Por JOSÉ ANTONIO PARRA

El poemario de Lena Yau (Caracas, 1968), Lo que contó la mujer canalla (Kalathos Editorial, 2016), posee una poderosa mixtura de elementos elaborada con una gran depuración. Entre ellos tenemos distintas formas estilísticas, como el verso, la prosa y modalidades cercanas al caligrama. Asimismo, hay una multiplicidad de tonos que varían desde la melancolía y la nostalgia hasta algunos registros eróticos.

Uno de los aspectos más llamativos de la sazón lírica de Yau es su poética inscrita en registros atmosféricos de los años 90. Esta poeta, de algún modo, recrea vivencias y percepciones que se dieron por esos días.

Esta poesía presenta una gran profundidad que no se manifiesta mediante un discurso recargado, sino por el contrario con gran fluidez. La voz lírica deviene de modo desenvuelto y en una suerte de polifonía de estilos donde confluyen tiempos, emociones y recuerdos. En todo caso, ese rememorar apunta a la perspectiva que tiene la poeta de su tierra –Venezuela– desde la lejanía.

Hay una dimensión muy plástica al momento que la escritora recrea imágenes de su memoria y del país que ella habitó en su infancia y juventud. Ese es quizá uno de los grandes logros de este artefacto; confrontarnos con la memoria de lo que ya no es. En algunos momentos, las imágenes de este libro poseen una cualidad vertiginosa, con matices surreales y eróticos, tal y como ocurre cuando la poeta escribe: “(estas son cosas que le cuento al hombre que me colgó del cielo)”.

Hay varios planos que elabora la autora, de manera que en contraposición a la dimensión atmosférica aparece una constelación del alma. Estos planos dejan en evidencia su múltiple realidad: la de la poeta, la de la venezolana y la de la mujer que habita suelo extranjero, entre otras. No deja de haber una cierta dosis de humor negro y transgresión en este trabajo. Esas texturas fluidas que apuntan a la mirada melancólica pueden verse, por ejemplo, en su poema, “Equipaje palpebral”, que bien vale la pena citar:

“Palabras que son equipaje en los ojos.

Una casa, un jardín, un terremoto violento, un niño que duerme plácido.

No quiero esa carga bajo mi mirada, protesto.

Abre el equipaje para que cuentes, contestan.

Las maletas contadas pesan menos.

Accedo, abro y tropiezo desorden.

Organizo (colores, textura, función), pliego y guardo.

No cierres la maleta, déjala abierta, penétrala, me indican.

Que tus ojos estén allí, que tus ojos deriven la historia doblada”.

La edición, además, posee fotografías de Efrén Hernández Arias que están inscritas –al igual que el texto– en la nostalgia por Venezuela y por un tiempo que más nunca fue. Su poema, “Caracas ampliada”, da cuenta de eso:

“El hombre de la línea sobre la tierra me lleva al aire.

Suspendidos sobre la ciudad hablamos geometrías.

El perfil de Caracas es un zigzag.

El cielo que cortamos una diagonal de doble dirección.

El abismo cuadriláteros varios.

El abandono convertido en horror un helicoide.

También en memoria.

Quiero preguntar.

Veo en sus ojos la línea trazada sobre la tierra.

No pases, no traspases.

Cierro los míos para ignorar la advertencia”.

El lector agradecerá el elegante tratamiento que la escritora da al erotismo. Esa elegancia redunda en atmósfera con una sobria tensión y naturalidad. Hablamos aquí de una naturalidad que sin lugar a dudas es la quinta esencia de esta poesía, una poesía plena de glamour. Su poema “Foto III” es una vívida y depurada expresión de dicha tensión erótica:

“En mis ojos su ventana.

En mi nuca su brazo derecho.

En mi mano su sexo.

En mi oído su respiración.

El hombre de los límites siempre está en inmersión.

Golpeo la superficie que guarda su escondite.

Déjame entrar, déjame entrar.

Él solo cede segundos en el abrazo.

Allí se desfonda.

¿Cómo encuadrar todo cuando la montaña nos (a)sombra?

(La araña aguarda en su esquina)”.

Lo que contó la mujer canalla es un libro en extremo elegante. En él aparece también una perspectiva que apunta a lo ontológico e incluso a la profundidad metafísica.

Lena Yau es escritora y periodista. Aparte del poemario al que nos referimos en esta nota, la autora tiene publicados los libros Hormigas en la lengua (2015), Trae tu espalda para hacer mi mesa (2015) y Bienmesabes (2017).

La experiencia de Lena Yau nos muestra a una poeta venezolana de la diáspora con una voz potente y resonante; una palabra genuina y de gran depuración.

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Lo que contó la mujer canalla

Lena Yau

Kalathos Editorial

Caracas, 2016


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