"El humor es perfectamente inútil, pero no se puede vivir sin humorismo" / Archivo

Por ANTONIO GARCÍA PONCE

Cierta vez, mi afán periodístico me condujo a formularle a Pedro León Zapata algunas preguntas, que se unieron a las que le hicieron en una reunión muy animada los siguientes personajes: Simón Alberto Consalvi, Ildemaro Torres, Soledad Mendoza, Régulo Pérez, y Juan Carlos Palenzuela. Helas aquí, con sus respuestas.

¿Por qué Juan Vicente Gómez es uno de los personajes más frecuentes en tu pintura?

Por los recuerdos de mi infancia. Yo nací en La Grita (Edo. Táchira). Montañeses, militares fueron mis antepasados. Mi padre fue coronel, mi casa estaba llena de correajes, polainas, charreteras, espuelas. Gonzalo Gómez, hijo del Benemérito, y López Contreras, presidente de la República, fueron padrinos de mis hermanos.

El doctor Domínguez Sisco en la presentación del libro Zapata, de Ildemaro Torres, dice que tú eres el único humorista andino que él conoce. ¿Conoces tú algún otro?

Los andinos somos tan bravos que creo que ni yo soy humorista.

Siempre estuviste muy ligado al humor y a la caricatura.

En efecto. Me inicié con Fantoches, pero mi ingreso a El Nacional en 1965 para hacer la caricatura diaria en la página de opinión es el inicio de mi consagración.

¿Es el humor una actividad inútil o, por el contrario, tiene alguna importancia para la sobrevivencia del hombre?

El humor es perfectamente inútil, pero no se puede vivir sin humorismo.

Pero, ser considerado caricaturista, ¿no es un handicap para tu pintura?

Siempre lo será. Quien me conoce solo como caricaturista es porque no conoce a los otros pintores. Además, yo no hago curriculum, no envío cuadros a ningún concurso, me olvido de la insinuación de participar en la Bienal de Venecia o de Sao Paulo, no suministro datos para que me incluyan en diccionarios, enciclopedias, guías ni who’s who, no pertenezco a peñas ni generaciones.

De todos modos, pintores y escritores muy consagrados te buscan.

Una vez contó Miguel Otero Silva, cerebro de aquel libro que escandalizó a muchos, Las Celestiales, que Picasso se emocionó con el libro y quiso hacerle la portada para una segunda edición. Pablo Neruda quiso hacer un bestiario con ilustraciones mías; y una portada mía para El otoño del patriarca, pedida especialmente por Gabriel García Márquez, no llegó a tiempo, por lo que me conformé con que saliera en la segunda edición.

¿Existe un humor latinoamericano y, más particularmente, un humor venezolano?

Si en el concepto de humor se incluye el mal humor, sí existe un humor latinoamericano, siendo Venezuela uno de sus abanderados.

¿Cuál fue el primer «chiste» venezolano?

¡Ana carina rote! (solo el caribe es gente), con lo que quedó demostrado en Venezuela varios siglos antes de Marx que la sociedad se divide en clases.

¿Y el segundo?

La Declaración de Independencia.

¿Sirve la caricatura política, o el humor político en términos más generales, para lograr objetivos en la lucha social?

Viéndolo bien, sirve; pero en resguardo de mi seguridad, es mejor que no lo digas.

¿Qué pasó con El Sádico Ilustrado?

Era tan verdaderamente sádico que en el momento en que más lo necesitaba el pueblo decidió no seguir saliendo para ver sufrir a la gente.

Siendo tú un sádico ilustrado, ¿qué opinas de los sádicos autodidactas?

Están destinados al fracaso, pues por su mala formación incurren en masoquismos creyendo que son sadismos y, a medida que le van cogiendo el gusto a esta desviación ideológica, se van pasando al bando contrario, en el cual mueren definitivamente.

¿Piensas publicar alguna vez la iconografía de la deuda pública?

No, porque no domino como quisiera la técnica del retrato hablado.


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