ROBERTO ECHEVARREN, EDITORIAL PRE-TEXTOS

Por ALEJANDRO VARDERI

En una tarde de domingo, nos conectamos entre Nueva York y Montevideo vía Zoom para conversar sobre la obra y rememorar su época neoyorquina, que en parte coincidió con la mía.

Monte Ávila publicó en 1981 La planicie mojada, tu primer poemario, que se leyó y se te recuerda por ello. ¿Pero cómo llegaste a la editorial? ¿Seguiste luego en contacto con Venezuela?

Estuve en Caracas en varios congresos organizados por el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. Además existía un ambiente literario muy vital e interesante y el país contaba con la presencia de algunos intelectuales uruguayos como Ángel Rama, que se había exilado allí. Para entonces Monte Ávila era una editorial excelente donde se publicaba lo mejor de la literatura latinoamericana y mundial en muy buenas traducciones. Presenté este libro y me lo aceptaron. Debo destacar también que Rama editó en Biblioteca Ayacucho la obra completa de Felisberto Hernández, y mi primer libro de crítica literaria, El espacio de la verdad: práctica del texto en Felisberto Hernández (1981), fue sobre él.

Después vinieron Animalaccio (1985) y Aura amara (1989). En una entrevista que hicimos en 1990 acerca de estos poemarios, sostenías que “la fidelidad para seguir recorridos imprevisibles y no certificadamente poéticos” era lo que le daba consistencia a tu poesía. Algo que encuentro también en Verde escarabajo, si bien lo político y el tema del viaje pasan a un primer plano.

Adorno decía que en los mejores casos no es que la obra literaria se ocupe de política, sino que de alguna manera la política emigra a la obra. Se trata de que la poesía reinvente la situación política como una tensión dentro del poema. De la antología, “Centralasia” (2005) trabaja con la invasión china del Tíbet y la consecuente destrucción de la cultura tibetana, en una guerra donde un millón de tibetanos han muerto, sin contar a quienes han huido o se han exilado. Es un extenso poema épico, pero tiene también episodios eróticos como la relación entre el protagonista y un domador de caballos. Verde escarabajo termina con otro poema político, “La guerra de Ucrania” (2023), aunque en general el tono es más bien intimista, con un referente más personal, sin tantas resonancias históricas y geopolíticas.

También cabe destacar en tu escritura el tema del poder que, como indica Foucault, está en todas partes, porque viene de todas partes, más allá de las instituciones. Está en “Centralasia” en la invasión china del Tíbet, en “Monte nativo” (2015) en el modo de construir las tramas eróticas, en “Veneno de escorpión azul” (2021) en la observación del objeto del deseo como fetiche. ¿Cómo se entrelazan todas estas visiones del poder en tu imaginario poético?

Foucault decía que todo cuerpo tiene un poder hacia el cual estamos reaccionando constantemente para empoderarnos. La literatura es una alternativa al poder. Es otro poder que contrarresta los discursos que tergiversan la verdad. La poesía crea un espacio de resistencias propio donde no debemos rendir cuentas a nadie y nos permite distanciarnos de los discursos predominantes que quieren manipularnos. Busca crear un lenguaje del cuerpo, de nuestra idiosincrasia, y de ese modo nos ayuda a vivir, a respirar en un mundo que a veces se vuelve irrespirable. En Las noches rusas busco más bien escuchar el empoderamiento del otro. Es una relación dual, por un lado mi poesía más íntima, y por otro, escuchar estas voces que justamente se empoderan y son alternativas al poder.

En cuanto a tu trabajo narrativo, en 1994 publicaste la novela Ave Roc donde llevas a la ficción la vida de Jim Morrison, en un momento donde te interesaba el glam rock y la androginia del cuerpo y el vestido, explorados igualmente en tu película Atlantic Casino (1990), el estudio Arte andrógino (1997) y el poemario Casino Atlántico (2004). Ello se recobra en Archipiélago (2017), especialmente en la tercera novela, a través de ese alter ego tuyo que es el fotógrafo de Manhattan, la ciudad donde viviste por veinte años y donde nos conocimos cuando llegué a NYU a cursar el doctorado. Un mundo donde el protagonista, como apuntas, “no busca gente sino fetiches”. 

Esa novela corta es la única ocasión en la que abordé mi experiencia como profesor en Nueva York. Por otro lado estaba mi afición por las transformaciones, por otras imágenes, eso que tú llamas fetichismo, es decir, algo así como la capacidad de tentación que puede tener la imagen producida por otro. En la novela busqué unir ambos intereses con un cierto humor, en un homenaje a colegas como John Coleman, quien me introdujo en la universidad y me apoyó siempre.

Sin embargo Nueva York no era tu ciudad, aun cuando mostrabas gran fascinación por ella cuando la recorríamos a través de sus bares, clubs, fiestas y demás eventos nocturnos.

Mi ciudad fue Londres. Y de ahí surgieron experiencias fundamentales para mí como el Gay Liberation Front, del cual formé parte cuando llegué a la ciudad en 1970. Estudié el doctorado en París pero me fui a Londres a escribir la tesis y empezar a dar clases. Fue una época muy rica intelectualmente, especialmente después de Mayo del 68 cuando llegué por primera vez a París. Venía de un viaje por España, y me lancé a la calle a participar en las manifestaciones, siendo casi víctima de la brutalidad policíaca. Ahora estoy trabajando con los cuadernos escritos durante aquella época, apuntes, reflexiones nunca publicadas y que formarán parte de un futuro libro.

Rodándonos hacia tu interés por las filosofías orientales publicas El pensamiento chino, primer volumen de la trilogía que también incluirá El pensamiento hindú y El pensamiento budista.

Debemos pensar que las culturas occidentales y aún el hinduismo tienen libros revelados —para no hablar del Islam— donde Dios le habló a alguien, y ese alguien escribió la palabra de Dios. Lo curioso del pensamiento chino es que no hay Dios, y el primer libro fundador de todo es un libro de adivinación, el I Ching, que es el punto de partida del mío. Por otra parte, en dos viajes a Indonesia me acerqué más a las formas de vida orientales y por lo tanto me sentí más seguro en lo que estaba trabajando, desde el punto de vista de los textos. El primer libro de la trilogía se refiere a los mil años anteriores a Cristo, que es el período de mayor florecimiento del pensamiento chino, cuando surgieron Confucio, Chuang Tse y Mozi.

Allí hablas también del papel del poder y sobre todo del gobierno que “si es invisible y en rigor ausente, favorece el bienestar de todos”. Algo impensable en China a partir de Mao y la Revolución Cultural.

No hay que olvidar que en la época de Mao había dos grandes enemigos en China. Uno era Antonioni, a quien habían invitado a hacer un documental para la televisión titulado Chung Kuo, Cina (1972) que decepcionó pues no aplaudía al régimen, y el otro era Confucio. Entonces Antonioni y Confucio se volvieron prácticamente hermanos en esta condición de enemigos de Mao.

En Venezuela, China lleva tiempo establecida junto a otras autocracias como Cuba y Rusia, lo cual me remite a tus libros sobre este último país, Lenin and His Legacy y Russian Nights donde encontramos muchas de las preocupaciones y temas de los cuales hemos venido hablando hasta ahora, en relación con el poder y a cómo el gobierno manipula y utiliza ese poder.

Ambos forman parte de una trilogía donde se incluye también The Silver Age and After, de próxima aparición, que trata sobre los poetas de la edad de plata anterior a Lenin, y que en su mayoría fueron asesinados por el régimen bolchevique. El libro de Lenin se centra en el terror del régimen, poco conocido en toda su extensión. Se habla también de las formas de tenencia de la tierra en el siglo XIX para entender lo que hizo Lenin para destruir la agricultura y provocar la gran hambruna, y de la homosexualidad antes y después del régimen soviético.

¿Cómo llegas a Rusia?

Me interesaba la literatura y conocer de primera mano la opresión dentro de la sociedad. Cuando me retiré de la Universidad de Nueva York yo era más libre y me largué a esa aventura. Estudié ruso, me documenté muchísimo, y cuando llegué allí estaba muy preparado. El resultado fue muy bueno porque la gente se abrió y pude recabar una gran cantidad de información. Además fue un momento muy afortunado pues, por un lado, había caído la Unión Soviética, y por otro, no se había empezado a profundizar aún el régimen autoritario de Putin. Existía todavía un halo de democracia, que era lo que había tratado de crear Yeltsin pero fracasó. Yo no podría ir ahora porque me arrestarían ipso facto.

¿Cuál fue el proceso para escribir Russian Nights?

Entre el 2000 y el 2005 recabé numerosos testimonios sobre la represión durante el régimen de Lenin y Stalin, pues todavía se podía obrar con cierta independencia y libertad dentro de Rusia. Después Putin cerró todas las ONG y la institución que investigaba los crímenes del estalinismo. El libro está organizado en tres segmentos. La primera parte es la vida cotidiana en el GULAG, las ciudades y el campo, donde se muestran todos los horrores antes de la Segunda Guerra Mundial. Después están los episodios de la guerra que tiene que ver con la preparación anterior a la misma, y por último la guerra, Leningrado, Stalingrado y las matanzas del Ejército Rojo en una visión polifónica de la contienda que tanto afectó a Rusia.

Y que tiene resonancia con la guerra actual contra Ucrania, lo cual está cambiando enormemente el panorama geopolítico mundial.

Es una reedición de la Segunda Guerra Mundial en algunos aspectos. Ucrania es uno de los países con la experiencia más desgraciada del siglo XX, pues su intento de independencia a partir de la revolución de febrero de 1917 fracasó, cuando entró dentro de la órbita soviética. Después vino la hambruna decretada por Stalin donde murieron millones de ucranianos y durante la guerra la ocuparon los alemanes, que llevaron gran cantidad de mano de obra esclava a Alemania y mataron a una enorme cantidad de gente. Después de la guerra quedó en manos de Stalin y hoy se enfrenta a la destrucción una vez más; pero Putin está condenado a ser derrotado pues ha tratado de lograr por las armas lo que no ha podido lograr con una economía mafiosa, que no está a la altura del desarrollo económico europeo.

¿Cuáles son tus proyectos futuros?

El pensamiento budista ya está por editarse. Ahora trabajo en El pensamiento hindú y estoy terminando una novela sobre Ucrania, así que nada se detiene.


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