María Ramírez Delgado | Marcos Toro

Por MARÍA RAMÍREZ DELGADO

Los ojos de las tijeras

Para zurcir el porvenir veo a través de los ojos de las tijeras.

Me unto las pestañas con saliva elemental, con un hilo traicionero atravieso la aguja. Supura barro, se inventa nubes. Tanteando el olvido con las puntadas de los abandonados me hago una hamaca, me cobijo y me balanceo en la quietud del presente.

Y de nuevo, intento remendar el epiléptico futuro, tapar los huecos para que no se escape la fortuna.

Problemas afilados

Hay problemas afilados. Nos hieren.

Problemas preciosos, matemáticos, incorregibles que sueñan ser fecundados en las pizarras. Y problemas avestruces, se acurrucan con otros, se ensucian al exponerse, corren en círculos de jazmín.

Hay problemas sordos como lagos, fosas que en su tenue penumbra son simples y otros, sin peso, que se van flotando.

Y están esos que reescriben la eternidad. Esos son los verdaderos.

Hachas

Los árboles cultivan una silente inquietud. No temen a las hachas.

Ellas llegan con sus filos, mienten, cortan. Los árboles silban entre ellos y aceptan la fatalidad.

El hacha descose. El árbol renuncia a sus raíces y acepta.

Sabe que un hacha es el destino del árbol.

Palabras cuchillos

Escribo sobre cuchillos porque en ellos hay una armoniosa luz.

Trazo ineludible, detiene su metálico deseo de escribir sobre mí, domina los filos para que no dicten largas cartas en la piel. Para no ser pergamino, sino pluma.

Un cuchillo en papel se torna inofensivo. Suspira sin herir, se hace silencio.

Escribo sobre cuchillos en la lengua de los pájaros.

Clavos

La existencia del clavo depende de aquello que traspasa.

Trozos metálicos dormidos en el frasco de la cocina, la expectativa de una herida. Rasgan lo que se les opone. Soportan el indignante golpe del martillo para poder ser.

Es la unión, la certeza de su imposibilidad.

Agujas

Sobre el pecho se escribe con la aguja lo que no se debe leer. Se escribe el mundo.

La tinta tiembla, pinta un cosmos remoto, engulle las fatalidades, gira. El dibujo surge en la ausencia del color.

Y la sangre negra cose.

Paraguas

Un paraguas es la insinuación de la elegancia. Es resistirse al movimiento.

Disuaden al cielo con sus colores, giran. Advertencias inútiles y calladas son sus astas. Muestran nuestra persistencia, cuando nos ve bajo su llanto insomne.

Un paraguas no puede salvarnos, pero juega con su insistencia.


*Los poemas aquí reproducidos pertenecen al libro Susurros de un viento demasiado mudo (LP5 editora, 2022). María Ramírez Delgado (1974) es profesora de filosofía en la Universidad Simón Bolívar y autora de los libros Éramos malos (2002), En el barro de Lesbos (2002), Quemaduras (2004), Navajas sobre la mesa (2009) y Violencia (2017).


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