Por JOSÉ ANTONIO PARRA

El poemario de Cecilia Ortiz, La espera imposible, se centra en una de las problemáticas del proceso de la escritura de poesía y de la literatura en general. Este libro fue publicado por el sello Oscar Todtmann Editores en el año 2016 y aborda desde la lírica per se la aproximación al hecho poético y su estado intrínseco.

De modo que este trabajo es esencialmente un texto atmosférico en el que las imágenes devienen con gran lentitud permitiendo al lector asirlas y percibirlas desde distintos ángulos. Más allá de lo lírico implicado en el propio texto, el gran valor de esta pieza está en lo reflexivo.

Hay, si se quiere, varias instancias en las cuales la autora va (re)creando el proceso de la creación poética. Incluso, la escritora apunta a aspectos de mucho intimismo, como pudieran ser su propia corporalidad, que en esta oportunidad se asume como espejo refractario de la condición poética en general.

Adicionalmente hay una (re)presentación del cuerpo imaginario de esa instancia alegórica a la que se nombra como musa. Aquí hay que decir que esta instancia está circunscrita a una esfera profundamente abstracta y es bueno recordar que en otros ámbitos, como el coloquial, muchas veces el tópico de la musa es vaciado de contenido cuando se procura que el significante apunte virtualmente a cualquier significado, bien sea lírico o también encuadrado en un discurso ordinario, tanto de la constelación de lo sagrado como de la cotidianidad.

Pero en el caso de la representación que hace Cecilia Ortiz sobre la musa, ella permite de algún modo asir esta gran abstracción y hacer que el significante apunte al hecho verosímil de una escritura lírica que deviene en el aquí y ahora, un aquí y ahora que lo fue tanto para la poeta que ejecutó el texto, como para el lector frente al cual el río escritural acontece. Así, por ejemplo, vemos cómo la autora lo expresa en el siguiente poema de La espera imposible:

“No le temas

la musa ayuda

Estoy sanando un libro

escrito en las tinieblas

La realidad urge

Pessoa se presentó

en mi cuarto

después del silencio

vino este ángel a salvarme

no hay duda”

Y continúa la poeta en torno a la entelequia de la musa en otro poema:

“La musa está aquí

avanza

tiene el ojo blanco

para decir cosas

al oído

tiene el hocico

grande

se viste de mí

se enamora

Es una Diosa

vestida de brillantes

y espuelas

que tolera

cualquier

interrupción

menos la mía”

Adicionalmente, aspectos relativos a la alquimia que se opera en la poesía son claves en esta obra. La poeta con gran meticulosidad va aproximándose e ilustrando en torno a dicho fenómeno que es verdadera magia inherente al quehacer poético.

Uno de los aspectos más llamativos en relación a este trabajo se basa en el hecho de que el libro está planteado arquitectónicamente a la manera de un río que deviene con la intención de mostrar al lector aspectos relativos al hecho lírico en sí mismo. Y esta forma de concebir el corpus del libro resulta particularmente iluminante cuando la poeta, con soberana maestría, recrea la desembocadura del río en la sección a la que titula “Escribir ¿por qué?”. En ella incluso hay un cambio radical en el registro discursivo que el texto traía previamente.

Quizá una de las mayores pistas que da la autora en relación con este trabajo estaría en el propio título. Ello estaría referido a la imposibilidad, una imposibilidad que quizá esté relacionada con el hecho mismo de la (re)presentación, tal y como lo ha planteado años atrás el propio Foucault. En todo caso estas son algunas de las preguntas que quedan abiertas con esta obra de Cecilia Ortiz, un trabajo muy elegante y que toca aspectos esenciales en torno al fenómeno de la creación.

Cecilia Ortiz es una muy destacada autora venezolana que ha dirigido multiplicidad de talleres y tiene una profusa obra publicada. Aparte del libro al que nos referimos en esta oportunidad la poeta tiene publicados: Daños espirituales (2007), Entremarino (2006), Naturaleza inventada (2004), Autorretrato (1993), La pasión errante (1986, 1991) y Trébol de la memoria (1978). En ella se da la epifanía de una lírica sumamente decantada y sobria, una palabra resonante y potente.

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La espera imposible

Cecilia Ortiz

Oscar Todtmann Editores

Caracas, 2016


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