Narcisa García

A veces sucede que la historia alrededor de un documental es tan interesante como este. El joven sueco Malik Bendjelloul, actor, dirigió un solo documental en su vida, el laureado internacionalmente Searching for Sugar Man (Bendjelloul, 2012). Dos años después de su estreno, Bendjelloul se suicidó. Dio con la historia para el documental mientras viajaba por África buscando material para crear pequeños trabajos para la televisión. Llevar a cabo un documental tiene sobre sí algunas desventajas que a veces no tiene el cine de ficción, que es el que este alcance una audiencia amplia e interesada. Bendjelloul llevó a cabo la filmación de la historia de Sixto Rodriguez con poco más que unos rollos de película de Super 8. Filmó secuencias él mismo, investigó, visitó los lugares, hizo entrevistas, añadió ilustraciones, escribió música adicional, grabó con un iPhone cuando se quedó sin dinero y sin película, y editó el documental en mil días. Tras disputas con el productor tuvo la suerte de dar con Simon Chinn, el productor de la exitosa Man on wire (2008). El resto es historia: ganó en casi todos los festivales en los que fue proyectada, y la crítica la alabó como la gran ópera prima documental en años. Aun se habla del misterio de su suicidio; se trata de comprender lo incomprensible.

Searching for Sugar Man cuenta la historia de un cantautor que se hace famoso en tierras lejanas y cuyas canciones se convierten en himnos anti-apartheid sin que este se entere. En este documental el director visita Ciudad del Cabo en Sudáfrica y da con información sobre Sixto Rodriguez, un músico cuyos discos eran pirateados por toda la ciudad porque se fueron vinculando íntimamente a la resistencia frente al apartheid. El interés de los ciudadanos por el cantautor crecería hasta los rumores de que se había suicidado. Este documental sigue la pista para tratar de hallar a Rodriguez, especialmente a partir del dueño de una tienda de discos de música independiente, Stephen “Sugar” Segerman, quien recuerda había vendido alrededor de quinientas mil copias del primer disco de Rodriguez.

El crítico Peter Bradshaw habla sobre el documental como una modesta contribución para reescribir la historia de la Sudáfrica blanca, pues deja ver la resistencia y el rechazo de la población blanca liberal frente al apartheid. Pero además de lo que pueda significar esta película como documento histórico para los sudafricanos, se trata de una cinta que cautiva y estimula al espectador a que quiera seguirle el rastro a esta figura de la música. Entrar en el misterio de este hombre con paciencia y equilibrio, la manera como se va desarrollando la búsqueda, hacen de esta historia una película fascinante. Y explora ese cuento mítico de siempre del músico estrella que una vez alcanzados la fama y el éxito desaparece sin rastro aparente.


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