MIGUEL MARCOTRIGIANO, POR CARLOS CHIRIVELLA

Por MIGUEL MARCOTRIGIANO 

No escuches

No golpees dentro

El llanto no es real

La verdad se ausenta del poema

Toda la vida llora

en la profundidad del latido

Cada golpe de sangre

reposa en las sienes

No debe ser el corazón

quien diga

escucha lo de más adentro

lo que resuena sin sonido

camina por la sequía

cuando entres al quirófano

que arda la vida

aunque no sople la llama

No digas

No escribas

***

Quita las capas

Des-escama el pez que tienes por corazón

Retira el resto de la piel

verás que no es de plata

que la recubre un metal menos noble

hunde el cuchillo

destripa    aparta las vísceras

total

sus ojos ya no brillan

no hay verdad en su mirada

ni en su palabra

Oculta lo que piensas cierto

Ese monstruo es tu reflejo

Imagina para qué sirve ese pez ciego de lo abisal

De tanto nadar en la oscuridad

le da igual lo que vea

cualquier objeto lo piensa profundo y verídico

tanto soñar nubla lo real

y lo real tampoco es

***

Los rezos

Las letanías

En latín la de la voz guía

en español vulgar los seguidores sumisos

en una extraña lengua ancestral

casi humana

(en paralelo)

la de las sombras

Continúa resonando lo oculto

lo que tapa la verdad

lo que evita la develación

No nos fiemos de los poetas

esos que juegan al creador

Les están vedadas las palabras ciertas   certeras   razonables

pues la mentira es su reino

Los falsos profetas son más comunes de lo que piensas

Abundan

Son legión

***

El cristo negro

al pie de mi cama

se encuentra íngrimo en la blanca eternidad

de la pared

se funde con la nada

deslumbrado por esa

blancura

como una única letra

sobre la página

Lucha por ser la verdad

Pero esta

precisa

de lo no dicho

lo que se arropa en la sombra

mas él es tan elocuente

tan imagen que resalta

***

Ya no recuerdo si el agua

calmaba la sed

sé que la sombra era grata

Esos días de pleno sol

mostraban los espejismos

de las palabras

¿Quién de la familia recuerda ya

al muerto de La Caranta?

¿Sus orientaciones para que el niño sanara?

Llegaba puntual a las 8 p.m.

se sentaba en la mecedora

y hablaba a los dueños de casa

El farmaceuta preguntó

¿quién recetó esa pócima?

¿a quién?

¿con qué fin?

Si administran esto tal como se indica acá

el pequeño será cautivo de las sombras

vendrán por él los duendes

y dejará de ser verdad

los vivos no soportan esta dosis de leyendas


*Miguel Marcotrigiano (1963) es poeta, ensayista, crítico literario, compilador y docente. Los poemas aquí reproducidos pertenecen a Lo oculto, libro recién publicado por la editorial Pre-Textos, España.


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