Retrato de Louis Daguerre | Jean-Baptiste Sabatier-Blot

Por ÓSCAR LUCIEN

Lamentablemente la reunión de los países europeos en la hermosa ciudad de Oporto no concluyó en una perspectiva clara sobre la liberación de las patentes que potencialmente permitiría una lucha más efectiva a escala planetaria contra la pandemia.

Mi desconcierto es mayor cuando oigo la posición de importantes voceros de la industria farmacéutica: si liberan las patentes ya no habrá motivación para la inversión en investigación científica. Sin embargo, cuando el número de muertes supera los 4 millones de personas, que la pandemia está en pleno apogeo en países como India o Brasil, o de manera general en el empobrecido sur del planeta, cuando los estragos económicos y psicológicos son innumerables, ¿tiene un sentido humano la incomprensión sobre la urgencia de la vacunación universal? Y si celebramos el logro científico de una vacuna en tan poco tiempo es impostergable el gesto humanitario de encontrar la solución perentoria para compartir su aplicación a toda la población mundial.

Joe Biden, presidente de los Estados Unidos se ha pronunciado por la liberación de las patentes. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha declarado que «debemos trabajar para que las vacunas sean un bien mundial». Francia tiene un hermoso precedente que vale la pena recordar. El 19 de agosto de 1839 en sesión conjunta de la Academia de Ciencias y la Academia de Bellas francesas, se presentó el Daguerrotipo de Louis Daguerre, y al reconocerle su invención, el gobierno francés otorgaba una pensión vitalicia a su autor y el invento se ofrecía como un regalo al mundo.

Ciertamente, el debate hoy es de diferente envergadura. Entiendo las dudas objetivas de quienes piensan que la liberación de las patentes no resuelve de manera automática la complejidad de la vacunación a escala mundial, pero me perturba el énfasis en el tenor mercantilista de la investigación científica y me preocupa la incapacidad de la élite política para enfrentar un problema que me animo a calificar la “prueba ácida” del modelo comunitario planetario que prevalece en Occidente. ¿Con una vacuna a la que solo podrían acceder en primera instancia los “países ricos” no se pierde la perspectiva del problema planetario que representa la Covid-19? ¿Recompensar con un pago único por la liberación de las patentes no sería una solución viable? ¿No estamos ante el desafío de pasar a la consideración de una visión más trascendente de humanidad?


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