Nelly Sachs era 18 años mayor que Hilde Domin

Por GERALDINE GUTIÉRREZ-WIENKEN

El primero de enero de 1960 Hilde Domin inicia su correspondencia con Nelly Sachs. Ellas son consideradas, junto a Paul Celan, las voces más importantes de la literatura alemana de posguerra. El sobre abierto contiene su primer libro de poesía Sólo una rosa como apoyo (1959), y  tiene la siguiente dedicatoria: «Para Nelly Sachs por ‘su país en el brazo’ con cercanos saludos de lejos». Evidentemente ya la «poeta del regreso», como la bautizó Hans Georg Gadamer en 1971, se había leído Fuga y transfiguración (1959). La respuesta fraterna de su destinataria, exilada desde 1940 en Estocolmo, no se hace esperar: «Querida, querida hermana, la Rosa está conmigo. La quiero tanto –la pongo en el punto del dolor. Ella emigró del sur al norte al círculo polar donde ahora la mitad de los días son noche». A esta carta del 14 de enero de 1960 va adjunto su libro Nadie sabe (1957): «Para la que me envió una rosa como apoyo, para nosotras que vivimos en la humildad del aire».

El primero de enero de 1960 Hilde Domin inicia su correspondencia con Nelly Sachs

Este pronto encuentro fraternal entre Hilde y Nelly nace de la común experiencia –de expulsión, de fuga y del sobrevivir a la Shoah– que ambas poetas comparten por su origen judío-alemán. Ambas intentan, a través de su poesía, dar voz a las víctimas de la Shoah con las que se sienten moralmente comprometidas. Durante una década se escriben unas ochenta cartas, siempre anhelando un encuentro personal. «Parece que la vida se nos irá sin habernos visto aunque sea una vez», escribe Domin en abril de 1970. Y la vida así se fue. Unas semanas después, el 12 de mayo, Nelly muere en Estocolmo. Ya en el hospital se había enterado de la  muerte de su poeta hermano Paul Celan.

De modo que esta correspondencia registra los últimos años de vida de Nelly Sachs, 18 años mayor que Hilde Domin, reconocida en Suecia y en Alemania por su abordaje místico de la tragedia de la Shoah y, en ese momento, en los años sesenta, como la poeta alemana más destacada. Galardonada con notables premios a nivel nacional y mundial: en 1965 recibe el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán y al año siguiente el Premio Nobel de Literatura al alimón con el novelista Samuel Josef Agnon. Al mismo tiempo, en esta década se incrementa el deterioro de su salud física pero sobre todo psíquica, ya seriamente afectada desde la muerte de su madre en 1950. «He pasado muchos años en profunda pena y soledad», le escribe a Domin, en una carta de 1965.

Ambas poetas intentan consolarse. Llevan el trauma de la Shoah tatuado en cuerpo y alma. El respeto y la amistad que Domin siente por «Li», el apodo familiar de Nelly a quien considera su hermana mayor, es el hilo conductor de la correspondencia. Sin embargo, su enérgico modo de actuar, su impaciencia o tal vez su vulnerabilidad [lo más probable] provoca un breve desencuentro epistolar. Por un lado, Domin estaba enfrentando la cruda experiencia del regreso a Alemania, una «experiencia de extrema fragilidad» como ella misma declaró en una entrevista de 1972. A pesar de que sus libros se vendían muy bien, era ignorada por los medios y no solo eso: se le reprochaba su exilio y que se presentara como una poeta alemana [y no judío-alemana]. Por eso solicitaba el apoyo fraterno de «Li» que nada podía hacer. Debido a sus estancias en sanatorios y hospitales se mantenía aislada por largas temporadas. En una carta de febrero de 1961 «Li» se excusa por su largo mutismo: «Los tratamientos de electrochoque le están robando el sentido a las palabras. Mi escritura está muriendo». A pesar de su justificación, en Hilde permanece la sensación de un desencuentro.

En 1952, Domin y su marido E.W. Palm habían regresado a Europa luego de permanecer veintidós años en el exilio como expatriados del nacionalsocialismo en Italia, Inglaterra y República Dominicana. Antes de instalarse en Alemania, Heidelberg, en 1961, optaron por pasar largas temporadas en España. El ambiente de la posguerra les resultaba incómodo, sentían miedo de regresar al país de la pena. Todavía en 1973, Domin le comenta a Marcel Reich-Ranicki, en una carta, su temor a que se desatara nuevamente «la gran cacería contra nosotros» [los judíos]. Por eso insistía tanto en el rol de testigo de los poetas, en su trabajo de nombrar los hechos de modo ejemplar y de fomentar la reconciliación de lo irreconciliable. Esta constituye la razón principal –en mi opinión– por la cual Domin busca el acercamiento con sus colegas poetas. La Carta abierta a Nelly Sachs (1966). Sobre el asunto de la poesía del exilio lo reitera de manera contundente. Hilde Domin comparte su condición paria desde su desarraigo elemental no como poeta judía sino como una víctima más junto a todos los exiliados de la historia y del mundo contemporáneo. Ella rechaza el trato o estatus especial del ser judío. Otro que insiste en esa postura ética fue Bertolt Brecht a quien Hilde solía citar. Es irrespetuoso medir la catástrofe, el torrente de los hechos negativos que ocurren en un país con la vara de las aspiraciones individuales desde el exilio o desde una condición especial. Brecht solía decir: «sobreviven los más fuertes y siempre me odié por eso».

En su segunda carta a Nelly Sachs, que comprende unos diez folios escritos a máquina entre el veintiuno y veintidós de 1960, Hilde plantea la siguiente pregunta [en mayúscula]: ¿QUÉ PODEMOS HACER NOSOTROS? También a Hannah Arendt y a Peter Szondi, con quienes se cartea en la misma década, les hace el mismo cuestionamiento resaltando el rol de la poesía y del poeta en la sociedad moderna. En dicha carta a Nelly apunta que «ellos [los poetas] tenían que ser un signo más visible. Los hombres necesitan signos visibles». Ambas se preguntaban cómo movilizar a los hombres contra el conformismo y el automatismo [se refería explícitamente a sus compatriotas], cómo intervenir en el complicado laberinto de verdugos y víctimas que reinaba en la Alemania de la posguerra, cómo lograr convivir con la tragedia. La reflexión sobre estos asuntos de corte ético y moral ocupa el interés de Domin a lo largo de su vida, influyendo sobre su propio trabajo creativo y, en muchas oportunidades, corriendo el riesgo de ser malinterpretada entre sus colegas judío-alemanes.

El epistolario da cuenta, además, de los trabajos de edición que Hilde Domin preparaba por esos años: Dobles interpretaciones. El poema contemporáneo entre el autor y el lector (Doppelinterpretationen. Das Gedicht zwischen Autor und Leser, 1966) y la Antología de la posguerra y discordia (Anthologie Nachkrieg und Unfrieden, 1970). En ambas incluye poemas de Nelly Sachs. Cabe destacar el intercambio en torno a la primera antología que se convertiría en un libro obligatorio para todo estudioso de la literatura alemana de la posguerra. La compiladora solicitó a treinta y tres colegas un poema analizado por ellos mismos el que, simultáneamente, sería analizado por un crítico literario. Ella le sugirió a Nelly incluir su poema «En la fuga/qué gran recibimiento/en camino» y le pidió que comentara el tema del recibimiento y de la transformación.

«En la fuga/ qué gran recibimiento/ en camino, aquí me refiero a la fuga en sí misma, nada tiene que ver conmigo, con mi vida en Suecia», escribe Nelly evadiendo la tarea, en una carta del diez de septiembre de 1965. Como era de esperar, Hilde le insiste a la autora en profundizar su comentario, a las dos semanas retoma su indagación poética: «¿Por qué la mariposa anhela el mar? Las mariposas anhelan sobretodo campos floridos ¿o no? […] Todos esos vocablos con los que nombras ‘el universo’, la piedra, la arena, los ríos, las alas, las semillas, la mariposa, esas tus ‘palabras originales’: ¿puedes palparlas al escribir, se te ofrecen como cosas? […] Tú sabes a lo que me refiero. […] Escríbeme breve o extenso sobre ello».

A los dos días llega la respuesta de Nelly Sachs:

«Como en todas las criaturas la transformación se continúa en el anhelo inconsciente de lo elemental. Por eso la mariposa anhela el mar. En los hombres irrumpe el sudor de la muerte. Pero tú sabes todo eso, no sé qué más puedo aclararte, todo está basado en la transformación. También la piedra es un universo. En incalculables años luz expira para luego aparecer en el polvo girando. Pero esto no es un tratado científico. Esto es un poema, y un misterio».

Poesía y misterio constituyen la clave para leer este [des]encuentro epistolar, para entender el afán de estas dos grandes poetas por conservar la vida, sus fragmentos tan íntimos como públicos, vividos «en la humildad del aire».

Bibliografía:

Hilde Domin / Nelly Sachs. Briefwechsel. Herausgegeben von Nikola Herweg und Christoph Willmitzer. Mit einem Nachwort der Herausgeber. ADA, Heft 9. Deutsches Literaturarchiv Marbach, 2016.


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