Barbie taquilla
Fotografías: © Warner Bros.

Barbie ha sido un engaño fastuoso y deleitable; una lección de marketing que empleó el señuelo de la imagen clásica de la muñeca de Mattel y de su novio Ken luciéndolos en un breve trailer que se difundió por todo el mundo en los meses previos a su estreno y que sí, en efecto, mostraba a la película de Greta Gerwig como una adaptación fiel de la historia de Barbie y Ken en su versión de carne y hueso. Una vez estrenada, el horror de muchos: la historia de la película tenía que ver muy poco con lo que se esperaba. Horror adicional (y spoiler): Ken no era su novio.

Hoy, cuando Barbie ha amasado los mil millones de dólares en taquilla y Gerwig es la directora más exitosa de la historia –lo siento, Patty Jenkins– está claro que los breves fragmentos mostrados una y otra vez no fueron sino un señuelo para distraer del contenido subversivo de la segunda cinta más debatida de este año. Esto porque Barbie llegó poco después de La sirenita, la película más vilipendiada por el extremismo conservador entre otros vilipendios recientes –han sido demolidos con argumentos contra la inclusión y los temas LGTB filmes de Disney y Disney/Pixar como Un mundo extraño, Red, o Elemental, y el año pasado el beso lésbico en Lightyear motivó hasta censuras–. En el caso de La sirenita, el ataque fue artero hacia la raza de la actriz Halle Bailey; se mofaron de ella por su tez morena y por sus ojos supuestamente en extremo separados; le dijeron gorda, mala cantante, pésima actriz. Muy aparte estuvo la descarga furiosa contra las escenas de diversidad en el reino de las sirenas, a decir, sirenos con medio cuerpo de rosa, o con rasgos andróginos, o de múltiples razas. Para el grupo conservador que llegó a rebautizar la película de forma despectiva como “La sinegrita”, las cosas deberían haberse mantenido como en la cinta clásica de 1989, con una Ariel pelirroja y con los actores todos de piel blanca. Con La sirenita, el grito de “¡inclusión forzada!” pobló foros y grupos de cine y salpicó por doquier las redes.

Barbie
Barbie (Margot Robbie) y Ken (Ryan Gosling) en una escena de la película.

El asunto con Barbie ha sido muy parecido desde el lado de los ataques (“inclusión forzada”, “agenda LGTB”, “ideología de género”) pero los efectos no han sido los mismos. En primer lugar, La sirenita resultó una película apenas aprobada por el público y la crítica; en el caso de Barbie, solo una minoría la considera mala . En segundo lugar, Barbie puede mirarse desde muchos ángulos y todos ellos llevarán a conversaciones sostenibles de múltiples aristas; es tal su complejidad aunque muchos se resistan a aceptarlo.

El ángulo más simple: ¿Es o no Barbie una traducción fiel de la historia de la muñeca que todos conocemos –o creíamos conocer– a la pantalla grande? Cuando se responde a esta pregunta, se suele caer en el error de hablar por default de la “Barbie estereotípica” (aquella que interpreta Margot Robbie) como la “Barbie única”: una rubia de cuerpo imposible en un mundo perfecto de fantasía por completo desarraigada de la realidad. La verdad es que desde hace varios años hay Barbies de varias razas: la primera Barbie de raza negra debutó en 1980. Luego vinieron las Barbies con diferentes oficios y en 2016 las Barbies de diferentes proporciones corporales, y en 2020 llegaron las Barbies con discapacidades: una en silla de ruedas, otra con la cabeza al rape por quimioterapia. Antes de echar por tierra a la muñeca basados en información caduca, habría primero que ver dónde está Barbie en 2023.

Es éste el mundo que la película de Greta Gerwig lleva a la pantalla.

El otro ángulo es el de la inclusión. Allí el blanco ha sido la actriz trans Hari Nef, natural de Filadelfia, y quien encarna a una Barbie también. Pero Barbie incide en el tema LGTB apenas como esta pincelada imperceptible (el rol de Nef es mínimo, y este aspecto ni se desarrolla en el filme), y más se enfoca en la diversidad de colores de cabellos y de razas, como Simu Liu (el protagonista de Shang-chi y la leyenda de los diez anillos) haciendo de una variante oriental de Ken. Una entre muchas otras.

En 2020, la empresa Mattel lanzó la mercado Barbies con discapacidades, como una en silla de ruedas, otra con la cabeza al rape por quimioterapia.

Barbie, por sobre todas las cosas (y sí, estoy dejando lo del feminismo para el final) es un ejercicio de marketing para vender muñecas, reflotar la marca Mattel y, cómo no, lanzar las películas y series de un ya anunciado Mattel-verso, al estilo de Marvel. Todo esto es cierto, como es cierto también que se ha hecho con una buena película, con valores de producción notables, con la gran actuación de Margot Robbie, con un guion sagaz y con la dirección vigorosa e inspirada de Greta Gerwig. ¿Qué hay de terrible o sorprendente en el hecho de que se quieran vender muñecas? Ah, sí, que entonces “invalida los discursos”. De nuevo, hablemos más adelante. Todas las franquicias, desde Star Wars hasta el Universo Cinemático Marvel, pasando por El juego del miedo, El señor de los anillos o Harry Potter, todas quieren vendernos muñecos y mercancía derivada. Todas estas cintas articulan sus propios discursos y nunca se dijo que las mercancías derivadas los anulaban.

Más interesante es hablar de Barbie como una gran película cinéfila. La misma Greta Gerwig ha dado una lista de 32 filmes que usó de referencia, pero vayamos a las más evidentes: El mago de Oz (1932) y Los paraguas de Cherburgo (1964). La primera por el uso de enormes sets para la construcción del mundo de Barbie, alejándose del abuso de lo digital. Sin pantallas verdes o azules para montar paisajes dibujados en computador, la irrealidad de Barbilandia se hace tangible, y nos introduce en un entorno de cuento, obteniendo el mismo resultado que con los trotes de Dorothy por el camino de ladrillos amarillos. La dirección de fotografía de Rodrigo Prieto –compañero de armas de Alejandro González Iñárritu en Babel, 21 gramos, Amores perros y Biutiful–, hace que el mundo de muñecas adquiera ante nuestros ojos las texturas reales del plástico, hasta la piel de los actores parece de plástico.

La entonces joven actriz Catherine Deneuve, protagonizó «Los paraguas de Cherburgo» (1964), una de las cintas que la directora, Greta Gerwig, usó como referencia para «Barbie».

Lo de Los paraguas de Cherburgo es más evidente pero Gerwig anota que también tuvo presente otras dos cintas posteriores del director galo Jacques Demy: Las señoritas de Rochefort (1967) y Estudio de modelos (1969): “son deliciosas”, explica Gerwig. Pero me quedo con Paraguas como referencia máxima por el rosado predominante que no satura la vista del espectador y por el mundo de fantasía con reglas propias que puede crearse a partir de las ideas de Demy. El sentido trágico de Ken (Ryan Gosling) en Barbie también tiene visos claros del Guy interpretado por Nino Castelnuovo. Margot Robbie, a la luz de lo trabajado a las órdenes de Gerwig, es una Geneviève moderna, una apropiada émula de la mismísima Catherine Deneuve. Hay poco que decir sobre lo bien que se llevan el rubio de los cabellos y la tez blanca de Robbie/Deneuve para la paleta de colores propuesta por ambos filmes. Greta Gerwig menciona además cintas como Bailando bajo la lluvia, Un americano en París o Las zapatillas rojas, incluso Mujeres al borde de un ataque de nervios, pero seguro que cada quién podrá encontrar su referencia favorita. Ni se hable de 2001: Odisea del espacio, presente desde el trailer mismo del filme.

Finalmente, el tema feminista. Barbie resulta demasiado para los conservadores –recibí un comentario que la declaraba “satánica” y otro que hablaba de un supuesto demonio llamado “Barbiel” –, y para las feministas más conocedoras resulta un limitado pastiche de discursos más amplios, una oportunidad desaprovechada o como mínimo mal empleada para presentar en amplitud estos discursos. Aun así, en Barbie se reconoce el rol nefasto de la muñeca en los complejos que ayudó a diseminar entre generaciones de niñas; en una escena clave le gritan “¡Fascista!” y culpable de “retroceder los avances del feminismo unos 50 años” además de “habernos creado estándares irreales de belleza”. Todo eso está ahí en el guion y en la cinta final, pero para algunos frentes del feminismo esto no basta: se acusa a los contenidos feministas de la cinta de ser feminismo blanco, de reducir premisas más sustanciosas a la propuesta de un empoderamiento superfluo.

En definitiva, Barbie propone entonces un feminismo para dummies incapaz de satisfacer por completo a alguien interesado con sinceridad en el tema. Barbilandia y las reglas que la gobiernan oscilan entre los poderes patriarcales de los Ken y los redescubrimientos existenciales de las Barbies, cuyas respuestas se obtienen a su vez en el mundo patriarcal de los humanos, representados por los ejecutivos –todos hombres– de Mattel y su CEO paródico, interpretado por Will Farrell. En su búsqueda de una mirada conciliadora con todos, Gerwig acepta que no podrá ganar esta batalla de conceptos y opta por decir lo que tiene que decir y poner el pecho ante las balas.

En esa línea, el monólogo de Gloria (America Ferrera) en el tercer acto del filme es el corazón ideológico de toda la película. Claro, cada línea puede ser también desmenuzada y debatida (está disponible en línea), pero fue escrita por Gerwig y dirigida por ella misma, directora de una cinta excelente y feminista como Lady Bird.

Barbilandia se recreó en enormes sets, alejándose del abuso de lo digital, sin pantallas verdes o azules para montar paisajes dibujados en computador.

Digo, está probado que Gerwig es honesta. Sobre todo cuando Gloria apunta que para el mundo y la sociedad “tienes que no envejecer nunca, no ser grosera, no presumir nunca, no ser egoísta nunca, no caerte nunca, no fracasar nunca, no mostrar miedo nunca, no pasarte de la raya nunca. ¡Es demasiado difícil! Es demasiado contradictorio y nadie te da una medalla ni te da las gracias. Y resulta que, de hecho, no sólo lo estás haciendo todo mal, sino que además todo es culpa tuya”. Quizá se pudo decir con palabras más solemnes, pero hay mucha verdad en estos textos.

Will Farrell se me hace insoportable en este filme como en tantos otros y lo suyo es lo peor de la película. Y Ryan Gosling saca adelante a su Ken pero se le nota inseguro, incómodo en algunas escenas donde no le da el oficio para burlarse ya más de sí mismo. Hay muchos personajes de pasada (como la desperdiciada Dua Lipa) y otros como la “Barbie rara” (Kate McKinnon) merecen mucho más reconocimiento.

Nadie ha dicho que Barbie sea un filme perfecto. Sí que es uno de los grandes eventos del año. Veremos qué ocurre en el Oscar.

 

FICHA TÉCNICA

Película: Barbie

País: Estados Unidos

Año: 2023

Directores: Greta Gerwig

Protagonistas: Margot Robbie, Ryan Gosling, America Ferrera, Will Farrell, Kate McKinnon

Disponible en: Cines

Calificación: 4.5/5

 


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