Por FANNY RAMÍREZ

I. Testimonio

John Beverley ha señalado que “el testimonio escapa a nuestras categorizaciones usuales, y en particular a la distinción  entre lo literario y lo no literario (Beverley, 1987:157). Esta noción es importante para entender en Memorias de un venezolano de la decadencia la presencia del dictador como otra de las estructuras narrativas de carácter testimonial; allí, Castro y Gómez son los ejes de ataque central del escritor, lo que pudiera apuntar a una aparente paradoja entre literatura/no literatura que está evidenciando la actitud de  José Rafael Pocaterra frente al hecho literario, pues elementos que apoyan la verdad del testimonio confluyen en la obra para sustentar la caracterización del dictador presentado como el homónimo de Juan Vicente Gómez. Tengamos presente que la figura real de Gómez estaba suplantada por la imagen oficial que era la del “Gendarme Necesario”; el “padre bueno y fuerte” que venía a acabar con los “embochinchados”.

Unido a este perfil, aparece la intencionalidad del testigo, quien pretende hacer historia y reflejar desde el texto en cuestión la problemática social y política del país para sacudir la conciencia de los venezolanos de su tiempo y la de las generaciones futuras, a fin de que no acepten más al dictador ni a la dictadura. Intencionalidad crucial, pues en el testimonio es determinante la función ejemplarizante, la cual en Memorias de un venezolano de la decadencia permite cuestionar la dictadura presen­tada en toda su dimensión y, a través de ella, la ignominia será conocida por todos. La imagen del dictador aparece, en consecuencia, marcada por ser el escrito de un opositor y conspirador que funge como “compilador” de otras versiones de la historia no oficial y genera la posibilidad de narrativizar los acontecimientos desde donde el escritor testimonial no sólo cuenta lo vivido, sino que imprime una intencionalidad aleccionadora.

Memorias de un venezolano de la decadencia, además, registra expresiones que parodian el habla del dictador, en un proceso de desmitificación de la imagen del “Benemérito”. Simultáneamente se propone demostrar cuál fue el costo del gomecismo: el humano (cárceles y represión), el político (con Gómez o contra Gómez) y el social (atraso, insalubridad y mortalidad, cierre de la Universidad).

Finalmente, a partir de la desca­lificación de Gómez se llega al cuestionamiento del poder detentado por la familia cuyo nepotismo permite apoderarse del país y controlar la vida nacional; de allí que en el testimonio se hable del “nepotarca Gómez” y de un mundo pleno de miserias que al aparecer testimoniadas en la obra, confrontan al lector que se ve en la necesidad no sólo de problematizar su propia lectura, sino de responder a la interpelación del testimonio en la desmitificación del dictador.

II. Léxico

El componente léxico de la lengua presenta el decir y hablar de la gente; con ello caracteriza las épocas y la cultura. En sentido amplio, léxico es “el conjunto de palabras o unidades léxicas por las que los miembros de una comunidad lingüística se comunican entre ellos (…) es el conjunto de lexemas de una lengua opuesto a vocabulario o conjunto de vocablos que se actualizan en el discurso, en el habla” (Otaola, 2004: 25-27); pues bien, cuando leemos Memorias de un venezolano de la decadencia desde la perspectiva del lexicógrafo, descubrimos una riqueza insospechada del escritor José Rafael Pocaterra en el manejo de su lengua; elemento presente en toda la producción literaria de un escritor representativo de la Venezuela del siglo XX, quien, en la totalidad de su obra, integra pensamiento, cultura, visón de mundo e idiolecto en tanto autor que está testificando la lengua de un momento histórico. Esto genera interés por conocimiento del léxico no formalizado diccionariológicamente, que constituye el diccionario de la lengua que todo autor no hace más que reunir y definir mientras escribe (Pérez, 2005 b: 7). Dado que tales fenómenos ocasionan el reajuste de la estructura léxica de la lengua, estamos en deuda con el tratamiento lexicográfico de las unidades que este escritor genera sobre  un período crucial de la historia venezolana de comienzos del siglo XX, con abordaje desde campos y posiciones ideológicas diversas, en donde Pocaterra es un testigo clave de singularísima y abarcadora mirada del fenómeno contra histórico del gomecismo.

En este orden de ideas, debe leerse Memorias de un venezolano de la decadencia sin omitir los usos y marcas del autor al escribir, quien se vale de comillas, cursivas, negritas, citas y notas a pie de página para evidenciar al lector que su autor posee una conciencia lexicográfica, toda vez que refleja la forma de hablar propia del tiempo y la gente de la época en que se inscribe el testimonio. Esto se enlaza con lo ya planteado en el prólogo de su primera novela, Política Feminista o el Doctor Bebé (1914), respecto a la venezolanidad de sus personajes, por lo que pensar y hablar en venezolano implicaba emplear un léxico determinado que pertenecía a las diferentes clases y estratos sociales, referido a diversos actores sociales (incluido los políticos) dada la condición de texto contra histórico de Memorias…), en un país donde la responsabilidad de Pocaterra como opositor, preso, exiliado y perseguido político imprimieron una manera de ser, ver y entender lo venezolano. En consecuencia, no solo se trata de un testigo singular, sino de un venezolano/escritor testigo clave de una época, a quien el compromiso lo había definido sin posibilidad de dudas con su palabra pública y con la de literatura, pero también con las marcas de la actividad del perseguido y exiliado político de la dictaduras que son la base de sustentación y elemento central del escarnio de su obra.

De esta forma Memorias de un venezolano de la decadencia da pie a la conformación de textos que “no son diccionarios formalmente hablando” (Pérez, 2005 b:8 ), pero que han permitido recoger una época y período: las dictaduras del castro-gomecismo en Venezuela y donde se documenta un vocabulario de uso venezolano que hace registro del léxico en un contexto lingüístico determinado. La existencia de tales voces es muestra inequívoca del mensaje que trasvasa la posición de Pocaterra como disidente político. Está consciente de su venezolanidad, de la idiosincrasia de su gente (oportunidad que no deja escapar), por lo que la utilización de las comillas le permite destacar un importante número de unidades léxicas del habla cotidiana que el lector reconocerá y con las cuales identificará una realidad lingüística a través de lo que las palabras hablan. Pocaterra sabe que ese vocabulario puede ser inédito y se interesa en dar a conocer al lector el  reconocimiento de un uso específico o su notación diastrática, como acontece con el empleo de la jerga del cuartel.

Esta competencia explica la capacidad productora del hablante Pocaterra: la creatividad fundamentada en la recursividad. La creación léxica es un aspecto de la creatividad lingüística consustancial en el hablante. Al igual que la sintaxis, la propiedad que fundamenta la creatividad léxica es la recursividad o posibilidad de repetición de forma indefinida de estructuras formales o de una misma unidad (Otaola, 2004: 89). Competencias que se hacen presentes en expresiones que sirven de ejemplo y en las que se  aprecia la degradación a tal punto de la imagen de Gómez, que no sólo resalta los defectos personales del dictador, contrarios a un «héroe de diciembre», sino que llega a negarle su condición humana. Por tal razón termina caricaturizándolo como un animal, al tipificarlo con expresiones como “paqui­dermo, búfalo, primate, crustáceo, embestir, palmípedo”.

Importa resaltar además la  necesaria labor aún no emprendida respecto de la formación de palabras relativas a la figura del dictador. Por ello, en conocimiento de que procedimientos como la formación de palabras permiten ampliar el repertorio léxico, no podemos descuidar esa realidad designada objetiva o subjetivamente, pero que siempre estará actualizando o modificando un significante preexistente (Otaola, 2004: 84) y que, en lo referente a la figura de Gómez y su importancia en la historia contemporánea venezolana, es inadmisible obviar.

Desde los más variados y significativos recursos léxicos, gracias a la productividad, forma nuevas palabras. Echa mano de la “derivación apreciativa”, diminutivos, donde hay ironía y sarcasmo, degradación de la figura del dictador, antropónimos, hipocorísticos; todos centrados en la figura de quien se quiere denostar. Sirvan algunos ejemplos presentes en Memorias de un venezolano de la decadencia I y II: Va a refugiarse en su Guarida con seis mil foraji­dos (I: 07), el paquidermo continuista (I: 307), el déspota cursi, barbarócrata de Maracay (I: 314), el Bellaco admirable (I: 512). El padre único, el Búfalo Bill necesario (Memorias…, II: 13­3) o se apellida Héroe de diciembre al máximo Iscariote  de 1908 (II: 292), deslizábase hasta el suspirado despacho del primate  (I: 201), esta situación es de nojotros (sic), Todo sería cuestión de calma, de ir «de a para atrás», en una forma lenta, trepadora, crustácea (I: 203), el general era de los bien intencionados, que embisten con los ojos abiertos (I: 228), el hombre de La Mulera, sosegado, silencioso, marchan­do como un palmípedo, sobre sus cortas piernas, moviendo automáticamente la mandíbula y deglutiendo aquella bola de continuismo que no se podía tragar aún (I: 292).

Es tarea ineludible el levantamiento y clasificación del corpus presente en el testimonio de Pocaterra y recoger las unidades léxicas referidas al dictador que en no pocas ocasiones se encuentran presentadas desde el uso de sufijos apreciativos (tanto diminutivos como aumentativos) para calificar hechos, acciones, actitudes del dictador y su familia o de los personeros del gobierno; todo en correspondencia con la necesidad comunicativa del autor y testigo de época, así como de la intención irónica o descalificadora del discurso del dictador.

Además, señalemos que tales sufijos pueden fluctuar entre categorías, de manera que, con muchos aumentativos, el autor persigue lo contrario: marcar peyorativamente al dictador objeto de su descalificación y centro de la censura, en virtud de lo cual términos y expresiones como “hombretón, hombrecito, hombretón analfabeta, ojillos pícaros, pequeñín, andinote zafio y pícaro, hombrachón silencioso, hombrecillo” aparecen a lo largo de Memorias de un venezolano de la decadencia marcando indefectiblemente la imagen de uno u otro dictador: Cipriano Castro o Juan Vicente Gómez —insistimos—, y donde la importancia de la  presencia de las lexías complejas para designar-cualificar-descalificar a ambos son innegables: “hombretón analfabeta”, “el viejo”, “la cacatúa de Maracay”, “el Benemérito General”, “analfabeta tachirense”, “bellaco admirable”, “déspotas andinos”, “el héroe de la paz y el trabajo”, entre muchos otros .

No podemos concluir sin dejar constancia de la deuda pendiente en este campo lexicográfico con este gran venezolano. Al acercarnos hoy a la obra total de José Rafael Pocaterra queda muy claro que es un deber ineludible e impostergable hacer la descripción e inclusión en el diccionario de venezolanismos de las más de 350 voces de uso venezolano presentes en Memorias de un venezolano de la decadencia. De igual forma son necesarios posteriores estudios que profundicen sobre los antropónimos presentes en la obra. Similar tratamiento merece el empleo de hipocorísticos, entre otros aspectos relevantes en este testimonio y que se integra en unidad indisoluble a la Obra total de este ilustre venezolano de la decadencia.


BIBLIOGRAFÍA

Directa:

Pocaterra, J. (1990). Memorias de un venezolano de la decadencia. Caracas: Biblioteca

Indirecta:

Ayacucho. 2 vols. (1ª ed. 1937. Ed. Élite)

Beverley, J. “Anatomía del testimonio”. En: Del Lazarillo al al Sandinismo… Minneápolis, Minnesota, 1987. The Prisma Institute, pp 153-168.

Ottaola, C. (2004). Lexicología y Semántica. Teoría y aplicación a la lengua Española Léxica. España: Ediciones Académicas, EDIASA.

Pérez, F. (2005 b). Pensar y hacer el diccionario.  Caracas: Libros de El Nacional.


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