ALICIA ÁLAMO BARTOLOMÉ, ARCHIVO EL NACIONAL

Por FEDERICO PACANINS

En noviembre de 2023, Gisela Cappellin Ediciones presentó Lo que queda en el aire, libro del distinguido humanista y crítico de cine Rodolfo Izaguirre que ofrece entrañables memorias del ambiente cultural caraqueño de la segunda mitad del siglo XX. Una de esas memorias recuenta: “La moral comunista se da la mano con el socialcristianismo exagerado (…) A veces, doy por seguro que el obispo de la diócesis tiene la mente más abierta que el comisario político. De hecho, conozco a una venezolana de más de noventa años, profundamente católica, que una vez estuvo al frente de un organismo cultural y era mucho más libre de ideas y actuaciones que los intelectuales comunistas que trabajaban con ella”.  La venezolana referida por Izaguirre es Alicia Álamo Bartolomé (Caracas, 13 de enero de 1926); el cargo gubernamental aludido recuerda al gobierno del doctor Luis Herrera Campins (1979-1984), y bien pudo haber sido la Dirección de Cultura de la Gobernación del Distrito Federal o la Presidencia del Consejo Ejecutivo de Fundarte, ambos ejercidos por la arquitecta Álamo Bartolomé con apertura ideológica, solvencia moral y absoluta distinción intelectual.

Un título de arquitecto, otorgado a la joven estudiante proveniente de una tradicional familia caraqueña, le dio la jerarquía de segunda mujer graduada en la facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela (Segunda promoción, 1951). Ya como profesional, trabajó en la Dirección Nacional de Urbanismo del Ministerio de Obras Públicas y en la Fundación de la Vivienda Popular (FVP). Fue profesora de Humanidades en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Además de sus cargos en Fundarte y en la Dirección de Cultura de la Gobernación del Distrito Federal,  tuvo similares responsabilidades en la Universidad Metropolitana y en la Universidad Simón Bolívar; también fue decana fundadora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la Universidad Monteávila y profesora de Oratoria, Teatro y del Programa de Formación de Profesores.

El estudio de una segunda carrera, también en la UCV de los años sesenta, le confirió el título de comunicadora social para acaso alentar tanto su participación activa en el periodismo de opinión, como su incursión en las artes escénicas primero actuando, y luego practicando la escritura dramática y la docencia.

Como actriz trabajó en el Teatro de Bolsillo, en compañías bajo la dirección de Walter Martínez Arredondo y Jean Zune, o con Natalia Silva y Andrés Magdaleno en Venezuela y Colombia. Participó en el grupo Prisma bajo la dirección de Marta Candia; en el grupo Compás bajo la dirección de Romeo Costea; también se presentó en la Sala Horacio Peterson y en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas, bajo la dirección de Ugo Ulive y Omar Gonzalo.

A través de la experiencia interpretativa, se animó a escribir sus primeros textos dramáticos: América y yo, la comedia que preludió a Juan de la noche, obra premiada por la Asociación Venezolana de Profesionales del Teatro en 1985. La actividad como dramaturga la lleva a presentar títulos donde presta su bagaje como católica practicante, o como humanista interesada en la historia nacional contemporánea y en los más variados temas que rodean su medio ambiente. De allí los títulos Las muchachas de Cantaous;  Chopin, Estudio N° 3 en mi mayor; Sin límites y varias obras cortas escritas para la materia de Teatro de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Monteávila, o para los cursos de Formación de Profesores que impartió. La publicación de Monólogos y algo más (UMA, 2004) y Pioneras (Public Arte, 2013) dan referencia de su dramaturgia en estas recientes décadas; al igual que la reciente edición de Mi largo paso por la tierra (Amazon, 2023) da cuenta de su interesante autobiografía.

A continuación ofrecemos un prólogo, dos escenas y un discurso para así abordar distintas facetas de la creatividad dramática de su autora. La primera selección refleja su profunda y poética intelectualidad católica en Juan de la noche, pieza no exenta de un sutil humor donde queda dramatizado el santo y eminente poeta español, tanto en la reveladora presentación de la obra, como en la escena que aquí también reproducimos.  Otra faceta, inspirada en un contemporáneo episodio histórico nacional, va en la escena inicial del segundo acto de Pioneras, pieza que refiere la actividad política de distinguidas venezolanas para lograr el derecho al voto femenino, a mediados de los años cuarenta del siglo pasado. El episodio, por cierto, también da pie a que la autora escriba una emotiva afirmación en el prólogo: “Las mujeres venezolanas de hoy, que hemos alcanzado y alcanzamos igualdad de derechos y altas posiciones en la sociedad, le debemos estos logros a la vocación de servicio de estas primeras personalidades femeninas. Ellas tuvieron conciencia de que construían un país”.

Finalizamos entregando la faceta de doña Alicia en su rol de directora de Cultura de la Gobernación del Distrito Federal y presidenta de Fundarte; una excepcional funcionaria capaz de presentar en 1981 cierto luminoso “Mensaje dedicado al día nacional de teatro”.

JUAN DE LA NOCHE (1985)

PRESENTACIÓN DE LA OBRA POR LA AUTORA

Escribí esta obra pensando en un actor. Mejor dicho, busqué para un actor este personaje. Le había prometido a Omar Gonzalo escribir una pieza para él. Tenía atisbos de algún tema, pero nada concreto. Un día, durante el trayecto largo hacia mi sitio de trabajo, se me ocurrió de pronto que el personaje era San Juan de la Cruz, a quien admiro profundamente. Acababa de leer sus Obras Completas, pero me hacía falta una biografía. No la conseguí en Caracas, mas alguien me la envió de España. Es la obra póstuma del carmelita descalzo Crisógono de Jesús Sacramento. El capítulo IX de esta obra, titulado Fray Juan de la Cruz en prisiones, es el fundamento de esta comedia dramática histórica. De allí he tomado casi todos los hechos, detalles y hasta algunas frases. Intercalé varias entre comillas en los diálogos que imaginé, porque las citan los biógrafos y testigos como pronunciadas. Tomé licencias dramáticas, más que todo, en cuanto a cambios de tiempo o de orden en algunos detalles, pero aparecen siempre con el mismo sentido, importancia y realidad que tuvieron. Sólo el diálogo final en Jerónimo Tostado y Fernando Maldonado es pura ficción mía, porque no puede comprobar si esos personajes vivían para la fecha de la muerte de Santo, 14 de diciembre de 1591, ni si tuvieron la oportunidad de volverse a encontrar. Pero a la luz de los acontecimientos de la Reforma de la Orden del Carmen, esa conversión resulta lógica y muy posible entre algunos de los protagonistas de aquellos hechos.

Una coincidencia extraña o sugestiva: todos estos días y por estar trajinando los versos de San Juan de la Cruz, con uno de los cuales abrió su último libro Miguel Otero Silva, había estado pensando mucho en él. Termino esta obra justo en el día de su muerte, 28 de agosto de 1985, día de San Agustín y lo enterrarán mañana, 29 de agosto, día del martirio de San Juan Bautista, personaje central de La piedra que era Cristo; en las iglesias católicas del mundo se leerá el evangelio de San Marcos (6,14,29) donde se relata el degollamiento del mártir. Siento la necesidad de dedicar también esta obra a su memoria.

ACTO II. Penúltima escena.

(Fray Juan está en su celda. Ha pasado seis meses en su prisión. Su hábito está deshecho. La camisa interior hecha jirones. Luce agotado. Atormentado por las dudas. El intenso calor del verano aumenta los quebrantos del preso… Mientras se va encendiendo la luz general, sube la reja y sale fray Juan de donde entró, esta esta vez con el hábito que le entregara fray Santa María, quien a su vez aparece por el otro extremo).

FRAY SANTA MARÍA: Rápido fray Juan, a vuestra celdilla, los padres no tardan en venir. Están terminando vísperas. Me adelanté por si habías distraído. Sé que os vienen arrobamientos…

JUAN: (Cambiando la conversación). ¿No es hoy viernes? No me habéis llevado al refectorio para la disciplina circular…

FRAY SANTA MARÍA: Os lo he evitado.

JUAN: “¿Por qué me ha privado, padre, de mi merecimiento?”

(Entran en el retrete. Ahora es Santa María quien cambia el tema.)

FRAY SANTA MARÍA: ¿Tenéis escrita por allí esas coplillas que componéis?

JUAN: No reverencia, debo estar revisándolas de memoria, pues no me han dado tinta, ni papel, ni donde escribir…

FRAY SANTA MARÍA: ¡Tampoco!

JUAN: Bueno, no os espantéis, quizás la medida haya sido beneficiosa para mi memoria; he tenido que rebuscar y asentar en ella. [Y para mi alma y mi salud también, porque me ha servido de entretenimiento a mi alcance en esta sola oscuridad].

FRAY SANTA MARÍA: ¡Podéis recitarme algo más de aquella coplilla del otro día!

JUAN: ¿Os interesa?

FRAY SANTA MARÍA: Sí, “la fonte que mana y corre” me hace recordar lo que Cristo nos dice en el Evangelio: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, según dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su seno”. Decidme algo más de vuestros versos, os lo ruego.

JUAN: Como gustéis y según me acuerde:

¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre: aunque es de noche!…

… Aquella eterna fonte está escondida,

que bien sé yo dó tiene su manida,

aunque es de noche.

 

Su origen no lo sé, pues no lo tiene,

más sé que todo origen della viene,

aunque es de noche.

 

Sé que no puede ser cosa tan bella

y que cielos y tierra beben de ella…”.

 

JUAN Y S. M.: aunque es de noche.

 

JUAN: (Sonríe continuando)

Bien sé que suelo en ella no se halla

y que ninguno puede vadealla.

 

JUAN Y S. M.: aunque es de noche.

(Van bajando las luces y comienzan a entrar los monjes. Santa María va saliendo sin dejar de repetir la última frase de cada estrofa. A medida que se apagan las luces se van incorporando los frailes a repetir la frase. Santa María sale y los frailes hacen fila detrás de él y repiten la frase hasta que la oscuridad se haga completa con la penúltima estrofa. La escena debe ser ligada con un juego que dé la idea de algo así como la danza de las horas).

JUAN: Su claridad nunca es oscurecida y sé que toda luz de ella es venida.

TODOS: Aunque es de noche.

JUAN: Sé ser tan caudalosos sus corrientes, que infiernos, cielos riegan y las gentes.

TODOS: Aunque es de noche.

JUAN: El corriente que nace de esta fuente bien sé que es tan capaz y omnipotente.

TODOS: Aunque es de noche.

JUAN: El corriente que de estas dos procede sé que ninguna de ellas le procede.

TODOS: Aunque es de noche.

JUAN: Aquesta eterna fonte está escondida en este vivo pan por darnos vida.

TODOS: Aunque es de noche.

(Se va haciendo oscuridad completa).

JUAN: Aquí se está llamando a las criaturas y de esta agua se hartan, aunque a oscuras.

TODOS: Aunque es de noche.

JUAN: Aquesta viva fuente de deseo en este pan de vida yo la veo.

(Van volviendo las luces con la última estrofa. Fray Juan está sentado en un taburete y tiene una mesilla tosca con recado de escribir. Escribe la última estrofa. Santa María entra en escena con un cestillo en las manos. Llega a tiempo para repetir con Juan la última frase. Los frailes no, no hay ninguno en la sala).

JUAN Y S. M.: Aunque es de noche.

FRAY SANTA MARÍA: Aquí tenéis hilo, tijeras y agujas como me pedisteis.

JUAN: El Señor os recompense por tanta misericordia. Ya no andaré con el hábito roto, comenzaba a deshilacharse.

FRAY SANTA MARÍA: Me gusta mucho veros escribiendo vuestros romances como Dios manda. ¡Y no me deis las gracias, por favor, también yo me refocilo leyéndolos!

JUAN: ¡Ay, fray Juan de Santa María, cómo aliviáis mis penas! Pero dos cosas no podéis darme: libertad e información de los míos.

FRAY SANTA MARÍA: Sobre lo primero, realmente no puedo hacer nada. Sobre lo segundo…

JUAN: (Anhelante)  ¿Tenéis alguna noticia?

FRAY SANTA MARÍA: … No, pero uno de nuestros padres es confesor del convento de las descalzas aquí en Toledo y… sigue yendo, ¿no os dice eso nada?

JUAN: (Con evidente alegría) ¡Mucho! Al menos ese monasterio de nuestras monjas, sigue en pie. No están entonces clausurados todos nuestros conventos.

FRAY SANTA MARÍA: No, padre, no lo están.

JUAN: ¿No arriesgáis mucho diciéndome esto?

 

PIONERAS (2013)

SEGUNDO ACTO (escena inicial)

Unos días antes de la Navidad de 1946. Sala de estar en la casa de Ada, que ahora vive en los Caobos, Sur 23, quinta Araibel. Al encenderse las luces todas las mujeres del primer acto salvo Florencia están en escena. Forman parte de una reunión que ya comenzó.

LUISA: ¡Hay que ver todo lo que hemos pasado, muchachas!

LETICIA: Ya ni tan muchachas. Han transcurrido 11 años de aquella primera reunión en casa de Ada.

IRMA: Y continuamos en casa de Ada. Salvo que en otra dirección.

PANCHITA: ¿Esta casa es propia, Ada?

ADA: Sí. La compramos cuando decidimos salir de Veroes a Jesuitas.

JOSEFINA: Poco a poco, los que vivíamos en el casco central de la ciudad, nos hemos ido desplazando hacia las nuevas urbanizaciones.

LUISA: Esta de los Caobos es muy agradable. Además, tiene una cualidad: está muy cerca del centro. Es más cómodo, ¿verdad, Ada?

ADA: Ciertamente. A mí me ha convenido mucho aquí, por todas las diligencias de nuestro movimiento y, además, tengo muy cerca la Escuela Experimental Venezuela, donde han estado estudiando los niños.

IRMA: Pero ya lo mayores deben estar en bachillerato.

ADA: Sí. Tony, el mayor, está en el Liceo Andrés Bello. Pronto lo seguirá Ítalo. Sólo quedará en esa escuela Octavio, que tiene 9 años.

LUISA: Claro, Octavio es bastante menor que los otros dos. Cuando empezamos nuestras andaduras por estas actividades en pro de los derechos de la mujer y del niño, tú sólo tenías los dos mayores, me parece recordar.

ADA: Sí. Octavio nació el 7 de julio de 1937.

LETICIA: ¡Es el subproducto de la Asociación Venezolana de Mujeres! La habíamos creado el 11 de febrero de 1936, la registramos en notaría en junio del mismo año y, para el mes de octubre, más o menos, Ada concibió su subproducto.

JOSEFINA: (Riendo con todas) Aun antes de las fiestas navideñas, que son propicias para estas concepciones.

IRMA: Andamos muy chistosas hoy, pero vale la pena revisar el camino que hemos recorrido después de estas elecciones para la Asamblea Constituyente, donde hemos estrenado en el país el voto universal y secreto.

LUISA: ¡Lo logramos!

ADA: Después de muchas luchas.

PANCHITA: ¿Recuerdan que para protocolizar la Asociación Venezolana de Mujeres y sus estatutos, ustedes, las casadas, tuvieron que convencer a sus maridos para que firmaran representándolas?

LUISA: ¡Qué exabrupto!

IRMA: Faltaba entonces mucho camino para alcanzar este voto que hemos ejercido.

JOSEFINA: Tuvimos que hacer una labor “taurina”, como decía Leticia.

LETICIA: ¡A lo Manolete!

LUISA: Bueno. Ya un año antes, el 45, logramos, durante el gobierno de Medina, el derecho al voto para elecciones municipales. ¿Recuerdan? Fue el primer logro del Comité pro Sufragio Femenino que fundamos en esta casa a raíz de una reunión que convocamos Ada y yo, a principios de 1944.

LETICIA: Fue una reunión muy concurrida ésa. Estábamos varias de las que estamos aquí hoy y muchas más, recuerdo a Lucila Palacios, la Dra. Pérez Perozo, Anna Julia de Rojas… y Mercedes Fermín, que fue la que propuso la creación del Comité.

IRMA: ¡No!

JOSEFINA: ¿Qué dices?

LETICIA: ¿Te has vuelto loca?

PANCHITA: Dejen que Ada se explique.

LUISA: Es cierto. Habla Ada

ADA: Gracias. No es una historia larga. Les pedí que vinieran hoy, justamente a ustedes, las que me han acompañado desde el principio, para decirles mis motivos.

IRMA: ¿Son graves?

ADA: No. Pero son de conciencia.

PANCHITA: Suena solemne.

ADA: Lo que quiero es que suenen sinceros. No quiero ocultarles nada

LUISA: Habla. Nos tienes en ascuas.

ADA: Voy. No interrumpan, por favor. Me cuesta lo que les voy a decir y no quiero perder la concentración.

LETICIA: Yo, que soy la más interruptora, prometo que no abriré la boca.

ADA: Te lo agradeceré mucho. Pues bien, hay dos motivos para que yo deje estas actividades. Al menos temporalmente. El primero es doméstico: mi marido no quiere que siga. ¿Por qué? Porque dice que le he dedicado 11 años de mi vida y es bastante, dado que tengo un marido y tres hijos, dos ya adolescentes, edad difícil para que su mamá esté frecuentemente fuera de la casa e inventando cosas. Él no se opone a que siga escribiendo poesía, mis libros de literatura y puericultura siempre que firme sólo Ada Pérez Guevara, claro está ─porque este trabajo puede hacerlo aquí en casa. Dice que el Correo Cívico Femenino me ha gastado mucho porque muchas veces lo escribo prácticamente sola…

LUISA: Eso es verdad…

ADA: Y encima yo misma llevo el material a la imprenta. Antonio dice que ya es tiempo de que otras asuman esa responsabilidad. Este es el motivo doméstico que creo que ustedes pueden comprender bien, ¿no es cierto?

PANCHITA: Bueno, Boccalandro está en su derecho. Según nuestro Código Civil actual, la esposa está sometida al esposo.

IRMA: Sí. Es algo que tienes muy presente, Panchita, porque fuiste tú la primera mujer que defendió jurídicamente la necesidad de reformar el Código Civil, en tu ponencia presentada en la histórica Conferencia Pro Primer Congreso Venezolano de Mujeres en el Ateneo de Caracas. Eso fue en junio de 1940, si mal no recuerdo.

ADA: Exacto. Y hubo muchos comentarios positivos, negativos y hasta jocosos en la prensa, pero el resultado fue que en 1942, logramos que el Congreso Nacional aprobara las primeras reformas del Código, ¿recuerdan cuáles?

JOSEFINA: La más destacada es que la mujer obtuvo su plena personalidad jurídica.

PANCHITA: Lo que significa que desde entonces la mujer ya puede manejar sus bienes en el matrimonio, ya puede comparecer en juicio y ya comparte la patria potestad sobre sus hijos.

LETICIA: ¡Y por fin pudimos tener y manejar una chequera propia!

ADA: Y es lo que dice Antonio, que en estos años de trabajo hemos alcanzado mucho. Que ya basta. Claro que no es cierto, todavía el Código Civil nos discrimina en algunos aspectos, pero es cuestión de tiempo, ya vendrán las nuevas reformas. Se lo digo a Antonio y me contesta: “Así será, madama, pero ya usted trabajó bastante, ahora que sigan otras”. Y sucede también que yo me he propuesto acompañarlo más al hato. Debo vigilar sus comidas, porque se le ha desarrollado una diabetes…

JOSEFINA: ¡Ah, caramba…!

ADA: Vigilarlas cuando está en Caracas, no es ningún problema, pero en el hato, él no se cuida, come lo que le da la gana.

IRMA: Eso sí es un problema.

LUISA: Está bien, Ada. Comprendo tus razones domésticas y creo que las demás también, pero no dijiste que había motivos de otra índole…

LETICIA: Serán cívicos… digo yo…

ADA: Más o menos… Y esto es lo que me cuesta más decir. No quiero herir a nadie…

PANCHITA: Somos tus amigas y tú una mujer muy lúcida. No veo cómo nos puedes herir sus tus razones están bien sustentadas.

ADA: Miren mientras fuimos el Comité Pro Sufragio Femenino, todo estuvo muy bien. Hicimos un trabajo y hemos vistos los buenos resultados. Pero al convertirnos en Acción Femenina, noto en algunas unas aspiraciones que no comparto. Veo el sesgo que va tomando el asunto: se quiere que Acción Femenina, que hasta ahora he presidido, se convierta, si no en un partido propiamente, en la rama femenina de un partido político. No estoy de acuerdo. Mi lucha ha sido y seguirá siendo siempre cívica, por los intereses del país, especialmente de la mujer y del niño. No quiero cambiar el norte de mi vida. No quiero convertirme en una mujer política, pero tampoco soy quien para contarle las alas a quienes tengan aspiraciones políticas, porque la política es una actividad legítima y digna, sólo que a mí simplemente no me gusta y seguramente Antonio tampoco. Por eso yo renuncio. (Suena el timbre). Voy a abrir… (Sale).

IRMA: Ada tiene razón.

JOSEFINA: Claro es que ya no somos ese puñado de mujeres que comenzamos esta lucha. Hemos crecido mucho. Hemos ganado en cantidad y también en calidad. Tenemos mujeres muy valiosas, como Mercedes Fermín, Lucila Palacios, Esther Gouverner, por nombrar algunas…

LETICIA: Pero ellas sí tienen vocación política. Me imagino que yo de repente también, pero no la he descubierto…

PANCHITA: Creo que al Dr. Nouel no le gustaría mucho que la tengas.

(Entra Ada con Florencia)

EL MENSAJE PARA EL DÍA NACIONAL DEL TEATRO, CORRESPONDIENTE AL AÑO 1981, POR La DIRECTORA GENERAL DE CULTURA DE LA GOBERNACIÓN DEL DISTRITO FEDERAL Y PRESIDENTA DE FUNDARTE.

Cuando muchos siglos hayan pasado y quede de las ciudades donde habitamos apenas el vestigio arqueológico para decir que algún día fueron, habría teatro. El hombre ha sentido siempre y todo indica que seguirá sintiendo, le necesidad de crear y representar una realidad tal vez diferente a la suya, tal vez semejante, pero con afán de hacerla evidente. Eso es el teatro.

Muchas frases hermosas se han dicho para definir el arte teatral: como “cuatro tablas, dos actores y una pasión” lo definió Lope de Vega. Hay otra conocida de Federico García Lorca: “El teatro es el barómetro que marca la grandeza o el descenso de un país”. Entre estas dos puede comprenderse y reunirse la historia del teatro en Venezuela, cuyo nacimiento hemos decidido conmemorar en esta fecha porque los estudiosos han encontrado, registrando papeles empolvados, que por allá en la Caracas Colonial de 1600, un 28 de junio, fue concedido un permiso para montar una obra de teatro. Pero seguramente antes de la llegada de Colón, existía el teatro entre nuestros indígenas como rito religioso, como necesidad de expresión del alma humana.

Nuestro teatro ha tenido su calvario, después de aquellas manifestaciones ya ingenuas, ya picarescas y sin faltar el drama y la tragedia, que se sucedieron durante tres siglos, en un país sin importancia en el panorama mundial de esas centurias, acaso sólo conocido por su cacao de Chuao o su amargo de Angostura, Venezuela se define en el Siglo XX como nación rica en petróleo, pero empobrecida en otras áreas; una específica, el teatro. La llama del mismo no dejó de existir. Esas Cuatro Tablas de que habla Lope fueron armadas aquí y allá por la pasión de un Teófilo Leal, un Antonio Saavedra, un Ramón Zapata, un Jesús Izquierdo, un Rafael Guinand, pero más de una vez ellos saldrían con aquellas en la cabeza.

Mediando este siglo de incertidumbre, la presencia de la inolvidable Juana Sujo y su acción decidida para profesionalizar nuestro arte teatral a través de una escuela, enciende una nueva llama y de allí va a surgir real y definitivamente lo que es hoy el teatro en Venezuela. Hasta entonces hubo actores y muy buenos, directores iguales, promotores entusiastas para mayor o menor público según épocas y circunstancias, pero muy pocos autores. Los había ocasionales, escritores que incursionaban en el género con más buena voluntad que garra; dejaron algunas obras, pero su importancia radica más en su valor histórico y anecdótico para el propio autor que en su proyección como creación teatral.

Más que todo ese teatro que impulsaron aquellos pioneros de la actuación fue el teatro europeo; a ellos debemos agradecer haber mantenido a duras penas en muchos momentos, ese gustillo del espectador por el espectáculo en el escenario.

De los años cincuenta para acá, la cosa cambia. Con Chalbaud, Chocrón, Cabrujas, que constituyen luego ese Nuevo Grupo que ya está pasando a viejo y Chalbaud acaba de reconocerlo teatralmente así, una corriente de creación autóctona se abre camino. A ellos se los ha llamado la Trinidad del Teatro Venezolano, pero fuera de ese triángulo, tal vez un poco cerrado, han brillado y brillan otros con su luz propia. Han ido abriendo brechas Ida Gramcko, Elizabeth Schön, Elisa Lerner, César Rengifo, Gilberto Pinto, José Gabriel Núñez, Paul Williams, Edilio Peña, Mariela Romero, por nombrar a algunos y podemos decir, que hoy 28 de junio de 1981: hay teatro en Venezuela.

Pero hablemos de su calvario. Ciertamente, ¿quién de nosotros, los montados en esas cuatro tablas y animados de esa pasión, que llevamos más o menos medio siglo andando por este mundo, no conoce las penurias de actuar en una sala vacía, de estar en la taquilla vendiendo las pocas entradas después de barrer el escenario y correr luego a abrir el telón para entrar poco después a escena a representar tal o cual personaje, enfundado en ropas prestadas y mal aderezadas para el caso? Creo que todos, y por eso, cuando después de una velada nuestra nos reunimos en algún sitio para comer y beber algo y relajar la cuerda tensa del nervio de la reciente actuación, antes de irnos a la cama, siempre surge esa historia de anécdotas, de momentos difíciles que se volvieron cómicos por una frase que se olvidó, una entrada fallida, un ataque de risa o una caída sobre esas cuatro tablas que han sido para nosotros pasión de amor, de desvelos, de angustias, de alegría y de dolor. Esa historia es la nuestra y las generaciones venideras la escribirán con respeto y estudiarán con emoción.

El año pasado el teatro venezolano, que ya comienza a ser ese barómetro del cual habla García Lorca, marcando a duras penas, pero a conciencia, la presión cultural de la nación, tuvo un gran logro: el Fondo Nacional del Teatro. Por supuesto que el aporte del Congreso Nacional no respondió a las expectativas, pero eso es bueno: para el teatro no puede haber nada fácil porque no sería vida y lo es. Hemos abierto una puerta y por allí, una definición que debemos hacer ampliar y confirmar al Estado venezolano en cuanto a su actitud, a nosotros toca luchar porque crezca y saberla administrar. Ojalá sepamos no burocratizar el teatro, porque sería para éste, cuyo presente y futuro se presentan tan promisorios, un golpe mortal. Porque el teatro cuando es más verdad, es cuando esas cuatro tablas, esos dos actores y esa pasión, se convierten en realidad.

En estos manifiestos que se suelen escribir con ocasión tanto del Día Internacional como del Nacional del Teatro, generalmente se hacen planteamientos negativos, cuestionamientos y acusaciones, incluso, se trata de dividir el teatro en encasillamiento como artístico, para su exaltación y comercial, con sentido peyorativo. Este año como homenaje al Centenario de nuestra primera sala, ese Teatro Municipal que hizo construir un controvertido hombre de Estado y Presidente de la República, dejemos a un lado tanto cuestionamiento y tanta crítica que ya no son ni siquiera originales, presentemos un frente unido, común, sea cual fuere el tipo de teatro que cultivamos, sea cual fuere la posición que sustentamos dentro de las cuatro tablas o en la institución oficial a cuya acción está encomendado el impulso de la disciplina teatral. Dejemos las recriminaciones y la n, más o menos inteligentemente expresada, para otros años y otras horas. Ahora sintámonos todos, hombro con hombro, no ya dos actores y una pasión, sino una multitud de actores, eso sí, animados, fortalecidos y llenos de esperanza por una sola pasión: el teatro.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!