Joaquín Marta Sosa / La Razón

Tu compañía

Sobre la página

el silencio

como perro salvaje

decide bramar en silencio

sin preguntas ni respuestas

 

toca los aledaños

sin noche ni día

 

ilumina

 

solo está él

para escucharte


Cenizas por el aire

Nunca dimos con él

no estaba en ningún lugar

tampoco en los recodos del tiempo

 

su ausencia

elevó ciudades y poemas

guerras y cuerpos

cenizas espolvoreadas

en el viento invencible

 

Ítaca    El Dorado    Manoa

existieron en los sueños

allí brindaron rosas y banderas

 

esgrimidas

para esculpir tiempo y fulgores

del sudor y del hambre

en las ofrendas al destino

 

en su tierra

depositamos el horror de la nada

y el sueño de los cielos

 

donde somos enterrados


Signos de gaviotas

Asoman su vuelo  a mi ventana

y pasan raudas

hacia donde ni ellas saben

 

piden    llaman    encuentran

saben la profundidad de la desesperanza

que también las ata

menos insondable y más sigilosa

 

trazan en el aire un signo

antes de saber qué es la soledad

 

danzan en los regazos del viento

imperfectas porque sólo habitan luz

 

nos admiramos al verlas

imperfectas

y no sabemos

si de verdad se distingue

luz de oscuridad

 

la esperanza puede ser también profunda

pero siempre menos silenciosa

de la luz sólo sabrán

lo que la oscuridad permita


No apartes este cáliz

Tardará miles y miles de años

el final

 

se oirá decir    acaso

en una voz incomprensible

y muy antigua

 

Padre: ¿por qué apartas de mí

este cáliz?

 

Morir    entonces y hoy

es desprenderse de la imaginación

ella es nuestra vida de verdad

 

vivir en cualquier calidad de la luz

donde la imaginación

decida entregarnos

una parte pequeña de sus minas

todo lo demás

cuando nos aparta de este cáliz

carece de ti mismo

 

mucho antes de las palabras

es en nosotros

donde viven nuestros ojos

y en ellos seguirá viva su luz

más allá

del último ojo vivo que la vea

 

incluso estas hormigas en su mundo

las nubes tan altas

y las bandadas de esos pájaros

para quienes el tiempo nunca existe

sin saberlo viven para ella

 

cuando sus murmullos se van atenuando

empequeñecemos

y la eternidad nos sustituye


En vida y muerte

La escritura te dibuja y desdibuja

a ti y a otros

hasta desdibujarse ella misma

 

puede que también desaparezca

en el decidido torbellino

donde van a parar todos los olvidos

 

que serán olvidados también

 

cuando deje de existir

me gustará en ese sueño recóndito

soñar

con aquellos caminos del campo

la bicicleta de niño    el sol sin tristeza

los días de nieve con araguaneyes al fondo

un río olvidado

que se disuelve en las nubes

amigos que siguen sus rutas

y de vez en cuando dicen algo de mí

hasta que ya nadie recuerde

y en ese sueño secreto

tampoco pueda yo recordar

ni una sola vez

 

a pesar de que no tengan remedio

una y otra    incluso la escritura

nos imponen escribirlas

incluso la escritura

pues antes de ser ella

nada cobra su existencia

 

así lo sabemos

idénticas a la vida

muerte y escritura no son fáciles


*Los poemas aquí ofrecidos pertenecen al libro inédito Bajo los árboles.


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