Por RODRIGO GÓMEZ MURA (1)

De esta manera seguimos avanzando con laboriosidad, barcos contra la corriente, en regresión sin pausa hacia el pasado

El gran Gatsby. F.S. Fitzgerald.

A veces es al final/ a veces es al principio.

En mayo del 2018, el mayo feminista chileno, cuando finalizábamos la ceremonia de inauguración de la exposición y coloquios sobre la obra de Guillermo Deisler nombrada PRÁCTICAS DE TEXTOS E IMÁGENES, me acompañaban al frente de los asistentes Laura Coll, esposa de Guillermo, administradora de su archivo y madre de Mariana Deisler, quien hoy nos acompaña. Y también estaba mi colega el poeta y académico Jorge Polanco. En ese momento al cierre dije: “… La obra de Guillermo Deisler se sigue expandiendo en una diáspora creativa como se esparcen al soplar las cipselas del Dandelion o diente de león”. Yo estaba citando solapadamente, de manera residual, la secuencia final de la película de Michael Winterbottom Manchester, 24 horas de fiesta, donde Tony Wilson, el protagonista, al ser desalojado con orden de desahucio, en plena fiesta, de su club-discoteque The Hacienda, regala en una acción cívico-situacionista todos los equipos (tornamesas, parlantes, computadores y teclados musicales) a la sangre mancuniana, al pueblo y ciudad de Manchester, a la gente para que hagan música o creen arte en general. Llévenselo todo.

Al rato se me acercó Jorge y me preguntó a qué me refería… le dije que pensaba que había cierta similitud en la obra de Deisler porque tenía esa condición de parecer actual y que gatillaba en otros la creación artística – poesía, “agregados sensibles”, me estaba pasando a mí, me pasó, y de esa exposición y otras actividades surgió esto: el libro POSTEOS DESDE EL SUR.

La obra de Deisler entre objeto – imagen – palabra, anclada en la imagen técnica y sus procesos industriales de reproducción como grabados y serigrafías, collages, la mezcla de ellos. Soportada en diversos medios: libros, postales, cuadros, objetos, la mezcla de ellos. Soportes que plantean una salida del espacio tradicional de exhibición, conceptualizando los medios de comunicación de la época para resistir y masificar. Una poética material en vías de su desmaterialización por la síntesis gráfica. Povera – letrista – situacionista, si no intencional, residual. Latinoamericana y política. Los 60.

El intaglio, el corte y el recorte, el tajo, la selección: la grieta, donde pasa algo. La superficie, la pantalla, el borde o límite es donde se efectúa. “La grieta es un incorporal que avanza sobre la densidad corporal, y progresa afectando en secreto a los cuerpos” (2).

La muerte es la grieta que ha avanzado de a poco en nuestra existencia, la memoria es una luz que pasa por esa grieta. Relampaguea.

En la memoria, la muerte no lo alcanzaría.

En enero de este 2022, abriéndose los espacios después de pandemia, fui a mi oficina en la escuela de artes visuales a embalar unas obras poético objetuales para devolverlas a un artista. No sé por qué, pero aparecieron Jorge y su hija Celeste. No nos habíamos citado, ni ellos sabían que yo estaría por ahí. Nos encontramos justo en el momento que servía a sus intereses, que son los míos ahora. Deisler gravitaba nuevamente, las constelaciones son configuraciones solidarias y el montaje es un generador de relaciones de sentido.

No veía a Celeste hace mucho tiempo, ahora tenía 7 años. Mientras yo conversaba con Jorge, vi como “la Cele” tomó un diente de león de los que crecen fuera de mi oficina y sopló para esparcir las cipselas.


1 Arista visual y académico de la Universidad Austral de Chile.

2 García, R. (1999) (La grieta en Deleuze (una lectura de su suicidio)) en La anarquía coronada. La filosofía de Gilles Deleuze. Buenos Aires. Ediciones Colihue S.R.L.


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