José Rafael Pocaterra | Archivo El Nacional

Por ARGENIS ZULOAGA

El 16 de mayo de 1941, José Rafael Pocaterra Mac Pherson se juramentó a las 11:00 am en la sede del actual Capitolio de Valencia como el centésimo sexagésimo quinto presidente constitucional del estado Carabobo, ante las autoridades de la Corte Suprema de Justicia de la entidad. Llegaba el autor de Memorias de un venezolano de la decadencia a las tierras de Carabobo, acompañado de su segunda esposa doña Marie Henriquette Marthe Arcand, de origen canadiense, con quien contrajo nupcias en Montreal el 31 de diciembre de 1934. Ello, a instancias, de haber enviudado de doña Mercedes Conde Flores, el 18 de abril de 1925, en la misma localidad de Montreal y con quien procreó sus dos hijos mayores.

Venía Pocaterra fortalecido de un alto prestigio intelectual y profesional. Había sido director del Departamento Hispano de la Compañía de Seguros Sun Life Insurance and Co., y docente de Literatura Hispanoamericana en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de la Universidad de Montreal. Ejercía como articulista en importantes periódicos latinoamericanos y era un brillante historiador de proyección internacional por la publicación de sus memorias, traducidas al francés y al ruso. Aparte de sus capacidades como poliglota, también había ocupado el curul de senador y el cargo de ministro. Todo logrado con estudios sistemáticos hasta el cuarto grado de educación primaria en el Colegio Don Bosco, de los salesianos de Valencia.

Un gabinete de altura

Para cumplir con el proyecto liberal democrático y modernizador del gobierno de Isaías Medina Angarita en Carabobo, Pocaterra debió rodearse del apoyo, colaboración y servicios de los más ilustres y capacitados personajes de aquella otrora valencianidad que pujaba por modernizarse.

Fue notable la participación de los principales representantes de los sectores socioeconómicos y culturales, tales como Francisco Alvarado Escorihuela, quien asumió la Secretaría General de la Presidencia, y Eladio Alemán Sucre, quien se hizo cargo de la Secretaría Privada de la Presidencia. También se designaron abogados y jueces destacados, como Enrique Betancourt y Galíndez, Luis Martín Roche, Eduardo Herrera, Francisco Melet, Francisco Caldera, Rafael Medina Iturbe y Alejandro Pereira, para la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía General y la Procuraduría General.

En el desempeño medicinal y sanitario se encontraron brillantes figuras, médicos de la talla de Alfredo Celis Pérez, Enrique Tejera, Fabián de Jesús Díaz, Francisco Ignacio Romero y Manuel García, que años después se desempeñaría como el último presidente del estado y su primer gobernador.

Amén de ello, tuvieron roles destacados en la dirigencia deportiva local y regional personalidades como Teodoro Gubaira, José Bernardo Pérez, Diego Borges, Francisco Sarquís, Ernesto Mariño y José Rafael Fajardo Peña. Acompañados de un grupo de periodistas, escritores e historiadores que brillaron en diversas funciones sociopolíticas y culturales: Enrique Grooscors, Felipe Herrera Vial, José “Chepino” Gerbasi, Vicente Gerbasi, José Gregorio Ponce Bello, Arturo Machado Fernández, Manuel Alcázar, Alfonso Marín, Rafael Zerpa, Raúl Cálcamo, Ramón Aguiar y Torcuato Manzo Núñez, este último excronista de Montalbán, presidente de la Asamblea Legislativa de Carabobo y jefe civil del entonces Distrito Guacara.

Asimismo, se proyectó un grueso número de empresarios que desplegaron papeles fundamentales en el desarrollo y progreso industrial, comercial y de políticas sociales. Entre ellos figuraron apellidos como Gosewich, Taborda, Branger, Degwitz, Karam, Cervini, Rotondaro, Lauría, Stelling, Blaubach, Cogorno, Aigster, Kruger y Gubaira, la mayoría de ascendencia europea y libanesa que actuaron como grandes impulsores de economía carabobeña.

Obras de su administración

El impecable manejo y conducción administrativa de los universos presupuestarios, durante el lapso presidencial de Pocaterra, lo llevó al cumplimiento de importantes logros en plena conexión y sintonía con el proyecto democrático liberal y modernizador que ejecutaba el medinismo.

Se crearon escuelas unitarias diurnas y nocturnas, escuelas rurales, escuelas comedor, escuelas normalistas urbanas, escuelas de música y escuelas de comercio para empleados públicos y trabajadores. Se reabrieron los estudios de Derecho en la Escuela de Ciencias Políticas Miguel José Sanz, de la vieja Universidad de Valencia. Se fomentaron las cajas rurales para la organización y planificación de créditos agropecuarios para campesinos y productores. Se dotó a la Asociación Deportiva de Carabobo con el estatus de Organización Rectora del Deporte en el Estado. Y se diseñaron programas de infraestructura de obras públicas y vialidad, así como planes de pavimentación de calles y avenidas de los diferentes distritos y municipios, con sistemas de engranzonado y capas asfálticas en frío.

La administración de Pocaterra incentivó y amplió las becas para la realización de estudios superiores técnicos y universitarios, así como para estudios secundarios y para educación normal y comercial. Le correspondió coordinar la exhumación de los restos mortales de los próceres José Laurencio Silva, Manuel Cedeño, Juan Uslar y Agustín Codazzi desde el Cementerio Morillo e Iglesia Catedral de Valencia hacia el Panteón Nacional.

Impulsó el programa de carnetización, control administrativo y acreditación laboral de todos los directores de medios de comunicación impresos, para el ejercicio profesional con mayores libertades de acción, decisión que llevó a la creación de la Asociación Venezolana de Periodistas, que estuvo presidida por Rafael Saturno Guerra, primer cronista de Valencia. Junto a eso, fundó el gabinete estadal de identificación y extranjería, dependiente de la Secretaría General de Gobierno, con fines políticos, judiciales, de seguridad personal, familiar y de control de los extranjeros residenciados en el estado.

Llevó a cabo programas de política habitacional que contemplaron donaciones de tierras al municipio Naguanagua por expropiación de las Haciendas Tarapío y Guaparo, antiguas propiedades de Santos Matute Gómez. Legalizó los partidos políticos Acción Democrática y Unión Popular Carabobeña, este último brazo filial del Partido Comunista de Venezuela. Ordenó la construcción del Internado Rural Carabobo N° 1 en Naguanagua, para la rehabilitación y reeducación de menores con problemas de sociopatías. Organizó el Mantenimiento y Administración de las redes de hospitales y dispensarios públicos de los diferentes distritos y municipios.

Financió al Directorio de Producción del Estado, para el fortalecimiento de los planes de desarrollo agropecuario e industrial. Finalmente, puso en marcha el Plan de Transformación de la Administración Pública, que contempló dentro de sus aspectos fundamentales la creación y constitución de la primera caja de ahorro de los empleados del Poder Ejecutivo regional.

El fin de una etapa y el comienzo de otra

En una carta dirigida a Pocaterra el 27 de mayo de 1946, el poeta Juan Liscano afirmaba lo siguiente: “Me dijeron que Carabobo nunca tuvo a lo largo de su historia un presidente mejor que usted. Los valencianos le quieren y han valorado su actuación”. Se trataba de una fiel manifestación sobre su grandiosa gestión presidencial que le permitió al escritor reivindicarse ante los grupos valencianistas de abolengo, que tanto lo habían adversado desde sus tiempos como anticastrista y antigomecista.

Sin embargo, el alto compromiso y afinidad política de Pocaterra con el gran proyecto democrático liberal del medinismo no finalizó con la presidencia Carabobo, sino, que, aprovechando sus grandes conocimientos y experiencias en política internacional y relaciones diplomáticas, en noviembre de 1943, el gobierno del general Medina Angarita lo designó como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de Venezuela ante el Reino Unido. Un año después, se le extendió la designación para la República de Checoeslovaquia, Holanda y Noruega, cargos que ejerció hasta el final de la Segunda Guerra Mundial cuando lo nombraron primer embajador de Venezuela en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Presentando sus credenciales en el Kremlin, el 8 de octubre de 1945, 10 días antes del derrocamiento del gobierno medinista, hecho que lo obligó a refugiarse nuevamente en su dorado exilio hiperbóreo en Montreal.


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