Andrés Levell | Jaimar Marcano

Por RICARDO RAMÍREZ REQUENA

Hay muchos libros dentro de Cuadernos de Urumaco de Andrés Levell. Mi conocimiento musical es nulo, pero me gusta pensarlo como una sinfonía. Me gusta pensar que Andrés compuso el libro de esa manera, pensando en muchas voces, melodías e instrumentos. Hablamos de un libro en donde los cantos, las vibraciones y sonoridades van haciendo su estructura y en donde una capacidad verbal insólita va construyendo una historia inesperada.

Cuadernos de Urumaco es un libro de viaje hacia un desierto en Falcón, en donde un hombre busca algún tipo de respuestas a sus incertidumbres. Este viaje es iniciático, en todo su elemento arquetipal. La presencia de lo onírico, del desierto como un personaje más, va definiendo todo. Pero en este libro todo es personaje: el clima, los sueños, lo erótico, la vegetación, la fauna, los cielos, lo infiernos. Por eso hablo de una composición sinfónica. De una narración que se va haciendo siempre por capas, por fugas, por elevaciones y descensos. Lleno de túneles, cada túnel es una forma de fuga a nuevos libros que se alimentan de otros que ha venido narrando. Como una versión de Las mil y una noches, pero con atlantes, extraterrestres, maestros y ángeles y ascendidos.

Debo decir que esta obra me ha parecido impresionante. Es como un Silmarillion criollo. Pero además uno encuentra grandes lecturas: los griegos y romanos, Ulises, Jonás, Eneas; El viaje de Dante, y también la presencia de una obra poco explorada en el ámbito hispano: El paraíso perdido, de Milton. Esa capacidad de trabajar las imágenes, las historias y los personajes. Veo también (cita a algunos de ellos, en especial al principio de la obra), la influencia de algunos visionarios de la literatura: William Blake, Arthur Rimbaud, Walt Whitman. Levell se propone la construcción de un universo propio a partir de múltiples universos. Creo que lo logra. Voy a explicar por qué:

Venezuela es un país espiritual. Todos creen en algo. Un país de ánimas y aparecidos, de fantasmas, diosas de la naturaleza, del mar, de la montaña, del llano. Un país de santos y vírgenes. Un país de creyentes. El alma es algo natural, tanto como el espíritu. Con un inicio que nos recuerda a Castaneda y un espíritu reveroniano, Levell construye el peregrinaje de un hombre por el inframundo, por múltiples civilizaciones, culturas, referentes (Tenochtitlán, Delfos, son algunos de ellos), mitologías, lenguajes, por planetas, galaxias y cielos, logrando una propuesta cósmica y religiosa notable. Hace un trabajo de síntesis deslumbrante.

En pocas palabras, creo que se propone un libro fundacional.

Cuadernos de Urumaco es la composición de una sinfonía llena de elementos religiosos, arquetipales, oníricos, simbólicos. Construye un mundo a partir de herencias y tradiciones universales pero también dando un importante lugar a referentes venezolanos: Falcón, el Orinoco, Amazonas, el Warairarepano, y el Tepuy como elemento simbólico fundamental.

No sé si lo que ha escrito Levell es fruto de sus propias experiencias o de la ficción. Me gusta dejar esa duda. Me sostengo en ella. Yo leí el libro como si todo fuera cierto, y creo que de eso se trata la literatura.

Cuadernos de Urumaco es uno de los libros más insólitos que he podido leer, escrito por un venezolano. Es una montaña rusa que te deja lleno de serenidad.

Oscar Todtmann editores es una editorial singular. Se dio a conocer por publicar libros de fotografías, de viajes por el paisaje venezolano. Pero también por publicar obras sobre el Zen y otras propuestas espirituales, además de narrativa y poesía. En este sentido, es una editorial alemana en tierras tropicales. Ese mix siempre me ha encantado. Muestra mucho de lo que somos. Creo que Cuadernos de Urumaco logra condensar muchas de las líneas que Oscar Todtmann editores ha seguido. Han hecho una buena apuesta.

Es un viaje que vale la pena.


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