Por CARLOS MALDONADO-BOURGOIN

Año 60, Instituto Escuela, Av. Los Samanes, La Florida. Conocí e hice amistad con Jeannine Sujo Volsky, estudiábamos Bachillerato de Humanidades. De belleza frágil, su inteligencia y sensibilidad la hacían un ser muy especial. Mostraba ya la dolencia que la llevó hasta el final de su vida. Nos hicimos buenos amigos, pasábamos los recreos juntos y a la hora de moverse yo era su muleta y asistente eventual. La acompañaba hasta que la venían a buscar. Como un reloj, al mediodía una dama muy elegante de ojos claros detenía su coche y esperaba a que ella subiera. Era Clara Diament Sujo, su madre.

Costaba un poco asociar la rutina nuestra con el mundo de doña Clara. Ella provocaba extremas y diversas reacciones, de admiración y rechazo. Un día, el profesor de Arte, el pintor Gabriel Bracho, cultor del realismo social y militante del PCV, se expresó de fea manera de la Modernidad, de la visión de conjunto continental de las artes en Iberoamérica. Todo aquello que sonara a José Gómez Sicre, a Jorge Romero Brest, a Clara… era para él anatema. Hubo una respuesta inteligente y solidaria, sin decirlo el profesor se refería a la mamá de Jeannine, algunos se pusieron del lado de la agredida. La clase terminó más temprano de lo habitual.

La Venezuela comenzaba a ser otra. Clara Diament Sujo, entre otros, fue una de las personalidades que contribuyó a esos cambios. Ella había influido en los criterios de adquisición de la Colección del Museo de Bellas Artes. Había enseñado a saber ver y comprar bien a los coleccionistas de arte. Su hacer era elevar el nivel de los espacios y de la gente donde hubiera arte entre el personal, los productores, el público y los coleccionistas.

En los años 60 tuve un bonito noviazgo con Antoinette Roche Rolando, poco después sería mi esposa y viajamos a Bogotá a culminar estudios. El gobierno había cerrado la UCV. En los viajes a Caracas tuve el gusto de conocer a la familia completa de Clara Diament Sujo, Abi Sujo, su esposo, los hijos, Aly, Glenn y Jeannine, con quien me reencontraba. En Bogotá asistía a los cursos de Marta Traba, también alumna de Jorge Romero Brest, como Clara. Me sentía estar en la cresta de la ola con la intelectualidad.

En 1972 se constituyó la Asociación Internacional de Críticos de Arte, AICA, Capítulo Venezuela. Un grupo de amigos del arte que hacían algo parecido a la crítica se constituyó en entidad de acuerdo a la AICA Internacional en París. 22 nombres fueron los fundadores, en estricto orden alfabético, Clara Diament Sujo ocupó el número siete como directora de Estudio Actual. Es el año de la profesionalización de la crítica en Venezuela.

Con una “visión transformadora del Modernismo”, Estudio Actual (1968-1982) fue un referente por más de dos décadas. Escribe Águeda Hernández, asistente de Clara, “en ese momento había una ebullición cultural en el país nunca antes visto”. Se hablaba de la continentalidad cultural.

EA abrió con la primera muestra póstuma de Marcel Duchamp (1887-1968), por la iniciativa y el tesón de «Teeny» Duchamp, quien mantuvo una hermosa amistad con Clara. La exposición en Venezuela fue reseñada en importantes medios del mundo. Se hicieron individuales y colectivas de artistas venezolanos e iberoamericanos. Había seis eventos al año en la programación, que mucho más que galería era un centro artístico cultural, lugar de charlas y encuentros con una librería espléndida.

Recuerdo haber visto con emoción el regreso de Jacobo Borges a la pintura, de ver en conjunto a los artistas del cinetismo, de ver a artistas universales,… EA era lo máximo que tenía la capital, en el Centro Comercial de Chacaíto donde estaba el DrugStore y servían perros calientes de medio metro, lisa en probeta de largo alto y además degustar ostras,…

Clara era una mujer difícil y estricta, buena amiga y aguda en cuanto decía. Una vez conversando con ella me dijo: —Si tú quieres saber qué pasa en Venezuela léete La Pantalla del Jueves de Abelardo Raidi. No dispongo de tiempo para leer más—.

Un día Clara necesitó tomar vuelo hacia la gran ciudad. Montó la galería que llevó su monograma CDS Gallery, New York (1981-2011), allí continuó con su grande y poderosa labor. Esa decisión fue como el viaje de Salvatore, en Cinema Paradiso, la bella metáfora que expresa la persecución de un destino. La voz y las ideas de Clara Diament Sujo aparecen en Proyecto de Historia Oral de las Mujeres en las Artes Visuales de los Archivos de Arte Americano Elizabeth Murray.

No quisiera cejar en el empeño de homenajear a la dama del arte en la inevitable despedida, sucedida recientemente en Londres. Clara había tenido un periplo de activa vida artística en tres etapas: Buenos Aires, Chicago, Caracas y Nueva York, su final lo tuvo en Londres rodeada del afecto de su hijo Gleen, de familiares y de amigos.

Clara Diament Sujo fue un marcapasos de la cultura, mantuvo la frecuencia cardíaca entre la identidad y el intelecto. Es justo reconocerlo y reafirmarlo.


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