Por MANUEL FELIPE SIERRA

En la primera fila del cine Los Jardines –entre las viejas casas de El Valle y los nuevos edificios de Coche- un joven enamorado se vacila una escena erótica en la pantalla.

Pedro Infante canta «Amorcito corazón» y Sarita Montiel deslumbra la cámara con su mirada retadora. En aquellos años, la música y el cine mexicano acompañan el paso de la lenta vida rural hacia ciudades atormentadas por el ruido.

Eduardo Liendo, el joven de aquella noche, ya consagrado y reconocido como escritor me decía en una entrevista sobre su novela Si yo fuera Pedro Infante: «América latina era rural y el cine mexicano incorpora la taberna; mi escritura es el recuerdo de mi adolescencia, que estuvo marcada por la cultura popular azteca. En la historia de cualquier individuo, pero particularmente en Venezuela nos gusta mucho la música». Y como todo buen escritor, Liendo remataba con una frase célebre: como dijo Oscar  Wilde, «Dadle a un hombre una máscara y os dirá la verdad».

Liendo supo recoger en esta obra el mundo de los charros, las rancheras, los mariachis, los despechos, los duelos de celos y los desafíos de hombría, que el México lindo y querido transportaba a sus hermanos latinoamericanos.

Esta noche, junto a periodistas, escritores, cineastas, cantantes, pintores, poetas y amigos palograndinos, ofrecemos testimonio de admiración y respeto a la trayectoria de un venezolano comprometido además con su tiempo y con los retos del presente y también del futuro.

Desde aquí compartimos con Eduardo la alegría, la emoción y la solidaridad de esta noche con el grito de batalla de aquellas lejanas tierras: «Ay, Jalisco, no te rajes».


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