Yo tengo bichos de esos metidos dentro de mi hacienda; son 352 y los dejo estar ahí porque si no me matan, no solo a mí sino también a todos los míos. Les doy lo que me pidan, sacos de arroz, mortadela, agua, leche y hasta animales como cerdos o gallinas. Supuestamente ellos nos cuidan, pero son los verdugos de este país, están en todos lados, amedrentando”.

Se conoció extraoficialmente que “los Elenos”, como con conocidos los integrantes de ese grupo, usan los vehículos de la Alcaldía de La Villa para trasladarse por el pueblo y sus alrededores. Y aunque nadie dice nada, todos saben quiénes son.

Lea el reportaje completo en: Crónica.Uno


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