Arnaldo Acosta Bello (Camaguán, 1927- Barquisimeto, 1996), poeta, novelista y profesor universitario dedicado a la docencia; miembro fundador del Grupo Literario «Tabla Redonda» en los años sesenta del pasado siglo. Tuvo una destacada labor como director de Cultura en la Universidad de Oriente y en la Universidad de los Andes. Su obra lírica está editada en más de diez libros publicados desde su inicial Canto Elemental  (México: Ed. Ibero-Americana, 1956), hasta Adiós al Rey (Caracas: Monte Ávila, 1995).

Mediante un lenguaje aparentemente sencillo, Acosta Bello ofrece su poesía a partir de cotidianas vivencias personales, propias del hombre contemporáneo. La tediosa y acaso irrelevante realidad que circunda al poeta da el impulso a  sorprendentes revelaciones existenciales enmarcadas por un espíritu creativo e iluminador.

Van a continuación selecciones de su libros de poesía Minimum Mysterium (1985), Mar amargo (1988) y Adiós al Rey (1995).

De Minimum Mysterium (1985)

ESTA dulce mañana está formada

por los mismos árboles, los pájaros

de ayer, las nubes de siempre.

Una nueva cadencia, una

música agreste, se filtra por las

ranuras. Me zumban lo oídos,

un pie gitano con algo todavía de la

aurora quiere embriagarme,

no temo perder la cabeza.

 

PERDÍ el rumbo

Un rastrillo, necesito un rastrillo

para arrear esta basura.

 

TE espero para el último encuentro

me  he trazado la rutina de un púgil:

salto, corro, hago sombra,

tengo abstinencia de palabras

cada día escribo un verso

la victoria será silenciosa.

 

ELECCIONES

Conocidos los resultados dijo:

Yo soy el líder, yo soy el líder,

dando brincos en la plaza

subiéndose a las fuentes.

Esta corneja, como la del Cid,

no podía hacer otra cosa sino graznar la desgracia

enfermar los presagios atravesándose

en el camino, mala sombra.

 

NAJUL dice que los demás no oyen,

ustedes los políticos no oyen, repite

como para ofender. Chico, que manía

de maestro, que deseo robusto de hacerse

oír. Mejor cállate, enflaquece en el

silencio, es una estética.

 

FÍJATE en las abejas,

primero hacen la cera

después, si sus alas

no caen tostadas por

la inclemencia, si las

flores llegan a tiempo,

si el cielo lo permite,

hacen la miel.

 

EL FRÍO de la tierra

el de las paredes

y del cielo

me encierran en un frasco

Mi hígado se encoge, parpadea

frente al espejo donde Marte

al romperse la frente

Se baña de sangre.

 

LA VIDA no acaba porque soples sobre llama

Ni aun si estrujas en los dedos el carbón,

Queda la posibilidad del poema

Más duro todavía que el diamante.

Arroja las máscaras, vive, que tus pasos golpeen el cielo.

 

REPARTE de nuevo: dama de diamantes

¡era un juego, un sueño!

 

OH LEÓN en los ojos de Dios

he sentido el zarpazo en una

mirada, carne abierta en la

llama de una tormenta, sal

bendita mintiendo en la herida.,

filosa laja cortando

el último nervio del amor.

 

TRANCA la puerta por dentro

y deja tu casa en la oscuridad

que ni tú mismo puedas ver,

no es necesario, de todos modos

llegarás a tu lecho sin tropezar.

 

COMO una babosa subiendo lentamente

he dejado un rastro que llega hasta mí,

no traigas sal, perdóname la vida,

es poco lo que falta para llegar.


De Mar amargo (1988)

ENTRECANTO

No me des lo que hoy

suena como un cansado canto

ni pongas el filo de la maldición

contra mí.

 

No olvides que ambos

subimos estos roquedales

donde ni el águila se atreve a llegar.


De Adiós al rey (1995)

PREGUNTAS

¿Cómo haces para cuidar dos niños

durante la noche, cuando el cielo

entra por la ventana como un ave del paraíso?

 

¿Cómo haces para no soltarlos durante el sueño

y que ellos sean libres y se muevan

iguales a una rama mecida por el viento?

 

Si llegas tarde, si no te dejan ir

y te arrastran hacia la corriente

hacia las dulces tentaciones donde el agua

es profunda y tu cabeza puede desaparecer,

¿cómo haces?

 

Podrías estar y no estar, podrías irte y

regresar, decir adiós y apretar la mano

sabiendo que las horas atajaron la proa,

que algo encalló y debes pasar de largo

sin dar señales de nada, ni siquiera

cuando el día aparece con una sonrisa

para el desayuno.

EL ORDEN DE LAS COSAS

Como una tigra debajo de un árbol oscuro

oliendo el aire con los ojos cerrados

acomodando el culo para que el viento

encuentre su macho en cualquier parte,

la poesía suele llamar a los hombres

para poseerlos sólo un instante y que se vayan

luego a sus países, a sus ciudades,

como el tigre se va a las cañadas a esperar

el cogote de un cervatillo.

El amor ha pasado, la cacería de la carne

lo hace volver a él tanto como pueda,

pero no la soltaría, no aflojaría los dientes

así se trate de la mejor tigra, y el hombre

tampoco pondría al lado de su comida

un libro de poemas ¿para qué?

La duración de las cosas no debe complicar la existencia:

comer la fruta, tomar el agua, hacer el amor.

Bueno: tomar el agua, hacer la fruta, comer el amor.

ADIÓS AL REY

Dios bendiga estas tierras, estas aguas

y las haga crecer. Estoy con ellas

piedras y chamizas, si bastan para arder

y construir, ardo y construyo lo que mañana

hoy y siempre habrá de ser. Ser siempre

y también no ser, entregar lo sagrado

a lo sagrado, devolver a la tierra

la majestad y la sencillez que le pertenecen.

Por donde venga o vaya, los caminos

de un cuerpo gastado irán cayendo,

el fuego de flores, más que adorno

estará en altares probando vino y palabras

éstas bajarán de los labios a la cisterna

y ni abejas ni mariposas podrán seguir

la radiante carrera: mil ríos transportarán

todos los días semillas negras y doradas

hasta la playa áspera. Continuamente el plato

va llenándose y el hambre da a la boca

la forma necesaria para que la estaca

donde el verbo se hirió retoñe

y sea el eje entre el cielo y la tierra.

No sé si habrán notado que si a alguien

se le agotó el tiempo no es por anciano,

está muerto, y sólo cuenta que ambos

él y el tiempo se han anulado. No hay historia,

la poesía, ese viento antiguo, soñará entre

las cañas de un nuevo pueblo y otra vez el principio

y la gloria andarán juntos, porque ¿acaso el hombre

no ha nacido para acercar su madera a su fuego

y unirse así a las cosas más que a sí mismo?

 

Vida, no te perdono que hayan pasado años

y hayas concluido en medio del océano.


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