ELIZABETH SCHÖN, EL CAUTIVO

Por FEDERICO PACANINS

Tres nombres refieren el inicio de la dramaturgia femenina contemporánea venezolana: Ida Gramcko, Elizabeth Schön y Elisa Lerner. El arte dramático de Elizabeth Schön (Caracas, 1921─2007), paralelo a su obra literaria, ofreció piezas intimistas, “metafísicas”, acaso afines al lenguaje y tono de sus dos distinguidas amigas y colegas.

Los años juveniles de Schön transcurrieron en Puerto Cabello, donde compartió amistad y sueños con las hermanas Gramcko: Ida, poeta, y Elsa, artista plástico. También, hacia finales de la década de los años treinta, conoce y luego se casa con Alfredo Cortina, pionero de la radiodifusión venezolana, libretista, publicista, fotógrafo e inventor. El mutuo apoyo conyugal dio como resultado el desarrollo creativo de la pareja que, a pesar de no haber tenido descendencia, ofreció una armoniosa convivencia que con el pasar de los años hasta llegó a convertir su residencia ─la quinta Ely ubicada en la urbanización Los Rosales de Caracas─ en un remanso vespertino de fértil tertulia para escritores y artistas que bien podían haber sido sus hijos.

La gruta venidera, poemario publicado en 1953,  coincide con las primeras reseñas y críticas realizadas para el diario El Nacional. También desde entonces va creando una obra lírica expuesta en unos veintidós libros  publicados  ─Casi un país (1972), Encendido esparcimiento (1981), Del antiguo labrador (1983), Concavidad de horizontes (1986), Visiones extraordinarias (2006) y Luz oval (2007) entre otros─, que le procuran el Premio Municipal de Poesía de año 1971 y el Premio Nacional de Literatura de 1994.

Como dramaturga Schön escribió obras sintonizadas con el particular tono “metafísico” de sus poemas. Un curioso transitar vivencial en búsqueda del “otro”, pleno de toques propios del “Teatro del absurdo”, da firma personal a sus comedias y dramas: Intervalo (Segundo Premio del Ateneo de Caracas en1956), Melisa y el yo (1961), La mudanza (1962), La pensión (1964), La Aldea (Premio de la Universidad del Zulia,1966), Lo importante es que nos miramos (Fantasía en un acto,1967), Al unísono (1971), Jamás me miró (1972) y El limpiabotas y la nube (1973).

Un buen complemento para la apreciación de su obra dramática está en el trabajo del crítico Edgar Moreno Uribe publicado el 21 de mayo de 2007 con el título “Elizabeth Schön, la Ionesco  de Caracas”, que de seguidas citamos:

El crítico Rubén Monasterios escribió que su teatro se basa en “notable juego: mientras que la situación dramática se mantiene en el ámbito de la lógica, la dislocación de la realidad se logra a través del diálogo y de las formas de conducta, sin modelos basados en la realidad normal de los personajes”. (…)

La comunicación era su razón para vivir y en los últimos años anhelaba ese diálogo, según relata el teatrero José Gregorio Cabello. Tenía una perenne necesidad de comunicarse con todos los seres humanos como único camino para alcanzar la felicidad o aproximarse a ella. Una convencida de que los problemas de todos no son exclusivamente individuales, tal como lo propuso en Melisa y el yo, cuya protagonista se acerca al colectivo en busca de la solución de sus problemas, porque siente que los demás tienen que ver con ellos. Y eso también lo hizo en La aldea, Lo importante es que nos miramos, Jamás me miró, La mudanza, La pensión y Al unísono. ¿Era una adelantada para su tiempo?”

Ofrecemos a continuación el texto completo de Lo importante es que nos miramos, obra leída en 1974 por la autora y Aquiles Nazoa, en el programa de la Televisora Nacional Las cosas más sencillas. Luego compartimos cinco escenas de Casi un país, obra en prosa poética de 1972, que versionamos cual comedia lírica de vivas imágenes caraqueñas, propias de un recorrido por la ciudad que hace una joven transeúnte ─Lucía─ acompañada de un amigo ─Juan─. Se trata de una pieza de intemporales impresiones “instantáneas”, atadas a conocidos espacios de nuestra Caracas (la puesta en escena de Casi un país, con las actuaciones de Silvia De Abreu y Juan Carlos Grisal, puede apreciarse gratuitamente en el canal youtube de la Asociación Cultural Humboldt: https://www.youtube.com/watch?v=l4M6yndA6nw&t=1929s )

-LO IMPORTANTE ES QUE NOS MIRAMOS (1967)

 (Un hombre y una mujer sentados en el banco de una plaza. Es de tarde.)

HOMBRE    Hermosos árboles.

MUJER    Sí, muy hermosos. (Silencio)

HOMBRE    Mañana será un día más.

MUJER    ¿Eso le preocupa?

HOMBRE    No, pero ¿qué quiere que diga? Estando frente a una mujer como usted, hay que hablar de cualquier cosa, como por ejemplo: mañana será un día más, hermosos árboles.

MUJER    No se preocupe por mí y retírese hacia el extremo del banco.

HOMBRE    Con mucho gusto. Debo comprar el periódico. (El hombre se coloca en el extremo del banco. La mujer pone un paquete junto a ella.)

HOMBRE    La tarde está tan fresca y tan limpia que ¿no le asemeja a una gran tela que ninguna mano ha tocado?

MUJER    ¿Poeta?

HOMBRE   No sé. (Calla. La mujer toca el paquete.)

HOMBRE   Oiga, ¿no le molestan esos cabellos que le caen sobre el ojo izquierdo?

MUJER   No sé lo que ocurre; cada vez que me siento en este banco el viento me despeina. (La Mujer va a quitarse el cabello del ojo)

HOMBRE(Cogiéndole la mano)    Permítame que se lo arregle.(La Mujer se pone de pie bruscamente. El Hombre hace lo mismo)

HOMBRE    No resisto mirarla con el cabello sobre el ojo. (El Hombre va arreglarle el cabello y la Mujer lanza al Hombre sobre el banco.)

MUJER    El cabello es mío y me lo arreglo yo. (La Mujer se arregla el cabello y se sienta aún disgustada.)

HOMBRE    Entonces, y no lo dudo un segundo más, usted es una experta peluquera que se arregla sin necesidad de espejos.

MUJER(Asombrada)    ¿Cree usted que soy una experta peluquera?

HOMBRE    Y también una dama a la que el viento despeina a menudo.

MUJER    Pues no soy ni lo uno ni lo otro.

HOMBRE   ¡Esto sí es una sorpresa agradable! Luego usted es…

MUJER    Sencillamente una costurera y con toda su instrumentación propia.

HOMBRE    Usted, ¡una costurera! ¡Qué casualidad! Yo trabajo, soy sastre.

MUJER(Asombrada y contentísima)    ¡Sastre! (Silencio. La Mujer saca unas tijeras del paquete)

HOMBRE    ¿Siempre las utiliza?

MUJER    ¡Bah! ¿Quién no? Todo el mundo las usa.

HOMBRE    Pero sólo nosotros los hombres, y como yo, sabemos manejarlas.

MUJER(Riendo)    Sólo de vez en cuando.

HOMBRE    Siempre.

MUJER    ¿Siempre? Soy costurera y sé muy bien que cuando los filos de las tijeras se deterioran no sirven más o… (Medita) ¿Es que olvidó usted lo que soy?

HOMBRE    ¿Olvidarlo?

MUJER    Habla con tal despreocupación.

HOMBRE    Porque jamás sospeché que a esta hora, en este banco, junto a estos árboles, encontraría a una compañera.

MUJER    ¿Es viudo?

HOMBRE    Compréndame, desde niño, mejor dicho, desde el momento en que nací he soñado…

MUJER(Interrumpiéndolo)     ¿Con este momento?

HOMBRE   Si usted lo cree.

MUJER    Sí, lo creo.

HOMBRE    Pero cuando la comunicación existe ¿no es así?

MUJER    Y no importa la edad.

HOMBRE    Ni la tez.

MUJER    Ni la voz.

HOMBRE    Ni el cuerpo.

MUJER(Ruborizada y exaltada).   ¿Guardo las tijeras?

HOMBRE    Lo importante es que nos miramos.

MUJER    Sí.

HOMBRE   No todos los días sabemos mirar.

MUJER    ¿Eso le asombra? El amor es lo único que nos queda.

HOMBRE    No sé. Todos mis hermanos murieron.

MUJER    Créame, después de esta conversación tan íntima, no pienso abandonarlo.

HOMBRE    Y para colmo, mis primos también desaparecieron.

MUJER    ¡Pobrecito! Cuando lo vi desde la esquina nunca sospeché que no tuviera ni siquiera un cuñado, pero ¡ánimo! No está tan solo como se imagina, aquí, a su lado,mirando su frente, descubriendo sus ojos, observando sus sienes que, tóquelas usted mismo, palpitan igual al pecho de los ratoncitos cuando corren mucho, estoy yo.

HOMBRE    ¿Usted?

MUJER    Sí, yo, ¿no lo sabe?

HOMBRE    Por supuesto que sí. (Medita) ¡Ya recuerdo! No había comprendido bien, usted dijo que era (Medita) ¡Una costurera!

MUJER    ¡Qué gracioso! ¿Una costurera? (Le muestra las manos) ¿Le recuerdan mis dedosa los de una costurera?

HOMBRE(Viéndoselos)    Tiene razón, son demasiado tiernos para creer que alguna vez han sostenido agujas.

MUJER    Porque soy… (Reflexiona)

HOMBRE    ¡Escritora!

MUJER.   Escritora.

HOMBRE    ¿De cuentos?

MUJER    No; de noticias.

HOMBRE    ¿Escribe sobre las muertes que ocurren a diario?

MUJER    ¡Oh, no! No lo resistiría. Jamás he visto morir a nadie, además las urnas me repugnan, todas huelen a caucho.

HOMBRE    Luego es escritora de… (Medita) ¿Novelas?

MUJER    No tanto, no tanto.

HOMBRE    ¿Quiere decir que muy pronto voy a adivinar lo que escribe?

MUJER.   Así creo.

HOMBRE    ¿Escribe sobre las historias del mundo?

MUJER    Pero ¿qué le ocurre a usted? Simplemente soy coleccionista.

HOMBRE    ¡Coleccionista!

MUJER    Exactamente.

HOMBRE    ¡Qué magnífica noticia! Por primera vez me encuentro con alguien que tienemi misma profesión. Yo también soy coleccionista y muy conocido, pero dígame: ¿le saca provecho a su negocio?

MUJER    Muchísimo.

HOMBRE    Lo mismo yo y… ¿colecciona mucho?

MUJER    Cada vez que me acuesto sueño con un acuario lleno de peces.

HOMBRE    ¡Estupendo! ¿Y sueña con todas las especies?

MUJER    Comprenda, eso es muy difícil.

HOMBRE    Tiene razón, no hay mucha comida, en el fondo de los océanos, para tanta variedad de peces.

MUJER.   Por eso es tan complicado…

HOMBRE(Interrumpiéndola)     ¿Entendernos?

MUJER    ¿Se fija? El sol cae, la sombra se levanta, ¡oh, viento vuelve a despeinarme!(El Hombre va a arreglarle el cabello)

HOMBRE    Esta vez sí se lo arreglo yo.

MUJER(Poniéndose de pie)    ¡Ay!

HOMBRE(Poniéndose de pie)    ¿Qué le ocurre?

MUJER    No sé, algo me hincó aquí junto a la rodilla.

HOMBRE    ¿La mordería un pez?

MUJER    Qué poco romántico es usted pensando en un pez y menos a esta hora tan triste. Sí, ¡mire! Me picó una hormiga y ¡cómo caminan por la hierba! ¡Ah, nunca pensé que encontraría tantas y tan negras!

HOMBRE    Como le asombran tanto esas pequeñas hormigas, dígame: ¿Acaso es usted de… (Reflexiona) ¿De Londres?

MUJER.   Pero… (Reflexiona) ¿Cómo pudo adivinarlo?

HOMBRE    Su cultura revela claramente que usted es de Londres y que además es una zoóloga muy importante.

MUJER    Tiene razón, mi especialidad consiste en observar esos pequeños insectos que siempre llevan, entre sus mandíbulas, una miga de pan.

HOMBRE   ¡Bravo!

MUJER    ¿Por qué?

HOMBRE    Porque si usted vino a esta ciudad a estudiarlas no tengo que espantarlas y menos matarlas.

MUJER    Fíjese, tienen la cueva allá mismo, junto a aquel banco. Sentémonos a observarlas. Debo mirar sus movimientos.(Ambos se sientan en el banco)

HOMBRE    No logro descubrir la cueva. ¿Dónde está?

MUJER    Debajo de aquel banco.

HOMBRE    ¿Cuál?

MUJER    Ese que está allí mismo.

HOMBRE    ¿Y que lo envuelve la sombra?

MUJER    Sí, ese mismo, donde a menudo y después de largas jornadas, me peinas. ¿No lo recuerdas?

HOMBRE    ¡Ah, sí, ahora lo recuerdo! Aquel donde acostumbras a mirar las puestas del sol, pero lo extraño es que te hayas recogido el cabello, siempre lo llevas suelto.

MUJER    ¿Y qué querías que hiciera? Viniste a buscarme en este coche que los caballo stiran velozmente; por lo tanto, tenía que recogerme los bucles para no despeinarme.

HOMBRE    ¿Te miraron tus padres cuando subiste al coche?(La Mujer hace como si resbalara sobre el banco y se fuera a caer. El Hombre la sujeta por el brazo)

HOMBRE    Si sigues sentada en el borde del asiento, te caerás.

MUJER     Es que el asiento como es de terciopelo hace que me resbale; además, fíjate, este coche está saltando mucho.

HOMBRE (Mirando en contorno)    ¿Te gusta?

MUJER    Sí, me gusta bastante, pero prefiero más el banco aquel donde un día, y tal vez porque me gustaste desde ese momento, te confesé, y sin ninguna vergüenza, que era…(Tímidamente) costurera.

HOMBRE    Y escritora.

MUJER    Y coleccionista.

HOMBRE    Y zoóloga.

MUJER    ¡Ay, se me desbaratan los bucles! Estos caballos corren demasiado.

HOMBRE    Déjame arreglarte. Me disgusta verte así, con el cabello sobre los ojos y… (Le va a arreglar el cabello y la Mujer se lo impide)

MUJER   Si nunca me has rozado las puntas de las uñas, menos me arreglarás los cabellos.

HOMBRE    Pero cuando estás en casa, y concluyes tus tareas domésticas, te peino, y es más, te encanta que juegue con tus bucles.

MUJER   ¡Bah! Eso era antes, cuando estaba joven y no nos habíamos casado y no nos habíamos visto en el banco aquel donde…

HOMBRE    Donde te dije, y con temor a disgustarte, que era sastre y coleccionista, y…¿Lo recuerdas? Donde te confesé cuánto te amaba y cuánto te añoraba cada vez que no podía hallarte aquí, allá, junto a los árboles, y a los niños y hombres que pasan, sin ti que eres…

MUJER(Interrumpiéndolo)    ¡Por Dios, deténte, que voy a creer realmente en nuestro amor!

HOMBRE.   Cochero, tenga más cuidado. Estamos saltando demasiado, pero… (A la Mujer) ¿Podrías decirme dónde nos conocimos?

MUJER    ¿Tan pronto lo has olvidado?

HOMBRE    Con el ruido de los cascos no puedo recordar.

MUJER    Pues yo sí recuerdo. Cada vez que miro unas tijeras, un pez, un libro o unas hormigas, siento que ellos sí lo saben. ¡Por Dios, haz algo! No resisto tantos saltos.

HOMBRE.   Cochero, oiga, maneje con más cuidado. Estamos saltando demasiado.

MUJER    ¡Por Dios, haz algo! El viento entra con mucha fuerza. ¡Ah, se llevó volando mi sombrero!

HOMBRE    Cochero, ¡deténgase! El sombrero de la dama se fue volando.

MUJER    No te oye. Los caballos no dejan oír.

HOMBRE    ¡Cochero!

MUJER    ¡Cochero, deténgase! ¡Ay, perderé mi sombrero!

HOMBRE    ¡Cochero! ¿Qué ocurre? ¿Por qué los caballos corren más?

MUJER    No pueden detenerse.

HOMBRE   ¡Se han desbocado!

MUJER    ¡Ay, si se desbocan, no se detendrán nunca!

HOMBRE.   ¡Cochero, tiene que frenar los caballos! ¡Frénelos! ¡Frénelos ya, inmediatamente, antes de que lleguen junto a aquel muro!

MUJER    ¡Mira! Nos acercamos al muro.

HOMBRE(Gritando)    ¡He dicho que los frene! ¡Que nos estrellamos!(El Hombre y la Mujer quedan inmóviles)

MUJER.   ¿Acaso porque el sol se ocultó tras los árboles, no va a hacer nada para aliviarme el dolor de la picadura?

HOMBRE    Todos los esfuerzos son inútiles cuando algo se interpone como se han interpuesto esas hormigas en nuestra comunicación.

MUJER.   ¿Quiere decir que se marcha?

HOMBRE    Es hora de comprar el periódico.

MUJER    Y yo… tengo que entrar en la fábrica de jabón.

HOMBRE.   ¿Trabaja en la fábrica de jabón?

MUJER    Sí, allí mismo, donde antiguamente alquilaban los coches de caballos.

HOMBRE    Bien, dese prisa, antes de que cierren la entrada de la fábrica.

MUJER    Y le deseo que pueda comprar el periódico.

HOMBRE.   Mañana, ¿la espero aquí?

MUJER    Si logro entrar a la fábrica y no me encuentro, de repente, con los mismos caballos.

HOMBRE.   Olvide los caballos. Yo busco ahora el periódico.

MUJER    Pero si yo los encuentro, ¿qué hago?

HOMBRE    ¿Quiere decir que aún alquilan caballos en la fábrica?

MUJER    Lo que hay son jabones y así de grandes, pero nadie y menos nosotros podemos olvidar esos coches, esos caballos que… (Suspira)

HOMBRE.   Perdone, pero tiene un rostro tan hermoso que… ¡le regalaré un coche mañana mismo!

MUJER.   Ya es muy tarde. El sol se ha ocultado totalmente. Además, mañana parto deviaje.

HOMBRE    ¿Lo mismo que yo?

MUJER    Lo mismo que usted llegué a esta plaza.

HOMBRE    Y nos sentamos y nos miramos y nos comprendimos.

MUJER   Con el resultado de que, igual a todos los días, tengo que entrar en la fábrica y contar las panelas una a una.

HOMBRE.   Entonces, hasta mañana y, como siempre, permítame estrecharle la mano ymirarla largamente.

MUJER    Hasta mañana, si regreso.

HOMBRE.   Tiene que regresar.

MUJER    Si termino de contar las panelas.

HOMBRE    Y yo logro comprar el periódico.(La Mujer se aleja)

HOMBRE    Oiga, no se marche así, recójase el cabello.

MUJER    Sabía que eso me dirías antes de que entrara en la fábrica.(Se marcha)

Telón


CASI UN PAÍS  (1972)

Antología escénica de Federico Pacanins, basada en el libro homónimo de la poeta Elizabeth Schön.

Pieza en un acto y 13 cuadros escénicos, para una actriz narradora (Lucía) y un actor (músico-cuatrista, Juan).

Acto único

  1. Inicio con la sala apagada y una luz sobre Lucía (efecto de neblina)

Lucía

Todo el valle de la ciudad ha amanecido envuelto en una gasa blanca, transparente, que abriga los edificios y ¡cuantos distingo!

Distingo casas, más casas, edificios, más edificios… anuncios que cuelgan, brillan, relampaguean entre la luminosidad del día.

Lejos, casi junto a las crestas de los cerros, vuelan papagayos, sus colas ondulan, a veces, se pierden dentro de los cúmulos blancos, para luego asomar. Pienso si son ellos los únicos astros que dependen de la voluntad de una mano…Uhmm….

Recuerdo que Pedro, el maestro de mi escuela, decía que cada persona es distinta a otra…  ¿será cierto?, ¿tan cierto como son diferentes los edificios que contemplo desde mi ventana?

5. Diálogo de Juan y Lucía

Juan

Lucía, si quieres conocer esta ciudad debes darte prisa. Caracas es demasiado grande, tan  grande y tanto que casi la confundo con un país

( Lucía quiere responder, pero Juan le indica silencio y canta mientras ella calla) 

Cuando estés contenta es preferible callar                                         Ver las cosas en la lejanía, sonido de  cascada                            cuando vierte desde la montaña

regalo que ni se  maltrata, ni se rompe                                                    si calladita lo guardas

Por las montañas el azul del cielo                                                            se riega parejo, inmenso                                                                      como un lugar más por recorrer…

Regalo que ni se maltrata, ni  se rompe,                                                    si calladita lo guardas.

La bandada de pájaros atraviesa el espacio.                                 Nunca dejan de cruzar el cielo

como los niños que nacen en el mundo                                            regalo que ni se maltrata,                                                                          ni  se rompe, si calladita lo guardas

6.

 Lucía

El reloj de El Calvario es silencioso,                                                    como silenciosas son las orillas de los lagos

Juan

Alto, con figura de Visir,                                                                          con color de nube                                                                                       que  presagia tormenta.

Junto a la escalinata                                                                                  para que alguien subiera o bajara                                                             y nunca estuviera solo

Lucía

Jamás hemos escuchado su campana                                             jamás hemos escuchado su tañido que clama                                   una hora que comienza y otra ya terminada

Juan

Como la ola que se dobla, estalla,                                                               e inmediatamente y otra la sigue                                                              y hace lo mismo…

Lucía

… y así                                                                                      sucesivamente                                                                                          para siempre.

11.

Lucía

Nunca he visto el sol tan blanco ni el cielo tan azul. No Hay nubes. La Avenida es una cinta larga que se curva o se estira. El espacio es tan cristalino que parece imposible que no tuviese la consistencia del agua….

Entro en la Avenida Urdaneta. La muchedumbre la recorre con avidez, con prontitud, como si quisiera conocer, sin demora, dónde concluye.

Las cuadras son anchas. En ambos lados sobresalen edificios muy alts, pero, en cambio, otros son bajos y cuadrados como los cajones donde exhiben manzanas… Algunos poseen la esbeltez de la espiga del maíz… todos tienen tantísimas ventanas como agujeros hay en las redes de pescar.

La torre de la iglesia de Santa Capilla es aguda, fina, una astilla inmensa que no roza, que no hiere: un vigilante que nunca abandona su puesto.

Hacia donde miro descubro dimensiones distintas, pero ¿de dónde me nace esta noción de lo inmenso, de lo grande, de lo angosto, de lo bajo?

Juan

Los postes de la luz donde cuelgan los bombillos como frutas, no saben que sobre el horizonte está el cielo… menos sospechan que al cielo no se le conoce, porque es muy distinto al campo, a la ciudad, a los edificios donde los hombres viven, hablan, discuten, comen y sueñan

13. (Lucía y Juan, solos en la escena. Escena nocturna)

Lucía

Porque nos gusta mirar, visitamos muchos lugares.

Avenidas con puentes que se prolongan de un extremo a otro de sus orillas. Viviendas sombreadas por acacias, apamates, por pinos verdes, muy verdes, casi negros…

¡Es tan agradable mirar! Saber que hacia donde nos dirijamos cualquier objeto nos atrae para quedar frente a él con los ojos abiertos, sin hacer comentario alguno… solo viendo…

La ciudad no es igual de día que de noche. En la noche todo parece más pequeño, más compacto. No se nota la lejanía.  Casas, edificios, puentes, calles, parecen hechos de piedra, hasta la gente se contempla distinta. Caminan como marchando sobre una alfombra de hojas. Entran en los autos y se despiden muy cordialmente, como si nunca se disgustaran. Saludan con cortesía. No hablan recio, tampoco miran agresivamente.

Diría que en la noche los hombres y las mujeres tienen un gran anhelo: que la luz los alumbre. Buscan lugares iluminados y allí quedan por largo tiempo. En cambio, los sitios oscuros son muy poco frecuentados. Casi nadie los transita y si los transitan, lo hacen de una manera tan veloz que apenas dan tiempo para que se les descubra.

Y también lo oscuro es muy semejante a la mentira. Mentir es como impedir que se encienda la luz para ver lo que existe.


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