Maracaibo es una de las ciudades más deprimidas del país. La crisis, sentida en otros lugares con fuerza, se multiplica varias veces y adquiere dimensiones insospechadas. Los marabinos sufren por la acumulación de basura en las calles y por los frecuentes cortes de electricidad, pero asimismo en la capital del Zulia sus ciudadanos pasan hambre como nunca antes.

“La situación en Maracaibo es terrible. Hay mucha gente comiendo de la basura por lo que varias amigas pensamos que era necesario tenderle una mano a todas esas personas que pasan tanta necesidad”, dijo Malena Soto, vicepresidente de Alimento x Sonrisa, asociación civil sin fines de lucro, creada el 6 de diciembre de 2016, que tiene como objetivo apoyar a los niños y adultos de tercera edad en riesgo.

“Nuestra opción preferencial es la atención de niños que están en la calle y llevarles comida”, explicó.

Alimento x Sonrisa ha entregado 8.500 platos en 2 años de trabajo, a razón de entre 80 y 150 semanales. En algunos lugares han repartido medicinas y juguetes.

No solo Maracaibo se ha visto beneficiado por este proyecto, sino también los municipios San Francisco, que forma parte de la zona metropolitana, y Baralt, en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo.

“El trabajo lo llevamos adelante con un grupo de colaboradoras. Realizamos jornadas populares en los barrios con el apoyo de las comunidades de las iglesias católicas y evangélicas, con el fin de apoyar a los niños que están en situación difícil porque sus padres no cuentan con los recursos necesarios para alimentarlos o los abuelitos que la pasan mal porque no tienen con qué comprarse los alimentos”, afirmó.

La asociación también reparte comida de manera itinerante en los centros y casas que les prestan ayuda para sus actividades.

“Buscamos el apoyo y aporte de personas naturales y jurídicas, a quienes llamamos ángeles guardianes, para poder continuar con nuestra labor. El aporte es necesario para seguir brindando una mano amiga”, subrayó.

Testimonios. Soto es periodista y previamente trabajó con la Iglesia católica. Fue directora de la emisora de radio La Voz de la Fe. Señaló que la experiencia con la asociación ha sido muy enriquecedora: “Esta es mi manera de servir a Venezuela, saber que podemos ayudar a otros, me siento útil. Cada expresión de alegría en los niños cuando ven la comida es nuestra mejor recompensa”.

Una niña la interpeló una vez. “¿Vos tenéis casa?, porque yo vivo en la calle”, le dijo.

“No sabía qué hacer. Otra amiguita que estaba junto a ella la apuró y salieron corriendo sin darme tiempo a decirles nada. Me puse a llorar de impotencia. Esos niños que están en la calle son responsabilidad del Estado, pero también de los que no hacemos nada”, manifestó.

Jeannete Stock es una de las colaboradoras. El tiempo que le deja su trabajo como docente en la Universidad del Zulia lo dedica a Alimento x Sonrisa.

“Me gustaría resaltar que yo he sido la más beneficiada, porque es algo muy grande compartir con tanta gente que padece necesidad”, recalcó.

Añadió: “Aunque nos quejemos muchísimo, yo siempre tengo algo para comer. Aquí entendí lo que es estar en una situación terrible. Al final del día uno se siente agradecido por lo que tiene, no es ser conformistas, sino que vemos que siempre hay gente que está mucho peor que uno”.

María Alvarado también es docente. Siente que Alimento x Sonrisa ha marcado su vida: “Para mí fue impresionante ver a un joven sin brazos ni piernas que pedía ayuda en la calle. Me dijo: ‘Señora, por favor, me pone la comida en el hombro para subirla hasta la boca’. Empecé a ayudarlo con un nudo en la garganta”.


Celebrando con los niños

Alimento x Sonrisa celebró en el mes de diciembre su segundo aniversario con una jornada de atención a 65 niños en la iglesia Resurrección del barrio 18 de Octubre, al norte de la ciudad de Maracaibo. Contaron con el apoyo de Juventud por Venezuela Zulia y la Fundación de Atletas Cristianos. La semana anterior tuvieron una actividad similar en el barrio La Ranchería, al sur del municipio.

“Se les dio comida, juguetes, se les hicieron juegos, pintacaritas y algunas dinámicas de grupo. Fue un día de mucha intensidad y muy bonito. Los niños salieron renovados y contentos”, explicó Malena Soto.

El primer aniversario lo celebraron con una jornada de atención en una comunidad indígena del municipio Baralt.


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