Pedro Nikken
Pedro Nikken | ©Manuel Sardá

Por PEDRO NIKKEN GARCÍA

El hombre de los Derechos Humanos

Pedro Nikken Bellshaw-Hogg fue un hombre a quien todo el mundo catalogaba como un hombre de paz, y realmente lo era.

Recuerdo claramente la primera vez que mi hermana y yo pisamos un importante organismo internacional del Derecho. Sin tener noción alguna, mi hermana y yo estábamos en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entidad que tiene su sede en Costa Rica. Papá debía ir de trabajo, pero alargó su estadía en el país centroamericano para llevarnos de vacaciones a sus dos hijos: a Claudia, mi hermana, y a mí.  Ella tendría 12 años y yo unos 10. Durante ese viaje me impresionó mucho subir hasta el cráter de un volcán y observar su inmenso diámetro y el humo. Recuerdo claramente a mi papá explicándome que lo que echaba humo se llamaba fumarola.

Ese país se convirtió en su segunda casa, y los Derechos Humanos en su vida. Hoy tengo 48 años, quiere decir que por casi 40 años de su vida se los dedicó a luchar por los derechos fundamentales del ser humano. Estos derechos para papá significaban lo siguiente: que cada individuo que naciera en cualquier lugar del mundo tuviese acceso a educación, salud y trabajo, y, en general, a poder superarse por sí mismo con su esfuerzo y de esta manera llevar una vida normal.

Papá fue durante años juez de la Corte Interamericana de derechos humanos, incluso su presidente.

Posteriormente su carrera internacional fue muy extensa y con muchos logros y satisfacciones para él, así como  para quienes trabajaban en cada misión que cumplía sin descanso, con profundidad y sobre todo siempre en busca de justicia.

Su trabajo está plasmado en muchos lugares. Solo hace falta mirar en Google para darse cuenta de la gran cantidad de logros que tuvo mi padre desde el punto de vista profesional.

Hablaré brevemente de algunas de sus misiones, pues, como he mencionado, son públicas.

Su primera importante misión

Recuerdo que estando en un viaje familiar en Punta Cana, acostados en unas tumbonas mi padre, mi hermana y yo, papá nos contó su primera misión. Se trataba nada más y nada menos que de la observación de las elecciones en Panamá en tiempos del general Noriega. Recalcó que salió impactado del descaro del gobierno nacional, luego de reunirse con el presidente de la República panameña, quien les informó que las elecciones eran un simple trámite, pues ellos manejaban todos los poderes y que los resultados no importarían, ellos seguirían en el poder, pues no había nada que un billetico no pudiera comprar.

Su logro más importante

A mi parecer, la misión más importante de mi padre fue su mediación en la pacificación de El Salvador, país que estaba en guerra entre el gobierno nacional y el Frente Farabundo Martí. Mi padre nos decía: “Me dijeron que estaría tres meses en esa misión y terminé estando al menos unos dos o tres años hasta lograr que se firmara la paz”. Esa firma de la paz se realizó en Nueva York, durante las celebraciones navideñas. Papá no pudo estar físicamente con nosotros, pero siempre estaba presente vía telefónica. Él siempre nos hacía sentir que estaba allí. Toda la familia estuvo muy orgullosa de ese gran logro y lo seguimos estando. Uno por dentro se decía: mi papá está en todos los periódicos y en todas las noticias.

Otros importantes retos profesionales

Fueron muchísimas misiones, un arbitraje entre Chile y Argentina en una disputa limítrofe de sus tierras en la frontera de ambos países. Papá siempre que regresaba a Venezuela nos contaba anécdotas de sus viajes. Durante ese arbitraje nos relató cómo, montado en un helicóptero sobrevolando la zona fronteriza en un ambiente montañoso, la nave cayó en un barrena y se fue a pique entre dos montañas: todos a bordo pensaron que había llegado al final de sus vidas, pues generalmente cuando un helicóptero cae en barrena es muy difícil que el piloto retome el control, pero en esta ocasión, ya muy cerca de llegar al suelo, el piloto logró levantar la aeronave y todos respiraron profundamente.

Entre sus últimos grandes logros estuvo el de ser el presidente de la Comisión Internacional de Juristas, organismo jurídico con sede en Suiza y conformado por alrededor de 170 países. ¡Qué orgullo! Pero ser electo no fue su único logro, era el primer presidente nombrado por votación unánime y además el primero que no era de nacionalidad suiza, inglesa o francesa.

Cada vez nos daba esa inspiración de que haciendo las cosas bien y con esfuerzo, honestidad y profesionalismo, los grandes logros llegan solos.

Su última misión lamentablemente no logró concluirla. Papá tenía entre ceja y ceja unir a los venezolanos nuevamente y que nuestro país volviera a ser un lugar próspero, lleno de oportunidades, demócrata y en el cual los venezolanos quisieran siempre permanecer. Ese era su gran sueño y luchó muy duro por varios años de manera sigilosa. No le dio tiempo de lograr su objetivo, porque quienes lo rodeábamos estábamos seguros de que más temprano que tarde papá iba a lograr unir a todos los venezolanos. Quizás desde el cielo siga empujando por esta causa, solo Dios y él lo saben.

Mi papá

Quiero decir que escribir estas líneas es una de las tareas más difíciles que me ha tocado en la vida, pues el Dr. Nikken, como muchos lo llamaban, fue un papá excepcional; alguien que siempre estuvo presente; una de esas personas que con tan solo un consejo te aliviaba de cualquier problema que pudieses tener y, sobre todo, un papá sumamente cariñoso y pendiente de sus dos hijos.

A pesar de que mi padre estaba mucho tiempo fuera de Venezuela, nos hacía sentir que estaba aquí presente, pues casi todos los días nos dedicaba una llamada para saber cómo estábamos, para decirnos lo mucho que nos quería, y para informarnos sobre sus itinerarios de viajes, teléfonos para ubicarlo, siempre preguntando si necesitábamos algo. Así, papá logró que, a pesar de su ausencia, nos sintiéramos acompañados por él en todo momento.

Lo mejor de esos viajes eran sus regresos, nos invitaba a su casa para compartir con él, para que la familia estuviese junta y además nos brindaba unos almuerzos exquisitos trayendo distintos tipos de comida de los lugares en donde había estado. Debo resaltar los quesos franceses, el paté, el salmón y el caviar. A pesar de esos manjares, papá era alguien sencillo que, de manera muy coloquial, nos contaba lo que había hecho, describía los sitios que visitó, los nuevos platos de comida que había probado (que iban desde el símil de una empanada en una esquina que alguien le había recomendado del lugar hasta un restaurante de tres estrellas Michelin).

De igual manera, cuando pasaba tiempo en Venezuela, nos invitaba a comer a su casa y el cocinero era él mismo. Le encantaba cocinar y nos preparaba unos platos de comida sensacionales.

La característica más relevante de mi padre era su pasión por el conocimiento en general. Sus bibliotecas destacaban por miles de libros. Recuerdo que en una de sus casas (porque tuvo varias casas), construyó una espectacular biblioteca de dos pisos en la cual no cabía un libro más. Una vez le pregunté: ¿papá, te has leído todos esos libros? Y me respondió: Y algunos dos veces.

Esa pasión por el conocimiento hizo que fuese un papá exigente con mi hermana y conmigo en materia de estudios, lo cual hoy ambos le agradecemos. Para él la academia, la formación educativa, era sumamente importante y lo hacía sentir con rigurosidad.

El padre cariñoso

Pedro Nikken Bellshaw-Hogg, el decano de Derecho de la UCV, el hombre duro en las aulas de clase, era una persona extremadamente cariñosa. Le encantaba dar y recibir cariño. Siempre que iba a su casa, cuando él estaba sentado en un sillón, me paraba detrás y comenzaba a hacerle cariños en la cabeza.  Eso le fascinaba, se quedaba quieto y sonreía como un niño de dos años cuando su madre lo tiene cargado y le saca una sonrisa.

Esto se hacía exponencial cuando hablamos de sus nietos. Era abuelo de cuatro nietos: Pedro David, José Ignacio, Isabel Elena y Henrique Luis. Era un placer observar la cara de felicidad cuando mi hermana Claudia y yo llegábamos a su casa con sus nietos. Literalmente se le salía la baba con cada uno de ellos, sin contar que siempre les tenía una sorpresa que entregarles en cada visita. Todos los nietos salían premiados de la casa de su abuelo. Además, cuando uno regañaba a cualquiera de sus nietos, él rápidamente salía en su defensa.

Papá también tenía un gran sentido del humor y nos decía frases como: “Mis nietos me vengarán”.  Cuando uno decía algo sin sentido, sus palabras eran: “Dios no le dio cacho a burro”.

Los viajes

A papá le encantaba conocer el mundo. Fueron muchos los países y ciudades a los que nos llevó a mi hermana y a mí. El solo hecho de viajar era un placer, pero estar con él lo convertía en un aprendizaje. Mientras recorríamos los sitios en los cuales nos encontrábamos, papá nos narraba la historia del lugar, lo cual hacía muchísimo más interesante esa travesía. Además, siendo amante de la gastronomía, Claudia y yo no podemos quejarnos de los exquisitos platos que papá nos hizo saborear.

Su sencillez

A pesar de los altos cargos que ocupó durante su carrera, mi papá nos enseñó a disfrutar desde lo más sencillo hasta lo más sofisticado.

Yo diría que las dos ciudades preferidas de mi padre eran París y Cumaná (una ciudad costera y sencilla al oriente de Venezuela). De pequeños viajábamos mucho a Cumaná. A mi papá le encantaban esas playas, se divertía enormemente con el sentido del humor del oriental, pero sobre todo le gustaba mucho salir con los pescadores nativos de madrugada para pescar y luego cocinarnos lo que él mismo había sacado del mar. Entablaba conversaciones extensas con los nativos, quienes eran básicamente pescadores, y se divertía con el enorme sentido del humor de los pescadores o nativos de la ciudad. En conclusión, papá se adaptaba a todo tipo de persona y los respetaba por igual.

Gran padre y madre

Quiero cerrar este escrito resaltando que mi papá fue padre y madre durante 25 años. Nuestra madre, como consecuencia de un cáncer, murió en 1994. Durante la enfermedad, a pesar de que estaban divorciados, el mejor papá del mundo se ocupó de todo lo que tuviese que ver con su atención médica. Además, hizo todo su esfuerzo por darle fortaleza a la mamá de sus hijos y, por supuesto, a Claudia y a mí. Finalmente, mamá murió y papá, a pesar de que ya ambos teníamos 21 y 23 años, se enfocó en hacernos sentir que él estaba allí para nosotros dos por encima de cualquier cosa. No era una situación fácil para él, pues su trabajo lo obligaba a viajar mucho y sus dos hijos sufrían un gran dolor por la pérdida de su madre.

Sin embargo, ese gran hombre, ese gran jurista, esa maravillosa persona se encargó de llenarnos de amor, de acompañarnos en nuestro dolor y de lograr que siguiéramos adelante haciéndonos recordar lo maravillosa que había sido nuestra madre.

Era un hombre sabio, y también hablaba con la verdad y con mucha claridad, nos dijo: comparto su dolor y su pérdida, pero la vida tiene momentos de alegría, de tristeza, de rabia y en estos momentos deben vivir su tristeza, pero hay que superarla y seguir adelante, aquí estoy para ustedes dos hijos, incondicional.

Fueron 25 años incondicionales y donde quiera que se encuentre ese maravilloso PAPÁ, sé que nos está cuidando, pero sobre todo le está haciendo amena la estadía a quienes lo rodean en este momento.

Si tuviese que escoger mil millones de veces a un papá, siempre lo escogería a él: al hombre de la mirada Azul Profunda.


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