Pilar Hočevar | Matjaz Vogrinec

Por MÍA CONTRERAS

Pilar Hočevar comparte su esencia femenina y se celebra inspirando a otras mujeres. Su enseñanza es una coexistencia heterogénea de mensajes que conforman el significado de ser mujer. La danza árabe es el mensaje de la mujer que ama, consolida y unifica. Las bailarinas de danza oriental convierten su cuerpo en el instrumento contra el machismo, la violencia de género y las cadenas feministas.

La danza del vientre no necesita acompañante pero no se puede olvidar que en ellas nunca acontece como un momento en soledad. Incluso si la bailarina se encuentra a solas frente al espejo siempre existirá un sentimiento o un acompañante, sus alumnas o los aplausos que desean recibir y permanecen en su mente y corazón.

Una danzarina árabe con sangre eslovena

Daniela del Pilar Hočevar Aguilera es su nombre completo, pero es conocida por sus alumnas y sus colegas como “Pili”. Caraqueña, con una melena castaña y larguísima, y la sangre eslovena corriendo por sus venas, eligió  la danza árabe como estilo de vida. Su nombre quizá marcó su destino pues actúa como un pilar en su trabajo y brinda soporte en sus relaciones siempre que la necesitan. Bailarina de danza árabe desde los 14 años, licenciada en Danza y Artes del Movimiento y directora de la Academia Alas de Isis cuya sede principal se encuentra en Mérida, Venezuela. Hočevar recibió a inicios de enero 2021 dos trofeos y tres medallas por su participación en una competencia internacional de Bellydancers en Croacia, donde fue galardonada con el primer puesto en su división. Actualmente vive en Novo Mesto, Eslovenia.

Pilar Hočevar nació en Caracas el 16 de Octubre en la Clínica El Paraíso, bajo una luna creciente, cualidad que la lleva a hacer crecer y llenar de luz todo lo que toca. A los 5 años se muda a Mérida con su familia y comienza a tomar clases de ballet y danza contemporánea en el edificio San José donde actualmente se desarrolla la Licenciatura en Danza y Artes del Movimiento. Estudió ballet por cinco años, aún siendo una niña siente que necesita un respiro y toma un  año sabático. Hočevar lo recuerda como un proceso de pausa durante el que necesitó cambiar de aires. De alguna manera la danza continúa llamando a Hočevar a danzarla y polula a su alrededor, fue así como reconectó con ella a través de sus amistades de la infancia. Optimista, alegre y  dinámica, con ese rol de ser una buena amiga que la caracteriza asiste a los 11 años de edad a una presentación de ballet de sus compañeras. La sorpresa de Hočevar fue ver una presentación en vivo de danza árabe. Algo muy distinto al ballet y estilo contemporáneo que ella venía practicando. Fascinada por la música y la feminidad de los movimientos, le dice a su mamá que desea bailarla. Al día siguiente asiste a su primera clase de danza del vientre.

Su primera profesora de danza árabe fue Damaris Durán, quien era parte también de un grupo de cinco bailarinas. Durán bailaba para Fufú, un músico árabe, que la formaba y nutría con sus conocimientos de ritmología árabe y quien actualmente vive en Panamá. Hočevar comenta su iniciación en las clases de danza árabe: “Recuerdo que al ingresar con mis amigas el proceso de adaptación fue un poco rápido. Como venía de estudiar danza contemporánea y ballet, el cuerpo capta más fácilmente el tema del movimiento porque uno ya reconoce su cuerpo y este tiene memoria”.  

Cuatro años después de Hočevar iniciar en la danza oriental, la profesora Damaris Durán culmina sus enseñanzas al grupo de niñas donde ella bailaba. La maestra decide independizarse de Sara Reina, profesora de ballet que también en el pasado fue profesora de Pilar, y crear su propia academia que llevaría el nombre deCintura de Seda.  Dicha despedida vaticinó el adiós a la danza árabe que practicaba Pili junto a sus amigas. Sin embargo, un día Hočevar recibe una oportunidad conversando con su amiga, la profesora de ballet Sara Reina. Y aunque jamás lo había pensado, no encuentra motivos para rechazarla:

“Pili, tú deberías de dar clases de danza árabe. Tú eres muy buena bailarina, eres dedicada, eres constante, eres responsable. Y bueno yo a veces te pido ayuda para que des clases de ballet y las das súper bien. Podrías quedarte con el grupo que tenía la profesora Damaris”, le aconseja. De esta manera con solo 14 años se comienza a gestar la profesora que llegaría a ser considerada, diez años después, una de las bellydancers con mejor pedagogía para enseñar la técnica árabe en su ciudad, al tiempo que infunde valores de respeto y amor hacia su cuerpo y hacia el de sus compañeras.

La experiencia de transmitir sus conocimientos cautivó a Hočevar y la llevó a un mundo donde continúa danzando y  que es hoy por hoy la tierra fértil donde la bailarina cultiva sus sueños, el mundo de la enseñanza. No hay bailarina que haya pasado por su academia que no se lleve algo de ella, mientras le agradecen por su dedicación como profesora. Entre los testimonios de sus alumnas, desde las más nuevas hasta las más avanzadas, repiten en una especie de mantra:“Pili es un amor enseñando”o“Pili es la mejor profesora”.

Hočevar como toda bailarina posee un espíritu muy dinámico, por lo general no se queda quieta nunca y da la impresión de que está siempre de fiesta. No obstante, detrás de esa sonrisa y espíritu cautivador existen fuertes convicciones que la llevan a ser disciplinada y responsable. Fue así cuando llegado el momento y solo después de verla muy de cerca dirigir y enseñar  a su grupo de bailarinas, la profesora Sara Reina le dice a Pili que necesita ponerle un nombre al grupo de danza.

Su madre la ayudó a elegir el nombre. “Una noche conversando con mi mamá ella me dijo: Ponle Alas de Isis, porque cuando tú bailas con las Alas de Isis es muy hermoso y te representa‘. Y bueno yo no dije un sí definitivo en ese momento, pero después investigué más a fondo a la diosa Isis y su significado en la mitología egipcia. La diosa Isis es la que cuida a los niños, los abraza y protege del mal con sus alas. Encontré una bella conexión ya que el nombre me lo dio mi mamá, mi mamá me protege y yo protejo a cada persona que entra a ver clases conmigo…”. Así comienza su etapa para dar clases.

ALAS DE ISIS

Pili tiene una  forma de ver la vida que la lleva a ayudar a los demás en todo momento, esa personalidad la plasma en su Academia Alas de Isis. El sello de la academia va más allá de la danza árabe, hacia la conexión con el espíritu. Es un camino de introspección que recorre con sus alumnas. La bellydancer resalta la conexión con los valores que considera te hacen una mujer valiosa. Hočevar forma mujeres bailarinas que poseen excelente técnica, pero también un buen corazón. Ella representa la alegría de vivir y ese es el sello que busca plasmar en sus alumnas.

Durante los años que vivió en Venezuela, cada vez que Pili llevaba a sus alumnas a alguna presentación o festival donde confluyeran con otras academias les hablaba a sus bailarinas acerca de humildad, igualdad  y respeto. Por más experimentadas o buenas que llegaran a ser sus bailarinas, o por muy nuevas que estuviesen en su iniciación dancística,  para la “profe Pili” es importante hacerles entender que no hay lugar para rivalidades ni comparaciones. En tal sentido Hočevar respeta y florece en la diversidad de cuerpos, mentes y danzas; y busca darle su espacio a cada quien desde el compartir de experiencias e historias de vida distintas.

Hočevar sembró en ellas valores de sencillez y esencia. Cuando ves a una bailarina de la Academia Alas de Isis la reconoces de inmediato por el estilo de música, un poco moderna y pegajosa con ritmos árabes de fondo, que suelen bailar. También por la personalidad de la bellydancer, generalmente sencilla, segura, y con mucho tiempo de calidad para compartir. Desde un baile que se disfruta al máximo hasta una conversación luego de culminar las clases, las alumnas de Daniela del Pilar refuerzan lazos de respeto y amistad al tiempo que crecen como bellydancers.

La diosa egipcia Isis representa mucha autoridad para proteger a los demás. Al igual que en la mitología egipcia Isis ayudaba y protegía, Hočevar siempre piensa en su entorno. Lejos de ser fría o egocéntrica, el espíritu de su academia son todas sus alumnas. Actualmente muchas de sus alumnas se encuentran fuera de Venezuela o han iniciado su propio camino en la enseñanza. Este mismo pensamiento, que en palabras suyas es su esencia, lo conserva en Eslovenia al compaginar con una nueva cultura su aprendizaje e historia.

Hočevar calcula, construye, e invita al cuidado y desarrollo de su círculo de bailarinas, es así como se gana el respeto de las personas. Ella busca reflejar en la danza árabe los tres pilares sobre los que construye su vida: Amor, respeto y responsabilidad.

¿Por qué estos tres valores?

—Amor porque me gusta enseñar el amor por la danza, por tu cuerpo y por tu propio aprendizaje porque no todas las personas aprenden igual. El respeto hacia ti como mujer, y el respeto hacia tus compañeras, ya sea en tu círculo y tu espacio así como cuando vas a otro lugar. Y la responsabilidad porque yo me considero una persona muy responsable. Siempre trato de dar lo mejor de mí cada día y cada momento que doy clases intento reflejar eso en mis alumnas. Si ellas ven que soy responsable y que soy constante ellas también lo van a hacer y no solo dentro del salón de clases sino que lo llevan a su día a día.

¿Qué te inspira a enseñar?

—Yo me considero una mujer muy romántica y apasionada y creo que cuando uno tiene pasión por lo que hace esos valores solitos se van a reflejar. Me inspira la diversidad, así como me inspiro de eso también aprendo mucho porque cada uno tiene su esencia y esa pizca que le dan al mundo que hace que el mundo sea completo. Y en especial me inspiro mucho de los bebés, cuando uno es bebé uno es muy inteligente con los movimientos. Es impresionante como al crecer uno se va desligando de esa inteligencia corporal. Un  bebé siempre cuida su cuerpo, no se agacha desde la espalda sino desde las rodillas. Un bebé observa mucho, para aprender a hablar observa el movimiento de la boca, de los gestos, es cuidadoso con su cuerpo pero se atreve a intentar cosas nuevas. Y yo siempre trato de tener esa mentalidad y observar mis propios movimientos y el de mis alumnas.

¿El elemento que más disfrutas utilizar? 

—Las Alas de Isis, primero porque representan mi academia. Segundo porque es un elemento con el cual me siento más grande y poderosa. Es un elemento que te permite expresarte con más ampliación y poder. Con las Alas de Isis te expandes desde los pies hasta los brazos. Cada vez que bailo con las Alas de Isis siento que vuelo por el escenario.

¿Cuáles son los elementos que definen tu técnica?

—Los movimientos lunares. Soy una persona tranquila que piensa y observa mucho, los movimientos lunares son como yo, son movimientos que me representan por su continuidad, el tiempo que te piden para ejecutarlos te permite observarte y sentirte. Un movimiento lunar no tiene un final sino que es una constante línea. Se expande y nunca termina. Aunque también disfruto los movimientos fuertes, de fuego, asociados a las caderas. Disfruto y juego cuando los interpreto, decido y dirijo cuando empiezan y cuando terminan. Cada uno tiene su encanto.

En el año 2017 creas un trabajo coreográfico acerca de los 4 elementos asociados a la danza árabe, podrías explicarnos ¿Cómo asocias cada elemento al cuerpo de la mujer?

—En la Danza Árabe tenemos cuatro estados. Tenemos el aire que es la parte de la cabeza y los brazos donde la bailarina debe reflejar la sutileza, tratar de imitar el aire y  ser lo más ligero y tierno posible. Después está la zona del pecho y el torso que es la zona del agua. Aunque el cuerpo es un 80% agua, en esa zona se concentran los movimientos fluidos. Como el agua que va y que viene, la bailarina busca reflejar un vaivén, el agua que ataca y que regresa a través de movimientos cíclicos. Luego está la zona de las caderas que es la zona del fuego donde se crea la vida y las bellydancers le damos énfasis porque allí es donde nace la esencia de la mujer. Allí conectamos con nuestra fuerza, chispa y energía. Y por último tenemos la zona de los pies y las piernas que es la zona de la tierra. Tiene que ver con enraizarse y sentir cómo a través de los pies sube la energía que te da la potencia en todos los demás estados del cuerpo. Necesitas tener una buena conciencia de dónde están tus pies. Esa también es la razón por la que bailamos descalzas, para conectar con la tierra.

¿Cuál es el estilo de danza árabe que te define?

—El estilo fusión, ya que venía de una escuela de ballet clásico antes de llegar al mundo de la danza árabe. Efectivamente yo bailo con movimientos de ballet, tengo la postura del ballet y el cuerpo tiene memoria muscular así que siempre hay algo del ballet que se me escapa en la danza árabe. Actualmente considero que todos los bailarines tenemos un fuerte y podemos ser muy diversos, así que no me considero una bailarina árabe folcklórica sino una bellydancer fusionada.

¿Por qué decides continuar con Alas de Isis cuando llegas a Eslovenia?

—Yo desde un principio siempre supe que quería continuar con mi academia, realmente nunca pensé dejar mi país. Sin embargo, algo que tuve siempre muy claro era que yo quería continuar con mi trabajo y con los años de dedicación que le entregué a mi academia. Cuando se te presentan oportunidades en la vida hay que tomarlas, no hay que cerrarse a ellas. Mi principal razón fueron mis alumnas. Alas de Isis tiene 10 años abierta, para muchas bellydancers se volvió un hogar y no quería dejarlas sin ese espacio. Yo no recuerdo haber pasado por eso, pero sí me llegaron chicas de otras academias porque sus directoras se habían ido de Venezuela, y es una situación que pasa mucho. No quería que mis bailarinas pasaran por eso.

¿Cómo reaccionaron tus alumnas venezolanas ante el cambio de profesora? Continúas con clases online, pero las clases presenciales las delegaste a la bailarina Alix Hernandez, profesora en Venezuela.

—Uno no puede estar amarrado a una persona y es algo que les hice entender. Al inicio algunas de mis alumnas deseaban únicamente ver clases conmigo, pero somos seres libres y nadie puede estar amarrado a nadie, debemos estar abiertos al cambio. También valorar que cuando te vas y dejas tu academia a cargo de otra profesora es tomar en cuenta la confianza, la consciencia de que a quien dejo a cargo tiene toda la capacidad de enseñar, y continuar a su manera compartiendo los conocimientos que les enseñé.

¿Cómo es tu vida ahora que no diriges Alas de Isis?

—Admito que he descansado un poco de ser directora de Alas de Isis y estar al pie del cañón, pero todavía trabajo con mi academia desde la distancia.

¿Cuáles son tus sueños como bailarina y mujer?

—Uno de mis sueños con Alas de Isis era continuar con mi academia a distancia, algo que hago actualmente. Doy clases online, me mantengo en contacto con las profesoras, hacemos proyectos nuevos e ideamos la manera de que la academia sea un espacio mejor. También tengo la intención aquí de abrir una extensión de Alas de Isis, con los mismos valores, con la misma enseñanza  y el mismo mensaje. Todo está en la constancia y en la dedicación que le pongamos a las cosas.

¿Cuál es tu próxima meta como artista?

—En este momento estoy en un proceso de darme a conocer con mi trabajo. Es un proceso por el cual también pasé en Venezuela. Ese proceso de que la gente me conozca, estoy dando clases de danza árabe, grabando videos. Uno como artista puede tener un gran currículum pero te reconocen cuando muestras, en este caso con mi danza, de lo que estás hecha.

La humildad de aprender

Daniela Hočevar fue la primera y única graduada de su promoción en la Licenciatura de Danza y Artes del Movimiento, en la Universidad de Los Andes, el 2 de agosto del 2019. La constancia y la perseverancia la llevaron a no desistir de su meta, siendo la primera egresada bellydancer de la Escuela de Danza y Artes del Movimiento. Hočevar se graduó con honores y fue el segundo mejor promedio. Durante sus estudios en varias oportunidades recibió el premio Luis María Rivas Dávila de la Universidad de los Andes, el cual reconoce a los cinco primeros promedios de cada facultad. Daniela del Pilar estuvo siempre en el primer lugar de esos cinco.

Al comentar sus logros académicos confiesa: “Estas son cosas que no suelo compartir mucho. Me gusta mantenerme de perfil bajo y destacar de otra forma”. Hace referencia a destacar como una mujer íntegra, más allá de ser una bailarina excelente.

Participó en  la competencia internacional de Croacia Scorpio Dancers, donde ganó el  primer lugar en su división. Para Hočevar fue una experiencia refrescante y enriquecedora. Por esa necesidad de marcarle un límite en su vida al egocentrismo y a la rivalidad entre bailarines, no estuvo interesada en el pasado de asistir a una competencia. La modalidad de las competencias virtuales, establecidas en el contexto pandemia, es algo que aporta a los bailarines un ambiente más sano y libre de tensiones. Fue la oportunidad perfecta para Hočevar, quien compitió con bailarines de todo el mundo. “La competitividad y la rivalidad no es algo con lo que yo conviva. Siempre he tenido la idea de que todos los bailarines estamos dentro de una misma danza  para aprender unos de otros y aportar algo. Yo creo más en el apoyo y por esa misma razón evito esos círculos de competitividad porque son ambientes muy pesados”.

Egocentrismo, superioridad y competitividad son actitudes que florecen en el mundo de la danza, bien dice la coreógrafa estadounidense Aby Lee Miller “Si las competencias no son despiadadas, ¿entonces qué son?”. En ese detalle que tiene la danza Hočevar nunca se ha sentido cómoda. Al respecto afirma:

“Yo tengo fija la visión de querer ser una persona humilde a donde vaya, alguien que desea aprender de todos. Por muy pequeño que sea lo que sepas de la danza o lo alto a lo que llegues en tus años de trabajo, creo que siempre podemos aprender algo de una persona. Ya sea para la danza específicamente o ya sea para la vida. Es una de las primeras cosas que enseño y transmito a mis alumnas. Yo cuando voy a un festival soy muy abierta, apoyo y disfruto de esos momentos. Pienso que de eso se trata, más allá de competir unas con otras busco aprender y compartir”. 

Determinada, expresiva y directa, es muy puntual y sutil con sus críticas, su capacidad de análisis le permite resaltar los puntos fuertes en sus alumnas, y trabajar aquellos detalles que necesitan mayor atención. Hočevar es una mujer que disfruta dar cumplidos, no es raro que durante sus clases les tire flores a sus alumnas y les diga lo bellas que se ven. Desarrolla un trabajo de amor propio a través de la danza para que las alumnas amen su cuerpo, su mente y sus procesos de vida. Por eso el valor del amor es intrínseco a su danza, además del amor hacia la danza misma, el amor hacia su ser como mujer.

 Inteligencia emocional en cada movimiento

Una mujer inteligente lo es también con sus emociones, sabe cuándo tomarse un momento para escuchar a su cuerpo y callar la mente. La razón y la lógica guían sus acciones, y sus impulsos son escuchados pero integrados a cada contexto. La inteligencia y la agilidad de pensamientos y acciones de Hočevar la llevan a la perfección de sus movimientos. Ese mismo dominio de la técnica y perfección al bailar le aportan seguridad, lo cual le permite aventurarse por la vida, explorarla y tomar riesgos.  Frente a los retos o dificultades que puedan presentarse para Hočevar la confianza en sus acciones es lo que no le quita el sueño. Para ella una mujer inteligente no es la que se queda con conocimientos y libros, sino aquella capaz de resolver las dificultades. Al conversar acerca de los logros de la mujer en el mundo actual, y los condicionamientos de movimientos feministas, Hočevar mantiene una postura fija: una mujer puede llegar a donde quiera siempre que no lastime a nadie a su alrededor.

Muchas mujeres, incluso del primer mundo, viven actualmente solapadas a una familia o sociedad machista. Por diversidad de razones, culturales, religiosas o el cerrarse a la ciencia quizá,  cuando no reconocen la ayuda que la psicología o  el cuidado emocional les pueden brindar para amarse y comprenderse. Son mujeres cuyo pensamiento y sus fronteras para soñar terminan en el lugar donde comienzan los pensamientos impuestos por el machismo. ¿Reconoces a la mujer machista como una mujer que se ha perdido a sí misma?

—Creo que una mujer llega hasta donde ella quiere llegar. Tú puedes hacer todo lo que quieras en tu vida. Con lo que no estoy de acuerdo es que las tomas de decisiones que hagas afecten a las personas que tengas a tu alrededor. En este caso el machismo y el feminismo son decisiones que tomamos o no. En la cultura árabe por ejemplo una mujer vive bajo la religión musulmana y yo lo respeto completamente. Personalmente en mi familia no crecí con esa experiencia y no sé cómo funciona ese mundo.  Pero he llegado a observarlo y considero que el machismo reside en la inseguridad del hombre hacia sí mismo, al mundo que lo rodea y la mujer con la que está. Es el miedo hablando. No estoy de acuerdo con eso pero sí comprendo que surge todo en el miedo. Creo que en la danza árabe canalizamos ese miedo y esa inseguridad de manera muy bonita al tener seguridad de nosotras mismas.

Frente al machismo se alza el feminismo como un movimiento inspirador que tumba barreras. Pero también existe la dicotomía de querer imponer entre hombres y mujeres una igualdad sin límites. Igualdad que más allá del éxito profesional o la independencia femenina para tomar las riendas de su vida pone a las mujeres en una postura donde hacen a un lado el rol del hombre. ¿Cómo manejas eso en tu vida?

—Para mí los movimientos feministas y el buscar la igualdad de géneros son algo con lo que no estoy de acuerdo pero tampoco estoy en contra porque son decisiones. Yo me considero una mujer independiente pero sí creo que hay cosas que solo puede hacer un hombre y hay cosas que solo puede hacer una mujer. Eso no nos hace ni más ni menos sino que es algo que respeto, disfruto mi esencia y mi rol como mujer. Si un hombre quiere entrar a tu vida, y tú eres una mujer independiente y capaz, también es permitirle ser él y darle la oportunidad de que haga lo que tiene que hacer. A este mundo vinimos solos pero también somos dos cuerpos que se complementan. Somos seres totalmente completos y capaces de realizar todo lo que nos proponemos en la vida. Cuando el hombre y la mujer se unen es para crear un equipo donde fluya la armonía, respetando por supuesto cada espacio en cada persona. Yo lo que hago es enseñarle a las mujeres esa esencia femenina. De que tú estás aquí como un ser completo, un ser hermoso, con un lindo cuerpo y con una linda mentalidad. Y así como eres, de esa forma y con lo que pienses, eso es lo que vas a atraer. Cuando limpias esas experiencias y malas energías puras cosas bonitas entran a tu vida. Enseño a la mujer a ser mujer y el cambio viene por sí solo. Al ella tener seguridad en sí misma eso es lo que va a transmitir y allí es donde viene el cambio.

Daniela Hočevar es magnética, de gran belleza y jovialidad; y hace que todo florezca a su alrededor. La bailarina logró verter su energía en su vida profesional y personal desde que dejó en el año 2018 Venezuela. Hočevar actualmente imparte clases online en su Academia Alas de Isis desde Eslovenia, se dedica de lleno a estudiar el idioma esloveno y enseña a bailar salsa y árabe a la mujer eslovena. La necesidad de cuidar a otros permanece latente en ella. Hay ausencias que atesora y se entrega a nuevas experiencias.  En tal sentido anuncia que lejos de tener una relación amorosa, ya que estuvo comprometida en Venezuela antes de llegar a Eslovenia, ahora tiene una mata. “Tengo una mata, fue un regalo de navidad. Es la primera matica que cuido y la tengo porque me la regalaron. Es algo muy bonito porque yo pensaba que no era buena para cuidar las plantas. Ha sido un descubrimiento interesante, la cuido y converso con ella”.

En cuanto a la comunicación, Hočevar tiene mucha facilidad para esta, bien sea a través del cuerpo, con su danza, o por medio de la oratoria. Las revistas y prensa eslovena la volvieron foco de miradas en cuanto llegó al país, como venezolana extranjera, buscando la nacionalidad  a través del proceso de repatriación. Hočevar se siente atraída ante los cambios y la diversidad de culturas. Al llegar a una nueva tierra intrigó a los eslovenos con su color de piel trigueña y su personalidad rebosante de seguridad y sencillez. Sin necesidad de ponerse a bailar armó un alboroto. “También he aprendido a ser humilde, como artista sales de un lugar de donde bastante personas te conocían, y llegas a un lugar donde eres un desconocido. Entonces debes trabajar por eso y es otra gran lección de humildad”. Este proceso ha sido muy fluido para Hočevar porque afirma haberse preparado para eso. Ella mantiene su esencia de no dejar de ser ella misma, compartiendo conociendo y entendiendo a qué está dispuesta la gente de su nuevo hogar.

La realidad es que las bellydancer son mujeres, como todas, muy soñadoras. Al conectar con su esencia y poder femenino se muestran más francas al respecto de lo que quieren.  Mientras la danza las recorre, ellas hacen lo que sea por que sus sueños se hagan realidad, enfocándose mucho en estos.

¿Qué significa para ti ser mujer?

—Para mí el ser mujer significa vida, somos las encargadas de crear la vida, desde la concepción del nacimiento hasta el simple calor y alegría que le brindamos a un hogar o a un espacio. Incluso en el escenario lo llenas de vida y vives en él.


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