Por JOSÉ ANTONIO PARRA

La contribución de César Enríquez (Venezuela, 1918-1999) al cine venezolano fue de gran significación. Asimismo ocurrió con el trabajo durante décadas de Violeta González (Venezuela, 1930-2018), primero en el teatro y luego como pionera de la televisión venezolana. Ese aporte de Enríquez no quedó relegado solo al ámbito estrictamente venezolano, sino que trascendió fronteras y hoy en día su pieza maestra, La escalinata (1950), forma parte de la colección del Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York, por ejemplo.

En el caso de González, ella vivió la transición del teatro a la televisión que se dio en Venezuela a raíz de la llegada de dicho medio de comunicación durante la década de los cincuenta. Posteriormente, ella tuvo roles protagónicos en dicho contexto y también en el cine. De hecho, en el filme de 1956 de Enríquez, Tambores en la colina, esta actriz tuvo rol protagónico.

Pero la vida de César Enríquez no estuvo circunscrita únicamente al cine. En 1943 ganó la primera edición del Gran Premio del Salón Arturo Michelena. Adicionalmente, formó parte del grupo Los Disidentes, fundado en París en el año 1945. Dicho grupo fue paradigmático en los anales del arte venezolano y surgió como una reacción al Círculo de Bellas Artes y al figurativismo que imperaba para la época. Además, fue una apertura a nuevas tendencias estéticas, principalmente el abstraccionismo geométrico. De ese grupo formaron parte Jesús Soto, Pascual Navarro, Mateo Manaure, Alejandro Otero, Perán Erminy y el filósofo J.R. Guillent Pérez, entre otros.

De hecho, Enríquez justamente retornó a Venezuela por la época en que arribaba Soto a París. Ya de vuelta en Caracas realizó actividades vinculadas a Los Disidentes, como por ejemplo la difusión de las actividades y publicaciones de dicho grupo en Francia.

En el año 1949, el cineasta llevó a cabo el rodaje de la que sería su pieza cumbre, La escalinata; una película en la que develó el drama social venezolano que se viviría muchos años después. Ese filme establecía de manera simbólica el abismo social entre dos Venezuelas que se vinculaban entre sí mediante el símbolo de una escalinata.

No obstante, fue la llegada de la televisión lo que dio lugar al encuentro de estas dos personalidades. Durante la década de los cincuenta, Enríquez había comenzado a trabajar en el canal de televisión, Televisa, a donde llegó Violeta González para iniciar a laborar también. La química entre ambos les llevó pronto al matrimonio y de esa unión nacieron tres hijos: César, Valentina y Carlos, quien es hoy en día uno de los artistas plásticos venezolanos con más relevancia internacional.

A causa de su involucramiento en la televisión, la actividad del cineasta en la plástica quedó en un plano más íntimo. Así produjo durante años una obra encuadrada en el abstraccionismo geométrico, pero que mantenía primordialmente en el ámbito de su propio taller.

La principal figuración pública de Enríquez y González durante los sesenta, setenta y ochenta se dio fundamentalmente en el marco de la televisión. Entre las producciones televisivas que destacan en la obra del director se cuentan Teatro semanalLos casos del inspector NickValentinaLa fiera y Leonela, entre otras. En muchas de ellas tenía participación relevante Violeta.

Muchos recuerdos permanecen en mi mente respecto a la familia Enríquez González, de quienes he sido vecino durante buena parte de mi vida. Una anécdota que le permitirá al lector formarse una idea del carácter del señor Enríquez, como solíamos llamarlo en el vecindario, tuvo lugar en oportunidad en que se celebraba un Día de la Juventud de un año cualquiera de mitad de los setenta. En esa ocasión Violeta se quejaba airadamente del escándalo que tenían el hijo mayor de ambos y un grupo de amigos imbuidos en la adolescencia. Ante tal evento, con suma calma, sobriedad y sabiduría, Enríquez sentenció: “Violeta, déjalos tranquilos porque hoy celebran su día”.

Los últimos tiempos de César Enríquez transcurrieron durante los años noventa, hasta que finalmente falleció en 1999 por complicaciones de salud. Era usual por entonces verle sentado en el jardín de su casa leyendo, por ejemplo, algún libro de Cortázar o de vidas de santos. Por su parte, Violeta le sobrevivió hasta enero de 2018 y llevó a cabo trabajos de doblaje, entre los que se cuentan la voz de la Hermana Wendy, quien también falleció recientemente.

A propósito del renacer de la nación venezolana que todos experimentamos, es importante tornar la mirada hacia figuras que fueron parte integral del tejido social que constituyó lo mejor de la venezolanidad.


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