Por JOSÉ ANTONIO PARRA

La modelo de los años sesenta, Twiggy (Londres, 1949), alcanzó una categoría atemporal y muchas de las representaciones que se hicieron de ella están en el ámbito de las bellas artes. Pienso aquí en sus retratos hechos por Helmut Newton, Richard Avedon y Barry Lategan.

Los inicios en el modelaje de esta estrella, que fue la primera “súper modelo” del planeta, se dieron de forma meteórica. Su constitución corporal era bastante menuda y con ciertos aires de púber. Sin embargo, su rostro tenía facciones muy singulares; en cierto modo únicas en el mundo o en todo caso representativas de un nuevo canon para la época.

Hay que recordar que para el año 1966 cuando se dio su irrupción, el canon estilístico que se imponía era el de mujeres algo voluptuosas. Twiggy, cuyo nombre real es Leslie Lawson, era todo lo contrario. De manera que para ese año una amiga de la futura modelo le sugirió que probara suerte en ese ámbito, consejo ante el cual ella estaba renuente debido a su delgado cuerpo, bastante alejado de lo que era el estilo predominante de esa era.

Eventualmente Lawson terminó acercándose a una señora que poseía una posición relevante en la industria y esta le comentó que aunque no poseía un cuerpo adecuado para trabajar en el área, su rostro tenía un carácter único. Adicionalmente, le dijo que su pelo estaba muy mal arreglado. Entonces, se le aconsejó que se dirigiera al legendario peluquero, Leonardo de Londres, quien era estilista de una serie de celebridades y que trabajaría luego con Stanley Kubrick diseñando los estilos de peinados de La naranja mecánica (1971).

En este punto se iniciaban una serie de casualidades que llevarían a que en el transcurso de los próximos meses Twiggy estuviese ubicada en la cima de la industria de la moda. Así, una vez que estuvo en presencia de Leonardo, este quedó de algún modo hechizado por la estrella y la envió con un amigo en busca de una opinión sobre si era fotogénica, el fotógrafo Barry Lategan, quien era per se una celebridad. Al ser vista por este último, se acordó un plan de trabajo que consistiría en una sesión con Leonardo de Londres para la hechura del peinado y posteriormente una sesión fotográfica.

La sesión con Leonardo de Londres es paradigmática en el mundo de la peluquería, así como un instante definitorio de la tendencia estética de la cultura del siglo XX. La sesión en sí duró 8 horas y de ella emergió Twiggy con un corte a lo garçon que pudo ser aprovechado por Lategan para su excelsa imagen.

Lo siguiente fue el vértigo de los eventos. La fotografía que estaba colgada en el salón de Leonardo fue vista por la directora del Daily Express de Inglaterra quien quiso entrevistar de inmediato a la futura celebridad. Esa entrevista apareció en las páginas centrales de dicho medio bajo el título de “La cara del 66”.

El estrellato era ya un hecho. De modo que al siguiente año, en específico en la primera edición de marzo de la revista Vogue, se produjo una legendaria sesión con Helmut Newton. Ese editorial de moda apareció en la revista bajo el título “Young Ideas, Spring Action”; de manera que el trabajo estaba destinado a las tendencias de la primavera de ese año.

Sin embargo, a las fotos se les conoce como Twiggy y el gato o Twiggy y su gato volador. De dicha sesión fueron publicadas un total de 6 fotografías en Vogue. Estas poseen varias peculiaridades que les dan un carácter muy significativo referido a la cultura de masas. En las imágenes se ve a Twiggy utilizando distintos tipos de atuendos, desde ropa de la época para utilizar en motocicletas, hasta vestidos de una sola pieza con minifalda. En el set están presentes sillas de estilo Bauhaus, al igual que un teléfono de disco y un televisor. En una de las fotos aparece en el televisor un plano de la intro del Batman de la época. Así, en esta fotografía específica confluyen elementos esenciales relativos a la cultura pop de esos años, como lo son la masificación de las comunicaciones vía teléfono y televisión, además de una pieza masiva esencial: Batman, con toda su impronta à gogo y psicodélica. Twiggy y el gato aparecen suspendidos en el aire, aspecto que aporta mucho movimiento a la imagen, adicional al rostro alegre y lúdico de la modelo. Esta fotografía posee un gran valor compositivo y pone en evidencia un carácter más “ligero” que el usual tono sobrio y cargado de erotismo de Newton.

La siguiente representación de Twiggy a la que me referiré es la de Richard Avedon de 1968. Es importante mencionar que hubo fotos de Twiggy para Vogue hechas por este fotógrafo en 1967. Sin embargo, me interesa poner el acento sobre la de 1968 titulada: Twiggy, Hair by Ara Gallant. En ella está representado el pelo de la modelo suspendido en el aire a partir de un peinado de Ara Gallant. Este último fue una gran celebridad de la peluquería, así como un destacado fotógrafo que tuvo de musa a Apollonia van Ravenstein. Incluso, al final de su vida, previo a su suicidio en 1990, Gallant había incursionado en la escritura de guiones. Gallant y Avedon llegaron a colaborar en varias oportunidades en torno a los cortes de pelo de celebridades, por lo que el dúo llegó a ser conocido como “Aradon”.

La imagen de Avedon posee muchísimo movimiento y es de una gran depuración formal, aspecto característico de este fotógrafo que se distinguió por una aproximación superlativa a los aspectos psicológicos de los sujetos retratados. Sin embargo, en esta oportunidad se nota un regodeo en relación al peinado, a la moda y a lo estético per se. Esta imagen es parte de la colección del MoMA de Nueva York (https://www.moma.org/collection/works/128628).

A manera de cierre vemos cómo las formas sutiles de una figura individual pueden definir un canon cultural y artístico a nivel planetario. Estas tres aproximaciones ponen ello en evidencia. Cuando hablamos de Twiggy nos referimos a una figura que incursionó, no solamente en el modelaje, sino también en otras facetas como la música, el cine y la televisión. Su influencia cultural ha sido decisiva.


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